lunes, 28 de julio de 2014

Los pitos de la plaza (Por Esteban)

[Un relato que conté hace más de 4 años. Quien en ese entonces se calentaba con mi blogger, conocerá este relato, el que no, que lo disfrute.]

Puta que estaba caliente, pero estaba muy cansado por el colegio y de pelotear con los cabros como para pajearme. Eran las 11 de la noche y la luz del poste iluminaba parcialmente mi pieza. La ventana de mi pieza daba al antejardín. Es penca la wea porque siempre se escuchan a los weones que gritan y tiran balazos y hay veces en que ni siquiera puedo dormir tranquilo. Estaba con la tula pará pero intenté dormir igual; me costaba porque escuchaba a esos flaites que se gritan de una esquina a otra y puta que molestan. Me estaba quedando dormido cuando el perro del vecino empezó a ladrar.

Escuché varios balazos y un grito de "¡quédate quieto!" seguido de otro balazo. Puta que odié al perro culiao que ladraba y ladraba. Pero filo, otra noche igual de balacera. Me estaba quedando dormido boca abajo restregándome el pico contra la cama. Me movía rico y seguí moviéndome. Sentía que la cabecita estaba a punto de explotar cuando escuché que la ventana de mi pieza se abría de golpe, era una ventana corrediza y se escuchó bastante fuerte. Me levanté para ver qué onda, pero una mano fuerte y grande me tapó la boca y me dijo "quéate callao". Por un momento me costó darme cuenta qué ocurría y lo único que sentía era la presión de esa mano grande y fuerte en mi boca. También sentía una mezcla de olores exquisita, una mezcla de perfume de hombre, de cigarro y de pito, además del cuero que usaba como chaqueta. Su mano olía a metal y cigarro. Este weón me va a matar pensé.




A través de la tenue luz del poste que iluminaba mi pieza vi su rostro. Flaite pensé. Pelito recortadito, un arito diamante en la orejita, un gorro blanco con la visera hacia atrás y muy lindo. Él seguía tapándome la boca alternando su mirada entre mi cara y la calle pare ver si lo seguían. Sentí una wea increíble: fue una mezcla de miedo por la situación y de excitación por el mino rico. Yo todavía tenía la tula pará y este flaite estaba sentado en el borde de mi cama; yo escuchaba su respiración agitada y me dio miedo que se diera cuenta de mi erección. Veía una gota de sudor brillante que corría por su frente. Que ganas de pasar mi lengua por su carita rica, pensé. Es tan linda y masculina. Lo ví, lo olí, lo sentí, lo escuché; pero me faltaba saborearlo. En un acto de irrefrenable calentura abrí mi boca suavemente para que no creyera que iba a gritar y saqué mi lengua para saborear su mano. Qué delicia de manos masculinas; lo miraba a medida que pasaba mi lengua por su palma. Lo sentía más tranquilo y con su respiración menos agitada. Los perros ya ni ladraban y los gritos en la calle habían cesado.


Me miró, pero aún no sacaba su mano de mi cara. Empezó a ver mi pieza y sus ojos se quedaron en mi obvia erección. Luego me miró y se soltó una carcajada. Sacó su mano de mi cara y me dijo "¿qué onda hermano?" "Hee nada, que me despertaste", le respondí. "Yaa, sai que mejor me viro", y se paró acercándose a la ventana. "No espera", le dije y me incorporé a la cama. Me atreví a preguntarle: "¿y por qué venías corriendo? Temí por un segundo que sacara su pistola o un cuchillo y me hiciera daño, pero no. Para mi sorpresa, cerró la ventana y se volvió a sentar en mi cama. Estaba entre la encrucijada de dejarlo partir (u obligarlo a irse) y escuchar su historia a pesar de mi sueño. Me dijo: "estaba con los cauros en la plaza y llegaron los rati, estábamos con unos pitos y puta weón me asusté y salí corriendo y me metí a esta casa" "Ya, pero por fumar un pito no te dicen casi nada po", le comenté. Pero sonrió y enseñó una sonrisa aperlada hermosa con la cual definitivamente me derretí en mi cama. "Pero tengo otros problemas hermano, si los rati me pillan, me meten en cana". No sabía si preguntarle cuáles fueron sus otros delitos, pero quería mantenerlo al lado mío. Sentir su calor junto a mí, sentado en mi cama, con su sonrisa hermosa y su olor a machito, su forma de hablar choriza; la tula me llegaba a doler de lo parada y dura que la tenía.

No quería salir de la cama, porque estaba sólo con una polera y nada abajo. Él se paró y estaba asomado por la ventana por lo que me dio tiempo de buscar un short rápidamente y vestirme. Me lo puse y luego me quedé mirándolo. La luz del poste me otorgaba la posibilidad lasciva de observar esa carita hermosa. Y como estaba de espaldas, le vi un culito redondito y durito a través de ese buzo. Me acerqué a él con un sólo pensamiento en mi cabeza: tocarlo, morderlo, saborearlo, lamerlo, acariciarlo... Llegué a su lado y también empecé a ver por la ventana junto a él, y podía saborear en mi lengua su olor a pito y perfume. La excitación ahora se volvía real. Quería hablarle, pero temía que me hiciera callar; quería hablar para que me hiciera callar. "¿Qué otros problemas tení? me atreví a preguntarle. Él no dejaba de mirar sigilosamente a través de la ventana a la calle: "naa hermano. unas weas chicas no ma". "Pero dime", insistí. Me miró por un segundo y volvió su mirada a la calle, pero me dejó ver esa sonrisa linda, con esos labios gruesos que me dieron ganas de morder ahí mismo. "Robo con intimidación" me respondió de forma escueta. No quise preguntarle nada más por miedo a que creyera que lo estaba interrogando o algo similar. "Ya hermano, mejor me viro. Vale" abrió la ventana y saltó hacia el antejardín y luego saltó la reja de la casa. Me quedé ahí parado en la ventana mirándolo alejarse.


Un impulso de esos que te dan cuando sabes que vas a hacer algo malo me hizo salir por la ventana y seguirlo por el pasaje. Estos lugares eran peligrosos de noche y prácticamente estaba arriesgando mi vida al caminar por aquí, pero sentía que si me pasaba algo, el flaite ese me defendería. Caminé rápido y logré alcanzarlo. Estaba acercándome por atrás cuando se dio vuelta con un cuchillo en la mano. Retrocedí por el miedo y me dijo "¿qué volá hermano? guardando el cuchillo en su pantalón y cuando lo hizo se levantó la polera mostrando un abdomen peludito. No sabía qué decirle, porque no sabía por qué lo seguí. No esperó respuesta, se dio vuelta y continuó caminando. No le dije nada y simplemente lo seguí. La noche estaba raramente tranquila; como buena noche de verano, el clima estaba muy playero. "¿Cómo te llamai? "Jonathan" me respondió. "Yo Eduardo". "Vamos a la plaza donde estaba antes que llegaran los rati" y caminé junto a él. No había nadie y nos sentamos en el pasto contra una muralla. El flaite sacó un pito, lo prendió, le dio tres caladas y me lo pasó. "Hace tiempo que no fumaba uno" le dije y me sonrió. Derretido de placer al lado de él empezamos a conversar.


A parte del mareo obvio, empecé a sentir una excitación nunca antes experimentada. Me dediqué, a la luz de la luna, a mirarlo detenidamente. Hermoso de cara, pelito recortadito, labios gruesos ricos, una sonrisa atractiva, facciones masculinas y sin barba ni bigote. El cuello mostraba una manzana de adán prominente, y su voz era ronca y poderosa. De cuerpo era macizo de musculatura. Espalda ancha, pectorales marcados. Le veía a través de la polera unos grandes brazos y un tatuaje sexy en uno. Como ya sentí antes, tenía unas manos grandes y con las venas marcadas. Me dio buen augurio. Sus muslos eran gruesos y con un culito chico redondito y se notaba durito. Abajo usaba un buzo azul y una zapatillas Adidas bounce negras bien sucias. Yo no sé si él "sentía" mi deseo lascivo hacia él. De repente me dijo "yo siempre he querido tener ojos de color como los de vo'". Ahora yo fui quien soltó una risa. "¿De verdad?" "La dura" Yo le seguí ese juego verbal y le comenté :"yo por más que trato de hacer ejercicios mis brazos no crecen y sigo flaco, ¿cómo los tenís tan grandes?" y seguido de eso se los toqué muy suavemente, y como usaba una polera de mangas cortas metí mi mano bajo su manga y acaricié esos brazos. Lo toqué; lo sentí calentito y durito. Pensaba parar de acariciarlo hasta que me detuviera, pero no lo hizo.


Se movió para que sacara mi mano de ahí. Me sentí tonto. Siguió fumando y lo sentía raro. Por un momento pensé que me iba a seguir el juego, pero no. Hablamos de sus amigos, y cuando llegó el tema de las mujeres realmente me sentí incómodo. "A mí me gustan perversas, que se la traguen toda y que culeen rico. La semana pasá una mina rica con un culo exquisito me la chupó muy rico. Me fui cortao y la culiá se lo tragó todo. Hoo, me acuerdo y se me para. Perra culiá caliente, weón." Miré de reojo su entrepierna y vi un gran bulto. No intentaba disimularlo ni taparse "y vo?", me preguntó. "Ehh, a mí también me gustan que me la chupen rico. Mi polola siempre se lo traga todo y la culeo cuando quiero", mentí. "Así se hace socio" y me pasó el pito nuevamente. Su forma de hablar choriza me calentaba tanto... "Vuelvo al toque" me dijo en voz baja y ronca y se paró. Se acercó a un árbol y vi a la distancia cómo sacó su miembro semierecto de su buzo y arrojó un hilo de agua dorada al árbol. El deseo de ser esa mano que lo agitaba se apoderó de mí. Volvió a mi lado. "¿Cómo se llama tu mina? me preguntó. "Ehh. Ehh", dije "Jaja, ¿no tení mina cierto? Puta socio. Tení que conseguirte una que te lo chupe como se debe y culiarla. Pa eso están" y soltó una carcajada.


Me decidí: lo miré fijamente y acerqué mi mano a su paquete. Rocé mi mano contra el buzo sintiendo su pico ya menos duro. El flaite me miró y me dijo "córrete conchetumare. yo no soy na maricón" “Yo tampoco”. Seguí tocándolo a través del buzo. La imagen vista desde afuera era muy erótica. Yo mirándolo fijamente a los ojos y con una mano tocándole el paquete; él con la cabeza hacia abajo mirando como lo tocaba.


"Córrete maricón culiao" me gritó y se paró rápidamente. Yo todavía en el suelo, me miró e increíblemente me empezó a patear en el suelo. Eso era lo último que quería. Soy fan del amor rudo, pero no tanto. "Para por favor" llegué a decir a pesar de que me costaba respirar. "Yo no soy maricón. ¿Me oíste?" me decía a medida que sentía el golpe en mis costillas de sus zapatillas flaites. Esa wea me calentaba no sé por qué, y sentí que luego de decir eso, volvió a sentarse en el pasto contra la muralla, pero esta vez más lejos de mí, en un lugar más oscuro. Yo tirado en el pasto con un dolor agudo lo miraba de reojo. Todo esto hizo incrementar irracionalmente mi deseo hacia él. Lo veía rudo, violento y machito. Me logré parar, pero me mareé rápidamente por lo que me tiré en el pasto nuevamente. Fue todo tan raro. El flaite exquisito y violento y yo éramos los únicos en esa plaza. No iba a renunciar a tenerlo. Costara lo que costara. Me acerqué a él y mientras lo hacía, lo vi fumándose otro pito. En silencio me fui gateando hacia él. Noté que me miró y puso su pie entremedio. Su zapatilla flaite y su buzo azul incrementaban lascivamente mi deseo de chuparle el pico, de tenerlo y tocarlo. Gateando volví a tocarlo en sus piernas para subir por su paquete.


No lo podía creer. Yo no soy así. La situación por completo me parecía surrealista. Ni siquiera le insisto a los minos con quien salgo y lo hacía con este flaitecito. ¿Sería la calentura, o el deseo de que es flaite? Subía mi mano por su pantorrilla. La tenía durita y bien musculosa. Me entretuve acariciándolo y sintiendo esa musculatura varonil. Pero yo quería más. "Maricón culiao. De verdad te gusta el pico?" me dijo mirándome con una cara entre asco y placer. En gatas, le asentí y, para mi deleite y sorpresa, me agarró la nuca con esa mano grande y acercó mi cabeza a su paquete. Mi nariz tocó su miembro duro y sentí el olor sabroso de su masculinidad. "Si tanto te gusta pendejo maricón, cómete éste" Y soltó una carcajada de maldad. Asfixiado por su olor a hombre, el flaite no dejaba de apretar su mano contra mi nuca por lo que mi única opción era mover mis labios y empezar a masticar su pichula semierecta. La sentía cada vez más dura a través de ese buzo. La sentía casi dentro de mí. Era como si no usara boxers. Lo mordía y el flaitecito gemía con un ruidito de placer que me calentaba más.


"Ya po maricón. No que te gusta el pico. Chúpamelo rico como esta mina que te conté" Vai a quedar pidiendo más, pensé, pero no dije nada y simplemente seguí mordiendo su pichula a través del pantalón. Qué delicia, qué placer superlativo sentir su pico contra mis labios, disfrutar su aroma a hombre. Eso lo hago con cualquier gay, pero de un flaite no, ése es mi placer culpable. Impregnado ya de su olor quería más, como un niño que le muestran un juguete y quiere jugar con él, acerqué mis manos y empecé a tocar sus testículos. Con mi boca lo mordía y con mis manos lo acariciaba por donde podía. Una mano la tenía en sus bolitas y la otra en su pecho y brazos. Sentir las fibras musculosas de esos brazos nuevamente me hizo estremecerme bajo la cintura. Finalmente, sacó su mano de mi nuca, permitiéndome desenfundar su gran herramienta: le levanté la polera y empecé a besar esa caluguitas peluditas, las mordía una a una y pasaba mi lengua entre ellas sientiéndo lo duras que eran; me comí su ombligo y seguí bajando hacia el placer; sin tocarlo con las manos, metí mi boca y mi lengua a través de su buzo y le sentí lo saladito de la puntita de su pichula. Qué manjar tan rico.


Nunca había estado tan caliente. Además de su olor a masculinidad, sentía el olor a pito y me calentaba más. El aire estaba tibiecito, perfecto para sentir su hombría a pleno esplendor. Lo que más recuerdo es su olor a hombre. Él seguía fumando el pito y me dejaba a mí entregarle todo el placer. Ni tonto ni loco, le bajé lentamente sus pantalones y para mi calentura extrema, no usaba calzoncillos. Flaite a lo comando, listo pa la guerra, pensé. Apoyado contra la pared de esa plaza, la oscuridad era nuestra amiga; si alguien pasaba cerca apenas nos vería o creería que éramos unos flaites piteando. Gracias a la tenue luz de la luna, observé con morbo extremo su delicioso pico de 21 cm. adornado por unos pendejitos locos. Peludito, empecé a saborearlo lentamente por sus testículos. Escuchaba sus gemidos de placer y de reojo mientras le comía las bolas, vi que tenía una mano atrás de su nuca y con la otra el pito; sus ojos estaban cerrados. Subí lentamente por sus grueso pico sientiéndolo calentito. Lo sentía rico y palpitante. Sin pensarlo dos veces toqué con un cariño contradictorio a sus patadas la puntita de su pichula. Brillaba de dulzura; no resistí volver a tocarla y mover toda mi lengua por esa cabecita roja palpitante. Exhaló el humo del pito con un gemido obvio de placer; su gemido me dio más ganas y metí lentamente esa pichula flaite en mi boca de pendejo.


Apretaba y succionaba. Quería hacer desaparecer ese pico de 21 cm en mi boca. Cada chupada me lo metía más adentro y cada vez lo gozaba más. De vez en cuando paraba y le mordía la cabezita con mis dientes como su fuera un dulce; y lo era. No quería soltarlo; quería tener ese pico dentro de mi boca siempre. "Así mariconcito" me susurraba el flaite. A medida que más lo chupaba, puso su mano libre en mi nuca y me empujaba a chupárselo más rápido. Me empujaba cada vez con más velocidad con ambas manos y me decía "trágatelo todo. no era lo que querías pendejo culiao maricón" Su forma de hablar choriza y varonil me hizo ser capaz de tragarme sus 21 cm de hombría sin ningún problema. "Hooo, maricón culiao que lo chupai rico" Cada vez más fuerte y rápido. Estaba casi ahogado tragándome eso que tanto deseaba. Lo succionaba cuando me retiraba y le gustaba, le movía mi lengua en su cabecita lentamente y lo miraba. Veía que sus ojos miraban hacia arriba por el placer lascivo de mis movimientos. "Culéame" logré decirle cuando me dio un respiro. "Cállate y chúpamela maricón" Sentía en mi garganta este sabor agridulce que salía de su pichulita rica. La tenía venosa pude notar y también muy cabezona. Cada vez me apretaba con más fuerza contra su pelvis; mi nariz y mis labios tocaban sus pendejitos. Incrementaba la velocidad cada vez más hasta que la pichula deliciosa del flaite morenito rico explotó en mi garganta. Sentí los chorros de su leche en mi boca y me la llenó toda. Él no paraba de pajearse con mi boca y su manjar lechoso salía por los bordes de mis labios mojando sus pendejitos. Ya atragantado me tragué suavemente toda su leche sabrosa. Luego, le empecé a chupar su pico que ya estaba tan durito como antes y le mordía su cabecita hasta que el flaite se puso de pie.


Yo todavía estaba en gatas y lo vi subirse los pantalones. Quería que me culiara, pero no estaba en sus planes. Toma, me dijo, y me pasó un pito seguido de una leve chatetada en mi mejilla. La interpreté como su gesto de "cariño". Luego de eso, se fue y me dejó ahí tirado en el pasto, adolorido aún por sus patadas, pero con la esencia de su cuerpo dentro del mío...


Relato original en : http://flaitecitos.blogspot.com/2010/04/los-pitos-de-la-plaza-parte-1.html

10 comentarios:

  1. que relato.. cuando lo lei por primera vez... los flaites son mi placer culpable... puta que son rikos...

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  2. Tengo caleta relatos para mandar, pero me da una paja enviártelos al correoXDDDD pone un boton en la pagina o nose:3


    Buen relato<3saludos

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  3. Harto falso el relato... aunque no sé si eso sea relevante, ya que sin duda el autor se maneja con arte y talento para encender la imaginación y calentura. ¿O lo habrá copiado de algún sitio de internet? Da lo mismo, pero yo lo hubiese elaborado más apegado al realismo. Calentaría aún más.

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  4. obvio que es falso, amigo anónimo. Es FANTASÍA. Es de mi imaginación. Agradezco tu crítica. Envía tu relato/cuento para ver si se apega más al realismo, como dices
    :)

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    1. Esteban y relatos reales tienes? Yo los que te he enviado acá no son falsos. Quizás le pongo más de mi cosecha en los diálogos para el disfrute del lector, pero si he tenido experiencias con flaitecitos de calle, de esquina, de pobla, de estos volaitos que piden plata pal vicio.

      Me cuesta creer que no fuera real, porque después de todo los hombres en si, flaites volaos, no son tan difíciles de obtener. Sólo es cosa de suerte, un poco de riesgo y saber donde buscar.

      Yo cada vez que salgo de carrete y ando medio curaito, me voy de cacería por ahí. Me han pasado mil y una weas, pero aquí sigo con esta gran obsesión más presente que nunca.

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  5. Wooow. Me encanto el relato siempre han sido mi debilidad este tipo de hombres aca loa conocemos como chacalea o mayatitos... saludos.desde mexico

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  6. muy rico este relato, yo lo habia leido hace caleta pero siempre lo recuerdo

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  7. Pues sera falso pero esta dentro de la posibilidad

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  8. Muy buen relato ajajajjaja wn me iso acordarme de n experiencia y weas me gustaría contárselas pero no se como u.u

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    1. Chucha porqué siempre el wn tiene Calugas, el medio físico el pico le mide 20 cms grueso, y el medio cuerpo, y en Chile el promedio del pico es de 14cms todo chanta

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