martes, 9 de agosto de 2016

Ausencia (Primera Parte)

“¡Cómo se han ido volando, ingrato,
las raudas horas de un tiempo cruel!
Hoy de ti lejos y en otro campo,
y de ti, amigo, tan cerca ayer.
Ayer, tu mano sentí en la mía
con ardorosa y grata presión.
Hoy en los ayes de ardiente brisa
a tus oídos irá mi voz,
porque la ausencia es tan cruel dolor.”


El frío me empezaba a rasmillar todo el cuerpo, me limpiaba los mocos que se caían de la nariz con la manga del poleron, la neblina tiesa manchaba toda la ciudad, el sol no se atrevía a aparecer ni yo a mirarlo a la cara, pedía por favor que apareciera a lo lejos de la calle la luz de la micro, que me agarrara entre los asientos y me fuera a dejar a la cama. La cagué, la cagué, la cagué, mil veces la cagué, y ni siquiera me acordaba bien como había sido, quizás hace años la venia cagando sin darme cuenta, con el poto pegado al fierro del paradero no podía pensar en nada más, la mañana no me dejaba pensar en nada más, tenía un cigarro partido al labio y la cabeza a zumbidos, la cagué, mil quinientas veces la cagué. La micro apareció a paso triste subiendo Bahía Catalina, después de media hora fui a dar a la cama, el olor a muerto se esparcía por la pieza y el zumbido acusador de la cabeza no quería quedarse dormido, ahí me tienen, ahí, tirado a las 7 de la mañana en el colchón podrido de mi pieza, pidiendo por el perdón de los pecados, por la resurrección de los muertos, esa era mi única salvación, la resurrección, tenía que volver a nacer pa poder arreglar la caga que me había mandado.

“Me gustai caleta culiao, me tení enfermo de la cabeza, quiero puro darte un beso”, ahí se cortó la luz, se me pelaron los cables, cuantos años venia guardando como secreto de estado esta confesión, y la había tirado, el Pato miraba con los ojos tensos el casco de la moto, se apretaba el labio de abajo con los dientes, se subió sin importarle lo curao que estaba y desapareció de la calle en menos de lo que podía gritarle pa que volviera, quizás nunca iba a volver, quizás tampoco usé esas mismas palabras, el zumbido no me dejaba acordarme.

El Pato llego a la villa cuando yo tenía 7 años, él tenía 9, esos dos años de diferencia han significado varias cosas, el Pato siempre fue más adelantado que yo en todo, fue el primero que culio con una mina, fue el primero que probo el pito, era el mejor pa la pelota, en el colegio nos iba igual de mal eso sí. Nos hicimos amigos por obligación territorial, el Pato vivía a unas cinco casas, era imposible no terciármelo en el pasaje cuando jugábamos al pillarse, bolaca, altito, agachadita, y así repetíamos los días, las tardes del verano, los veranos que parecían no acabarse nunca, los hermanos mayores pasaban las tardes fumando en la esquina y nosotros como sin enterarnos de nada nos metíamos entremedio de las piernas de los grandes, corriendo, tirándonos algún superpoder, inventando alguna treta sucia pa robarle las monedas que su abuela escondía en una caja de metal. Hacíamos del árbol solitario al final de la villa nuestro centro de operaciones, allí empezaron también a llegarnos las primeras preguntas, la curiosidad, habían más cosas de que preocuparnos, los años entraban sin parar, además de vecinos también éramos compañeros de colegio, hasta que me echaron como en séptimo. A veces nos arrancábamos a la orilla del río, canal más bien dicho, a tirarle piedras a las otras piedras, ¿Talo, cachai a la Camila del octavo c? Esta rica la weona, ¿le tocariai las tetas?, corríamos los domingos a jugar a la cancha, siempre lo miré con un poco de admiración que más tarde se fue volviendo una pequeña envidia, el Pato tenía más habilidad con todo o parecía que las cosas le salían más fácil.

La niñez la recuerdo alegre, salíamos de una y caíamos en otra, cuando su familia iba a la playa me invitaban, la navidad que le regalaron el play 1 fue igual de bacán para los dos, nos pasábamos la tarde sentados en la baldosa helada con los controles en la mano, a veces la jornada se alargaba hasta la noche, iba corriendo a mi casa, ¿mamá me puedo quedar donde el Pato?, es que estamos a punto de ganarle al último mono del mortal kombat, me daba permiso y corría de vuelta la callecita estrecha hasta llegar a su puerta, me enseñaba trucos, tenía unos primos más grandes que eran buenos jugando play y le decían “mira tení que apretar dos pa’rriba, dos pa’bajo, equis, equis, circulo y le hací el medio ataque”, el Pato cuando estaba conmigo me los enseñaba, se picaba si yo usaba el mismo ataque muchas veces, al final terminaba enojado y retándome, “soy malo pa’ jugar bacteria, mejor pone otro juego”, tirábamos el colchón en el living, a veces dormíamos en su cama, nos quedábamos dormidos bien tarde, acordándonos de chistes fomes, de una vez que estábamos en el Quisco y me dio diarrea, una noche me pregunto si alguna vez me lo habían chupado, debe ser rico decía el Pato, le respondí que no, aunque me llamaba la atención la idea, esas preguntas siempre saltaban, el las hacía con incomoda tranquilidad, yo intentaba convertirlo en chiste, las evadía por vergüenza.

Estaba yo en los 11, el dos años por delante como dije, la brecha parecía más grande cada año, el Pato perdía interés en las cosas que hacíamos siempre, me regaló todos los tazos que guardaba en una tubo de papas fritas, las noches jugando play se iban apagando de a poco, su miraba empezaba a cambiar, sentía que me veía como un pendejo, un niñito, a veces derechamente me trataba de weón, ¡es que no cachai po bacteria!, repetía, supe que estaba joteandose a una loca de su curso, que la iba a ver a la casa, yo me pasaba las tardes jugando con otros cabros del pasaje, no era lo mismo la callecita estrecha cuando el Pato no estaba, no la pasaba tan bien, con el teníamos nuestros trucos, sabíamos cómo ganarnos los cartones, como cagarnos a la vieja del kiosco con láminas de dragon ball, aparecía el Pato en la bici bien tarde, me invitaba a tomar once, o me iba a buscar a la casa pa que fuéramos a jugar a la pelota, al canal, y fuimos creciendo más.

Las primeras espinillas traviesas no se demoraron en aparecer, lo iba a buscar al colegio de vez en cuando, “anda a buscarme bacteria porque hay una loca de mi curso que te quiere conocer”, nos hacíamos como podíamos los 500 pesos pa ir al ciber a bajar música del Ares, fotos de minas empelota, trucos del GTA, los domingos recorríamos la feria comprando juegos, después nos íbamos a la cancha y cuando terminábamos con el buzo entierrado pasábamos a comer completos de vuelta a la casa, el Pato tiene el pelo medio café y los dientes bonitos, con el tiempo fue sacando más cuerpo, yo me quede flacuchento, nunca tuvo problemas para acercarse a las minas, le dieron como don una sonrisa coqueta que sabe usar muy bien pa conquistar, siempre se ha creído el cuento, el cuento completo, los años solo le realzaron los dotes de galán, a mí la adolescencia me trato con mano dura, aunque la generalidad de las personas me dicen que “feo no soy”, al lado de él me sentía opacado, en los primeros carretes a los que empezamos a ir era a él al que miraban siempre las locas, claro, se comía siempre a la más rica, yo me veía relegado a buscar otra por ahí.


Se fue haciendo la fama de pelao, se fue haciendo de amigos más grandes, se fue haciendo más misterioso, más callado, más difícil de descifrar, cuando estábamos juntos era raro que me hablara de lo que pasaba, hablaba de minas, de minas, de que fue a carretear y se había comido a la no sé quién, a la no sé cuánto, a la del primero medio, a la del segundo medio, yo le contaba que me estaba yendo mal en el colegio, que estaba a punto de repetir de nuevo, ¡estudia más po culiao!, rezaba su consejo y pasábamos a otro tema, a otro tema suyo, ya habíamos dejado hace rato las noches de play, ahora íbamos a fumarnos un pito a la plaza, nos sentábamos mirando la larga pared que cada cierto tiempo aparecía con un grafiti nuevo, de vez en tanto volvía a recordar que seguíamos siendo unos cabros chicos, yo con 14 y el con 16, sentado a lado suyo pensaba callado en muchas cosas, como que nunca lo he visto llorar, siempre me ha dado vuelta esa idea, nunca lo he visto llorar, el a mi si, muchas veces mientras con cara de piedra o estatua de bronce me ponía una palma en la espalda repitiendo “tranquilo weon, tranquilo”.

El Pato fue mi mentor en muchos temas y pasamos varias noches tristes acompañándonos, tan mal no puedo tratarlo, es frio y probablemente lo sea siempre, aunque la pura presencia suya me bastaba, me reconfortaba, éramos hermanos, lo entendía, yo me demoraba más en alcanzarlo y él se aburría, no le reclamaba, a veces sentía que se le olvidaba que yo estaba a cinco casa de la suya, se le olvidaba pasar a buscarme pa’ que fuéramos a callejear o a tirar piedras, le juraba eterno odio, hasta que aparecía en la puerta de mi casa, en la bici o a pata, daba lo mismo, yo dejaba todo tirado y salíamos, una noche fuimos a un carrete, era el cumpleaños de una amiga que teníamos en aquel tiempo cerca de la casa, el ron estaba de moda, nos llevamos toda la noche intentando comernos a unas locas, eran primas de nuestra amiga, parece, no voy a asegurar nada porque los años han pasado y los recuerdos se van poniendo más espesos, al Pato no le costó mucho echar el ron afuera del cuerpo, no le servían de nada los dientes parejitos ni la mirada provocante, era un weon curao vomitando y ninguna mina lo iba a pescar en ese estado, me lo lleve a la casa, no puedo decir que yo andaba mejor pero me paraba, al menos, caminamos por las calles que se tambaleaban, el Pato se reía, se reía fuerte, parecía otro, diferente del Pato que se sentaba conmigo a fumar, íbamos llegando a mi casa, ¡cállate po Pato que me van a retar!, ¿y que me importa a mí que me rete la vieja Gloria?, me decía, se cagaba de la risa, nos metimos a mi pieza a saltos, chocando con los muebles, apenas pudo sacarse las zapatillas y se tiró encima de la cama, la pieza se pintaba del brillo que entraba por el tragaluz, moribundo el Pato respiraba rápido y silbando en la cama, apoyaba una pierna al suelo, ancla de buque, a mí la cabeza me zumbaba por el ron, me desvestí torpe y me escondí en las sabanas, el por encima, pensaba en la arrogancia que suspiraba a veces ese weon, sin mala intención, habrá tenido muy alta el autoestima, me dai rabia Pato culiao, pero te quiero hermano, pensaba, lo miré con la imagen cortada, se movía la escena, me acerque lento a su cara, puse mi nariz sobre la suya, sentía el calor del aire que botaba, su cara tenía un pequeño reflejo de luz que le delineaba los labios, le pegue los labios sin abrir, me quede reposando encima de sus labios borrachos, no se movió, respiraba igual de rápido, me corrí a mi lugar de un salto, me había llegado el arrepentimiento, el Pato es mi amigo, hermano, somos hombres, Gonzalo, el Pato es tu amigo, me di vuelta escondiendo la cara y me intente quedar dormido, en la mañana confirme que no se había dado cuenta de nada, tomamos desayuno como a las 4 de la tarde, “¿Qué pasa bacteria que estay tan callao?” preguntó, le dije que no pasaba nada, que tenía caña no más, el ron, la noche, la noche de la catástrofe, esa noche nació algo que nunca pensé iba a sentir por un hombre, por ni un hombre, ni por mí mismo.

Las semanas y los meses venideros fueron lluvia tras lluvia, las calles se hacían ríos y yo pensaba en mi error, no desperté sospechas, con el Pato todo anduvo igual, más o menos igual, venía a mi casa, fumábamos en las tardes, carreteábamos algunos fines de semana, me contaba de sus conquistas, estaba andando con una mina de su curso, me contaba muchos detalles que a mi poco me importaban, como se la culiaba, “la weona es una perra en la cama weon”, me decía, yo le miraba los ojos de vez en cuando y se me apretaba la guata, angustia tormentosa, mientras el aura egocéntrica del Pato seguía subiendo, cada vez se mostraba más seguro y avasallador, acostumbraba más a dar órdenes que a pedir las cosas por favor, poco le importaba romper las promesas, los acuerdos no valían mucho, me falló tantas veces, en cosas triviales que ya ni recuerdo, pero me falló, y yo pensaba en que era solo admiración infantil, seguía viéndolo como un hermano mayor, a pesar de los años su personalidad me seguía opacando y aweonando, tenía tanto poder de convencimiento que daba lo mismo lo que hiciera, después de un rato soltando sus palabras firmes con ese tono provocante podía hipnotizar el alma más dura.

No imagino ni logro acordarme cuantas noches estuve despierto hasta las 4 de la mañana pensando en que no podía ser gay y además de eso tampoco podía enamorarme de mi mejor amigo, del niñito sobrado de cariño que me enseñó a nadar, con el que me fume mi primer cigarro escondidos en el baño de su casa, no podía ser, miraba los locos en el colegio, los observaba bien de cerca para sacarme las dudas de encima, ni uno me atraía, era que no me gustaban los hombres entonces, era que solo me gustaba el Pato, el Pato en su simpleza, en su torpeza, me seguía calentando cuando veía minas en la calle, era el Pato el único que me revolvía el pensamiento, me preguntaba si habrá sido que incubaba mi amor por el desde los primeros días de juego en el pasaje o quizás el venir de la adolescencia turbulenta trajo la confusión, de a poco lo fui aceptando, mirándome al espejo en las mañanas, el Pato me gusta, me gusta el Pato, nunca va a pasar nada con él, búscate una mina Gonzalito, búscate una mina y olvídate de su pelo sedoso, tierno como el pelo de las guaguas, olvídate de su cuello, del huesito de la clavícula, de la línea recta que baja de la oreja y dobla hacia el mentón, olvídate de sus brazos lisos, a veces soñaba con dormirme tocándole el ombligo, entre los oblicuos, búscate una mina Gonzalito.

En el colegio el libro se llenaba de rojos, las hojas de anotaciones florecían más y más, antes de que se terminara el año ya me habían dicho me fuera buscando matricula en otro lado, el Pato nunca me iba a buscar al colegio, era yo el que tenía que ir donde el estuviese, buscándolo, olfateando las esquinas, las cuadras paliduchas, los árboles en plena primavera, buscándolo, así había sido siempre y no es que yo aceptara mi lugar como oprimido personaje pisoteado, las cosas no son tan así, era más bien un pacto inconsciente, cosas de personalidad, siempre había sido más capaz de transar que él, siempre había sido más racional, el Pato más impulsivo, no niego que algunas veces me sentí pasado a llevar, se lo hice sentir después, aunque el parecía bajarle el peso a todo, todo flotaba en una estela de poca importancia, las cosas se arreglan, todo tiene solución, esa era su filosofía de vida, pero seguía siendo quien me acompañaba en cada paso del camino, no puedo decir confidente, aun que nos contábamos todo lo que hacíamos nos costaba más hablar de lo que sentíamos, para ambos era fácil decir “oye me comí a tal mina”, difícil era decirnos “oye sabí que estoy triste porque esta mina no me pesca”, siempre nos rodeamos de amigos pasajeros, compañeros de curso, los locos de la villa, los locos con los que jugábamos a la pelota, uno que otro amigo de carrete, con todo el pelotudo que teníamos cerca no hacíamos más que hablar del FIFA, del colo, de la pelá del cuarto, de la nueva contratación del Barcelona, de los porros de tal lado, del carrete del sábado, de las zapatillas nuevas, la vida se iba hablando weás que pal equilibrio del mundo y su espiritualidad trascendental importan un pico, no se nos podía culpar entonces de lo mucho que nos costaba hablar de las mareas internas, del hervor de la sangre, de la frustración vital de aceptar nuestra condición humana que se extingue sin dejar huella, que se escapa a las manos, que nubla toda la cancha, la sala de clases, mi pieza y su pieza, y aun que no pusiéramos toda esa poesía re culiá en palabras, nos entendíamos igual.

Para intentar limpiare un poco por dentro y despejar las dudas me puse a andar con la Bárbara, ella era una mina hermosa, tenía un olor siempre suave a azafrán, las mejillas se le ponían rojas cada vez que le daba un beso, iba en el otro segundo medio, no era tierna pero lo intentaba, tampoco era una pelá reconocida, era una loca piola que empecé a conquistar a punta de mensajes bonitos, era la primera andante que tenía en mi vida, no se demoró mucho en conocer al Pato, se cayeron bien, el Pato echaba tallas, como siempre intentando robarse el protagonismo, con mi ferviente inseguridad tampoco me costó ponerme celoso, no sabía bien de cuál de los dos, si bien me gustaba estar con la Bárbara era más la calentura la que me hacía revolotearle, en cambio en los ojos del Pato podía perderme una tarde entera, me quedaba dormido imaginando que me abrazaba por la espalda y me daba un beso en el cuello, mientras me pajeaba incansablemente pensando en las tetas de la Bárbara, así se dividía mi vida, intenté hacer que no se juntarán los dos, rechazaba al Pato cuando estaba con ella y viceversa, quería mantenerlos separados, aparte de que la pinta de futbolista del Pato y su cara bonita fueran una amenaza para el bien de mi relación, quería desenredar el revoltijo que tenía metido en la guata, tenerlos a los dos juntos al frente no me ayudaba.

El olor a azafrán se volvió rápido colonia barata, el Pato apareció un día en mi casa medio aturdido, andaba volado pero más de lo normal, se sentó en el living y me contó, la Bárbara se le estaba pelando, lo había agregado al MSN y le había dicho que podían salir a carretear, que lo encontraba bonito, maraca culia, maraca bien culia, pensó que el Pato no me iba a decir, “Talo weon, deja a esa culia, no ta ni ahí con vo”, me decía, tristemente la rabia no me duró más de un día, esa misma tarde llame a la Bárbara pa decirle que ya no quería verla, no le di más explicaciones, supongo que habrá notado que el Pato ya había pasado por mi casa a darme la noticia, me di cuenta con mi corto enojo que tanto no me importaba dejar de ver a la Bárbara, me había divertido el tiempo con ella, fueron como tres meses, quizás menos, me picaba más por dentro el darme cuenta de que la lealtad del Pato solo me reforzaba el amor por él, estaba enamorado, no valía la pena seguir cuestionándolo, había que hacerle frente a lo que se venía por delante.

21 comentarios:

  1. Empezaste como el pico.... pero despues el retalo tomo otro rumbo, muy bien contado, detallista, te deja con ganas de seguir leyendo, pero wn... No podi terminar el relato de esa forma, dejas al lector en el aire.

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  2. Buen relato. Quiero saber más, esperaré a que subas pronto el otro

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  3. que buen relato hermano, de todos los que eh leido aqui creo que es el mejor redactado,con muy buena cohesion por cierto, sigue escribiendo, que da gusto leer algo asi, cuidate y suerte. me paso algoparecido cuando era mas pendejo, quizas eso em atrajo xd

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  4. wm... me parecio estar leyendo mi propia historia, espero qué termine bien, como termino la mia, espero leer la segunda parte.

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  5. Que latero el relato, no da para poemas aca

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  6. pinta pa bueno...... pero algo le falta.

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  7. Amigo, me dejaste pal loly, me llevaste a tantos paisajes de mi vida, muchas gracias por el relato

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  8. Buenisimo relato, pero aqui la mayoria viene para hacerce su paja loca. No te desanimes si vez comentarios mala onda

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  9. Me encanta cuando suber relatos así.
    Esta la raja ojala suban pronto la continuacion

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  10. Buen relato compadre, con cuento, eso lo hace interesante y dan ganas de seguir leyendo! Un abrazo compadre, espero seguir leyendo la próxima parte pronto

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  11. Piola, cuando la seguna parte? :B saludos.

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  12. Esta la raja el relato hmn. Quede con el medio cuello sigue porfa ;)

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  13. muy bueno sigue por favor

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  14. Hola :) me encanto tu forma de escribir y tu historia es muy interesante espero con ansias la segunda parte..

    Pd: bonito el estracto del poema o el poema en si

    Manuelxx

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  15. Espero la segunda parte!!! nada como una buena historia de amor con sus chilenismos y esos cortes temporales. Weón, te pasaste :)

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  16. Weon muy bueno. Espero luego la segunda parte. Es penca tener que reprimir las cosas que sientes. Ademas es bkn este tipo de relatos donde se desmuestra amor mas que las weas de siempre

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  17. Oh que lindo y emocionante me arrepiento de no haberlo leído tanto mas que por caliente venir a leer el blogs vengo por relatos como estos en serio me encantan me llegan mucho al corazón y me recordaron brigido mi infancia....

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  18. wenaa la zorra la historia.
    q buena q volviste a escribir y me acorde de esta historia https://relatosflaitecitos.blogspot.cl/2016/01/el-washito-de-cam4-parte-3-y-final.html exigo que el autor se manifiesta y cuente q paso al final!!! ajsjaskjasjk kede metio

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  19. Falta mas calentura jajajajaha

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  20. Hueon, dudé ene leerlo, subía y baja intentado decidir si me saltaba a uno que, segun comentarios, fuera para correrse una paja, pero lo leí y es un relato la zorra, estoy esperando una segunda parte

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