domingo, 11 de septiembre de 2016

Ausencia (Parte Final)

El viernes me llamaba a cada rato, yo andaba en Pudahuel viendo unos primos, me volvía a sonar el celular, “Ya po Bacteria vente luego pa que vacilemos”, le dije que me iba a quedar allá a carretear, “soy maricon Talo weon, quiero vacilar y vo te correteai”, me decía, no sabía que responderle, tampoco me entendía mucho, siempre había soñado con tener la preferencia entre sus opciones, el Pato me estaba insistiendo, casi rogando, que me devolviera a Peñalolén para tomar con él, como si fuera la última vez que pudiéramos hacerlo, era surrealista, un acertijo que no podía descifrar, de adonde había nacido esa chispa por buscar mi compañía, podría ser que el Jerson le contó todo, que me equivoque de nombre mientras lo afirmaba en el velador y se lo metía, imposible, nicagando, si hubiera pasado eso el Pato lo último que querría tener seria mi cuerpo cerca suyo. Llegó en la moto a la casa de mis primos, sin avisarme, felicidad es una palabra que se queda chica para describir lo que sentí al verlo estacionado afuera de la casa, se llevaba bien con mis primos, los conocía desde siempre, “estaba aburrido en la casa po Talo, no taba ni ahí con quedarme encerrao’ un viernes”, preferí no cuestionarle el espontaneo compañerismo que le había surgido las últimas semanas, lo disfruté, nos reímos caleta esa noche, en mucho tiempo no intento comerse a ni una mina del carrete, se quedó conversando conmigo, nos volamos, tomamos caleta de jote, ponía música, su cara tenía un espíritu diferente, sentía que podía preguntarle cualquier cosa, dormimos juntos en una cama chica, respiraba fuerte cerca de mi oreja, no pude dormir sintiendo su cuerpo tan cerca, el calor de su guata, el roce de sus rodillas, en la mañana nos fuimos en la moto a la casa.
Toda la semana me tubo atontado, me dormía y despertaba con una sonrisa aturdida en los labios, suspiraba mirando alguna de sus fotos, no se demoraba en aparecer afuera de mi puerta, a cualquier hora, con cualquier excusa, Talo tomémonos una chela, Talo vamos pal canal, Talo acompáñame a comprar pitos, Talo vamo pa allá, inventaba cualquier cosa, cualquier panorama, yo me ponía rápido las zapatillas y lo seguía, un día sábado me dijo que tenía un carrete donde un amigo en la Florida, iba a ir a ver una wea de la moto y después me pasaba a buscar pa que nos fuéramos juntos, yo aproveche de ir en la tarde a comprar pitos pa tener en la noche, pasé por donde estaba el canelo, el árbol grande que tantas veces nos había escondido cuando arrancábamos de algún problema, lo estaban cortando, iban a hacer unas casas en el terreno o no sé qué cosa, me paré a mirar como lentamente se venía abajo el macizo árbol, arbolito viejo, de que tengo memoria que siempre estuvo del mismo porte, entonces ya era viejo cuando nosotros recién nacíamos, no pude contener la pena, se me anudo la garganta con rabia, cayó al suelo sin hacer mucho ruido, la muerte silenciosa, mal augurio, algo en el viento cambiaba, algo del día me daba presagio de fatalidad, seguí triste el camino, el Pato pasó a buscarme en la noche, llegamos al carrete y nos pusimos a tomar, teníamos que quedarnos, el Pato podía ser una bala perdida pero no manejaba si andaba tomando, conocía un par de locos del carrete, en la mesa la falopa se repartía en partes iguales, los copetes se iban bajando rápido, entrando a la casa se sentía un palmazo de olor a porro y el aire se hacía pesado mientras más pasaban los minutos, en la calle se agrupaban unas parejas, se estacionaban otros autos, a los lejos se oía una pelea, miraba al Pato fijo, como una presa fácil de comer, nos sentamos a conversar en el sillón, me sentía más seguro que nunca, conversamos de algún par de leseras, “que esta rica esa weona”, me decía, cómetela po, le respondí con un tono celoso que no se quiso esconder, “que wea Talito, te pusiste celoso”, se reía burlesco, quería responderle que sí, claro que me había puesto celoso si lo venía suspirando hace tantos años, me paré y salí a respirar un poco, estaba curándome muy rápido, quería agarrar la fuerza que me daba el copete pa poder decirle lo mucho que me gustaba, la noche siguió alegre, bailamos, la gente entraba y salía, no conté los copetes, me sentía bien, más de lo normal, al rato me agarro fuerte la curadera, se me había perdido el Pato de vista, me preocupé, miré con calma y estaba cerca del baño con una loca, muy pegado a ella, parece que se estaban comiendo, ni si quiera quise volver a ver, salí de la casa con los celos terribles, esa semana el Pato se había esforzado por hacerme creer que yo era lo único importante, o mi ego dañado quería creer eso, me senté en la cuneta un rato, el salió después, se me puso al lado y me abrazó, “tai raja de curao Talo, no te querí ir acostar?”, lo miré fijo, me daba vueltas una pregunta, ¿Por qué me gusta tanto este culiao?, seguía mirándolo, perro baleado, me desangraba, “Ya po Talo, respóndeme, no te queri ir acostar, mira como estay po hermano”, déjame weon, le respondí, déjame un rato, “que pasa Talo weon? Que volá te pasó?”, respiré mirando la cuneta, sintiendo el olor a ron que botaba de la nariz, “me gustai caleta po Pato, como no hay cachao, me tení enfermo de la cabeza, quiero puro darte un beso hace caleta, toi loco hermano, no me peguí, pero no puedo seguir haciéndome el weon”, el Pato intentó reírse al principio, me miró con más detención y se dio cuenta que la cosa no iba en broma, deben haberse reventado mil neuronas en su cabeza, era una impresión austera, sus ojos me miraban con extrañeza aberrante, desentendimiento, no parecía comprender lo que le había dicho, lo habré dicho de forma poco clara tal vez o no podía aguantar tanto golpe de una sola vez, se quedó con los ojos pegados al casco de la moto, no pude decir nada más, la lengua me traicionó, las manos estaban tiesas, no era tiempo de arrepentirse, sin pronunciar palabra el Pato se paró del cemento de la calle, agarró fuerte el casco y sacó la moto lo más rápido que pudo, tambaleaba torpe por el copete, yo seguía sentado en la cuneta mirándome las mangas del polerón, ni las lágrimas querían asomarse, el Pato se perdió al final de la calle en un suspiro, no lo atajé, no lo retuve en ni un momento.
Cuando el cuerpo me volvió a reaccionar empecé a caminar lento por los pasajes de la población, el aire me parecía una mezcla de humedad y sangre, las rejas en tono carcelario adornaban la caminata lúgubre que había emprendido, no tenía destino claro, quería caminar y que algún weon me apuñalara pa’ terminar con el sufrimiento, tenía un par de cigarros en el bolsillo, iban a ser mis únicos compañeros esa noche, los únicos que entendían mi pena de amor, caminé arrastrando los pies, la cabeza me zumbaba, miraba los cuadrados de la vereda y la imagen se me cortaba, quedaban varias horas hasta que empezara a salir el sol, después de harto rato dando vueltas llegué a la avenida, los autos pasaban con la luz a medio tono, me senté en un paradero a esperar que el sol me perdonara, que saliera a abrazarme, a decirme que todo iba a estar bien, pasó un pastero y me pidió un cigarro, tenía dos así que podía compartir, entre medio de las fumadas me metió conversa, me vio triste y curao, le di más pena yo a él, le conté que había terminado con una polola, que habíamos peliado, “hermanito, usté tiene que estar tranquilo, las weonas van y vienen, aunque la tuviera hace tiempo da lo mismo, siempre vienen mejores”, su consejo no me era tan practico, siguió su rumbo y yo me mantuve pegado al paradero, las horas pasaron lentas, calle abajo, el frio se hacía presente en todas las esquinas, las rejas negras que atochaban las puertas y ventanas se empezaron a escarchar, los latones de los portones a medio terminar humeaban vapor de frio, ni el sol ni la micro querían pasar a buscarme, la cabeza me daba vueltas girando rápido, se me cortaban los recuerdos, se me pegaban los dedos al fierro del paradero, al rato pasó por fin la micro, ataúd de hierro, lloré mirando por la ventana, cuando fui a dar a la casa los pasajes en toda dirección se reían de mí, los letreros de la calle me abucheaban, tenían que exiliarme de la villa, no merecía volver allí.

Como pude me tiré a dormir, tenía un arrepentimiento negro hundido entre las costillas, al medio, sobre el hígado, se me hacía un hoyo en silencio, me quede raja solo del cansancio, la cabeza me silbaba, era un lento terremoto que oscilaba en intensidad, el frio de la pieza, la curadera restante, la culpa en los ojos, la escena era un oscuro funeral, sin nadie que me llorara, pegué los ojos y me olvidé, a las horas me despertó mi vieja, el Pato había chocado, estaba en el Barros Luco internado, la mamá del Pato había pasado a avisar en la mañana, mi vieja me preguntaba qué había pasado, se suponía que andábamos juntos, mi vieja vio cuando salimos juntos en la tarde, ¿Qué wea pasó Gonzalo? ¿Por qué se separaron? ¿Dónde andaban weando, andaban curaos?, mi cara era un cuadro espantoso, sin sangre, una desolación, seguía evaporando ron, le repetía a mi mamá que no sabía, el Pato se fue como a las 3 en la moto, no lo vi, tampoco me dijo dónde iba, seguía repitiendo, mentira, mil mentiras del infierno, el Pato había chocado y era todo mi culpa, se me va a morir, se me va a morir, todo por mi culpa, iba a cruzar Las Torres corriendo sin mirar a ni un lado, si tenía suerte me iba a matar alguna micro, me puse una polera y las zapatillas sin abrochar y salí de la casa, el viaje en micro hacía el hospital debe ser de los momentos más tristes en mi vida, un cortejo fúnebre, iba con la cabeza pegada al asiento de adelante, no quería mirar a nadie a los ojos, casi una hora de viaje, un carnaval maldito, la casas eran cajas de cartón, las calles ríos de sangre seca, su mamá estaba con unos primos en la entrada de la urgencia, le conté la misma historia que me había inventado, el Pato se fue en la moto como a las 3 del carrete, no me dijo pa’ donde iba, de hecho simplemente desapareció, su mamá no entendía bien, el carrete era lejos de donde había chocado, un auto le pegó desde el lado, parece que se había pasado un disco pare, estaba fuera de riesgo, no había sido tan grave, pero lo tenían sedado, parece que se había fracturado una pierna, tenían que operarlo, el accidente había sido en Santa Rosa cerca de Franklin como a las 6 de la mañana, ¿Qué había hecho el Pato durante esas horas? ¿ de dónde venía, a donde iba?, tenía tres mil preguntas dándome vueltas, su vieja me exigía más detalles, al rato llegó el Jerson al hospital, no tuvo que mirarme mucho pa’ darse cuenta del torbellino que me había pasado por encima, sacó un cigarro y nos pusimos a conversar, el día soleaba de a poco, le conté toda la historia, la verdadera, le dije que era mi culpa, el Pato había arrancado por susto, asco, miedo, rabia, quien sabe, pero se había arrancado, yo lo espanté, con mi mariconeo, nunca debí haberlo mirado con ojos de cariño, era mi amigo, mi hermano, seguía pegándome latigazos en la espalda para expiar los pecados, el Jerson me tranquilizó, me contó lo difícil que había sido para el empezar a aceptarse, empezar a darse cuenta en la cancha que le interesaba más ver a los cabros que el partido, me contó que fue un triste camino empezar a verse distinto, a notar que se calentaba cuando estaba cerca de alguno de sus compañeros de curso o de los locos de la villa, que se le reventaban los oídos cuando nos escuchaba tirar alguna talla sobre los fletos, los maricones, el miedo gigante a que se alejaran de a poco del, que ya no quisieran sacarse la polera frente a el por vergüenza, que los juegos de pendejos se volvieran tallas crueles, más grande era el susto a enamorarse de algún amigo muy cercano, aunque en mi era algo diferente, el único hombre que me gustaba era el Pato, él, tres veces él, mil veces él, el Jerson lograba entender mi dolor, me repetía a cada rato que no era mi culpa, el Pato podría haber arrancado a pata o simplemente haberme pegado un combo pa descargar la rabia, además el accidente había sido mucho después de que decidiera salir volando lejos de mí, me tranquilicé con su apoyo sincero, a pesar de haberlo usado pa’ descargar mis celos y mi calentura tantas noches, el Jerson era el único ser humano de la tierra que me calmaba de ese oscuro tormento.

No me salía el llanto, si el Pato hubiese muerto yo ya estaría siguiéndole el paso, le habían quitado los sedantes, estaba despierto, lo operaron de la pierna, le pusieron unos fierros, lo fui a ver al otro día, caminé intranquilo por los pasillos del hospital, quizás no me quería ver, quizás se iba a levantar de la camilla a sacarme la chucha, cuando llegué afuera de la sala estaba uno de sus primos sentado, se paró rápido al verme, “el Pato dijo apenas despertó que no quería verte culiao, no sé qué wea le habrai echo pero ta entero envenao’ con vo asi que desaparece chuchetumare si no querí que te agarre a combo aquí mismo”, intente contarle que no había tenido nada que ver con el choque, el primo seguía levantando la voz, echándome, baje la escalera rápido, no quería agrandar más el problema, no volví a aparecerme por el hospital, esa misma tarde la vieja del Pato llegó a mi casa, estaba calmada, me preguntó porque el Pato no quería saber nada de mí, le dije que habíamos tenido un atado en la noche por una tontera, una mina, no supe que más inventar, pero insistí en que se había ido varias horas antes del choque, que yo no tenía la culpa, el Pato debe haber inventado la misma historia porque en todos esos días no volvieron a acercarse a mi puerta.

Sé que volvió a la casa como a los 4 días, tenía que estar en reposo casi un mes, después iba a empezar la recuperación de la pierna, tenían que sacarle los fierros, iba andar con yeso quizás, muletas, todo lo poco que sabía del era por el Jerson o algún otro amigo, no me atreví nunca a atravesar el pasaje hasta su casa pa’ poder hablar con él, miraba atrás de la cortina por si lo veía salir, quería llorarle disculpas, quería que se olvidará de mi confesión weona, quería que volviera a buscarme pa’ ir a tirar piedras al canal, a fumarnos un porro a media tarde, el pasaje se resecaba sin su carita de cabro chico, el Jerson lo fue a ver un día, el Pato le contó que estaba terrible enojado conmigo porque cachó que yo me había comido a su ex, me imaginé que iba a inventar una excusa así, también le contó al Jerson que después de agarrar la moto se había ido donde una mina que se comía en San Joaquín, no sé si eso es cierto o era parte de su coartada, también dijo que se iba a ir a vivir donde una tía en Quilicura, que en la casa pasaba solo porque la vieja y el hermano trabajaban entonces no había quien lo cuidara esos meses, en la casa de su tía había una prima que estaba en la casa siempre y podía atenderlo, le costaba moverse, subir a la pieza, ir al baño, necesitaba que lo ayudaran en casi todo, cuando el Jerson me contó todo eso bajo del cielo una tranquilidad enorme que se posó sobre mis hombros, hasta el aire tenía otro olor, me odiaba, no quería verme, pero tampoco me iba a matar, no le había contado a nadie de mi mala decisión, la mala decisión de enamorarme del, a las semanas supe que ya se había ido, iba a estar varios meses lejos, no se iba del país pero a mí me parecían lagos y desiertos entremedio, ya no estaba su risa en la vereda, no estaba el canelo solitario, no estaba el humo ni el grafiti de la plaza, ni las tardes de risa en el canal, yo espero que vuelva de repente a tocarme la puerta como antes, su ausencia es lo único que tengo, espero que vuelva en unos meses a darme un abrazo, a decirme que todo está olvidado, ya no quiero que me ame, solo volver a ser los mismos niños escondidos en los cálidos pasajes de la villa, sé que nos veremos luego, su exilio no es para siempre, yo por mientras me siento en la cuneta a fumar y acordarme de su cara, su cara de arrogante pelusón.

12 comentarios:

  1. wn... me dio más pena, por la chucha.

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  2. Muy buen relato. Con final triste pero real. Ojalá en el futuro las cosas se den como lo sueñas, aunque muchas veces en la vida los sueños, sueños son.

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  3. Relato culiao bueno wn! La cagó. Ojalá con el tiempo cuente si volvió a ver al Pato...

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  4. Ctm es uno de los mejores que e leido en este tipo de paginas tienes un don gigante en escribir y en poder transmitir emociones y sensaciones puta felicidades y medio mucha pena. Ojala poder leer mas historias tuyas felicitaciones y ojala te valla bien

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  5. deja de soñar y vive la realidad, ese wn no esta ni ahi contigo, piensa mas en aquel wn que te dio su brazo amigoy te escucho y estubo ahi conbtigo, el unico wn que ha sabido escuchar y apoyar, es ahi donde debes estar

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    1. La misma wea pienso yo, qué se fije en el Jerson al parecer ese wn es el qué lo va a sacar de la depre qlia qué tiene...

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  6. Hno te juro que me salió una pequeña lágrima, es muy triste wn, ojalá algún día vuelvas a verlo.

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  7. ESTAS HISTORIAS DE OBSECION DE AMAR A UN AMIGO Y QUERER SER CORRESPONDIDO CUANDO EL OTRO ES HETERO......SIEMPRE ME PREGUNTO....ES ALGO ENFERMISO, HICISTE LO MISMO CON JERSON. HISTORIA, HISTORIA........
    UNAS DE LAS MEJORES "EL BESTIA"......SIN TANTO DRAMA.

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  8. Me gusto tu relato, me gustaría que escribieras un extra acerca de como termino el y tambien tu (como has seguido adelante). Y yo se que hay muchos que les ha gustado pero no se atreven a comentar. Me gusta como has escrito la historia y se me hace que has escrito muchos poemas por el, tienes talento para escribir :)

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  9. Seguí toda tu historia que mal, un abrazo forte

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  10. Wn sal de la cuneta, busca un trabajo, termina de al menos sacar tu 4to medio, comienza a conocer otros lugares y otras realidades. El Pato fue una linda historia de amor de adolescente y nada mas, da vuelta la página y comienza a tener una vida propia. Si es verdad tu relato te llevas muy bien con las palabras y las letras de lo contrario que sirva de ejemplo

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  11. Excelente relato me encantó espero que sigas contando estaré atento, siempre nos pasa algo así..

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