domingo, 2 de octubre de 2016

El madrugador

Hola, mi nombre es Nicolás y vivo en Santiago, pero soy de región y estudié acá en la capital. Les cuento lo que me pasó una vez viviendo en una residencia de universitarios, cuando estaba estudiando en la u.

Generalmente soy de esas personas que no tiene problemas para levantarse temprano, me gusta trabajar más de amanecida que tener que quedarme estudiando hasta altas horas de la noche. Precisamente por eso es que muchas veces algunos de mis compañeros de residencia me pedían que los despertara temprano y, así, no quedarse dormidos cuando tenían pruebas (varias veces pasó que algunos tuvieron que presentaron algún certificado médico cuando se quedaron rajas en la cama).
Cuando estaba en 3er año llegó un mechón a la residencia, se llamaba René y estudiaba Ingeniería. Era bueno para dormir y, cuando supo que si me lo pedían yo podía despertar gente, se acercó a mi y me explicó que ya le había pasado que no fue a dar dos pruebas por despertar tarde. Quedamos de acuerdo de que él me avisaría con tiempo y yo lo despertaría cuando lo necesite.
Pasó varias veces eso. Sin embargo, desde la primera vez me llamó la atención. Su contextura física era delgada, tenía buenos brazos pero tampoco era un tipo lleno de músculos. Lo mejor de todo era su barba... se notaba poco que recién había salido de 4to medio. Un día, como a las 6 de la mañana fui a despertarlo porque tenía prueba. Entré a su pieza y el se levantó. Dormía con una polera café y con unos boxers muy holgados. Y a pesar de eso, se notaba que debajo de ellos había un gran pene. El boxer se mantenía casi puntiagudo en su paquete, a pesar de que se notaba que no había amanecido con el pico erecto. Me calenté más que la chucha por eso.
Pasó varias veces que lo iba a despertar y siempre era así, aprovechaba de mirar de reojo su paquete y, luego, imaginarme weas con él. Pasó además que en la residencia empezó a tener fama de caliente... el wn le gustaba salir a carretiar hartó los fines de semana, y se sabía que se había comido hartas minas.
Un día de semana, como de costumbre, fui a despertarlo un día jueves (ya sabía que los jueves tenía controles semanales a primera hora) y toqué la puerta. Entré y prendí la luz. Estaba durmiendo, se despertó y se sentó en la cama:
- Oye wn levántate, tienes control. ¿Estudiante?
- No, no pasa nada.
- ¿Por qué?
- Porque el profe aviso anoche por correo que no íbamos a tener control hoy. A si que entro más tarde-
- Buena, bacan. Ya, me voy.
- Oye oye espera. Tengo que hacerte una pregunta... ¿por qué tienes tanto intereses por despertarme a mi más que a otros que te piden?
- Naa, es que como estás en primero, es bueno que te acostumbres ahora a ser responsable.
- Y tu crees que yo no me doy cuenta que me miras distinto ahí.
(Wn quedé rojo cuando me dijo esa wea... no supe que decirle. Después el wn continuó)
- Mira, la verdad no me molesta... incluso me gusta. Y me gustaría más si pasamos de ver a mirar.

René levantó las tapas de su cama y vi sus famosos boxer. Se metió la mano y saco su pene. No me había equivocado, era enorme. Me tomó la mano y me la acercó su verga... se estaba erectando. Yo, ni tonto, aproveché la situación que nunca pensé que se haría realidad. Tomé su pene y empecé a masturbarlo, se empezó a llenar de sangre... estaba calentito. René se recostó en el catre de la cama y se sacó la polera mientras yo lo pajeaba. Su verga ya estaba dura, medía como 22 cm. y estaba ardiente. Mientras lo masturbaba, de repente, dijo: porfa cómetela. Lo miré y no tuve problema: me acerqué e introduje su pene en mi boca. Empecé a chupársela lo mejor que podía (no era la primera vez que lo hacía... ya les contaré otras experiencias anteriores que tengo).
- Dale, dale, que no te escuchen... sigue sigue...
Su pene me rozaba todos los dientes y su glande se asomaba por mi garganta. Luego, le lamí el glande, parte por parte, bajé por su pene hasta el pubis. Le mordí suavemente sus vellos y seguí bajando hasta su escroto. No recuerdo en qué momento, pero también me saqué la polera y me recostó de cuerpo entero en su cama. Mientras se la chupaba, sus manos empezaron a recorrer mis brazos y mi pecho... me tocaba las tetillas para provocar algún grado de excitación...

De repente sacó su pene de mi boca y empezó a buscar en su velador algo.
- ¿Estás seguro de que querís? ... debe estar por aquí
(Caché al toque que el wn quería que culiáramos. Sacó de entre sus cosas del cajón un condón)
- Wn nos van a escuchar en las otras piezas.
- Pero lo hacemos piola.
Se acercó a mi y me dio un beso... su lengua me recorría la boca, sus manos me recorrían por completo, no me dí cuenta cuando me sacó el boxer y quedamos los dos ahí, en la cama, desnudos, con las sábanas revueltas y la luz del amanecer santiaguino.
Me tumbé sobre su cuerpo y sentí como nuestros dos penes se juntaron. Mientras me besaba, tomo dos de sus dedos y los acercó a nuestros labios. Se los mordí suavemente y con ellos recorrió mi lengua. Los sacó y los acercó a mi culo. Me empezaba a tocar el ano... lo recorría circularmente mientras estimulaba el borde de mi orificio. Luego metió un dedo, muy suave, casi ni me dolió. Adentro recorrió mi culo y, cuando estuve listo, volvió a meter otro dedo. Los movía dentro y tocaba mi interior... por cada palpación yo sentía que mi cuerpo se estremecía, mi pene se levantaba y mi espalda se contraía. Lo miré en ese momento y su cara de concentración por lo que me estaba haciendo me excitó mucho.
Sacó sus dedos de mi ano y tomó el condón. No podía abrirlo y, entre la calentura y la desesperación por follar rápido le pregunté:
- ¿Tenís alguna enfermedad o algo? Yo nada... por último mándale así no más.
- ¿Estás seguro?
- Dale (cabros, esto no lo hagan, debo reconocer que aquí fui muy irresponsable).
Dejó de lado el condón testarudo y agarro con su mano derecha su pene, mientras que con la izquierda me tomó el culo y lo separó para dar paso a su verga. Sentí que su glande tocó mi ano humedecido y se introdujo. Fue como si me hubiesen metido una viga dentro, realmente era un gran pene que llenaba todas las paredes de mi interior. Introdujo todo su miembro y realizó la primera envestida. De mi boca salió un pequeño gemido, pero rápidamente me la tapó y me dijo al oído:
- Que solo sintamos nuestra respiración.
Apoyé mi cabeza en su cuello y empecé a besarlo ahí, mientras su pene me embestía una y otra vez. Empezamos a sudar, en especial él, que era el que realizaba todo el movimiento pélvico. De pronto, el movimiento fue más fuerte... su pene se salió y de nuevo volvió a introducirlo... cada vez más y más profundamente... por cada vez que me embestía yo sentía que mi espalda se electrocutaba de placer, mientras sentía su respiración agitada en el oído... como un susurro.
De pronto me dijo:
- Me voy a ir.
- Termina adentro porfa.
No sé que estaba pensando, pero de pronto se detuvo... se concentró y me embistió el culo tres veces, muy fuerte, mientras yo le mordía la oreja izquierda. En la tercera expiró muy fuerte y sentí que su pene lanzó dentro mío toda su leche. Si ya estaba caliente por dentro, ahora ardía... su semen calentito se derramó en mi interior mientras que nuestros cuerpos sudados no podían más. Aproveché el momento y me masturbé. Acabe sobre su abdomen, también lleno de mi leche. Me recosté sobre su cuerpo mojado de esperma y transpiración, mientras él tenía todavía su miembro dentro mío. Creo que lo tuvo ahí por 5 minutos. No dijimos nada, estábamos cansadísimos y nuestros pechos respiraban aún muy rápido. De pronto, acercó su mano y sacó su pene mojado, mientras sentía que su semen se derramaba de mi ano y me mojaba el escroto; algo también cayó en las sábanas revueltas.
- Creo que te saqué de las dudas, ¿cierto?
- Parece
- Ya, yo tengo clases al siguiente módulo... oye, de esto, nada a nadie ok.
- Tranqui, los demás no tienen por qué saber.
Me levanté, me sequé el pecho con una de las sábanas y me volví, a vestir. Abrí la puerta y miré hacia atrás... ahí estaba de nuevo, ahora completamente desnudo, pero se dio la vuelta y me dio la espalda. Caché que nunca más se volvería a repetir esto y que haríamos que nunca había pasado.
Ya había amanecido en Santiago.

3 comentarios:

  1. Muy bueno tu relato, las cagó. Me lo imaginé todo. Yo seguiré tu historia si es que la publicas.

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  2. "Ya había amanecido en Santiago" amado final.

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