domingo, 9 de octubre de 2016

El Inicio Parte 3

Después de ese primer encuentro que tuve con el Marcelo, pasaron días en que me sentía como el forro anímicamente. Dicen que en una relación, ya sea de amistad o de pareja, siempre uno de los dos termina más afectado que el otro cuando hay separación y bueno, en este caso, no hubo separación, no en ese momento, pero el hecho de cruzar el límite de una amistad que para mí era sagrada, me dejo marcando ocupado. Lo quería, mucho, al Marcelo, pero mis sentimientos hasta ese minuto eran sólo fraternos, casi como de un hermano. Y al mismo tiempo estaba enojado con él, por haberme llevado a lo que él quería, por supuesto no me había obligado a nada, pero no podía dejar de pensar que el copete había ayudado en buena medida, para que por fin pasara lo que pasó entre nosotros. De hecho, si mal no recuerdo, no era la primera vez que el trataba de seducirme; una vez estando en pleno encuentro de jóvenes de la iglesia, en Viña del Mar, mientras nos bañábamos en una piscina de unas cabañas donde nos alojábamos, el se sumergía en el agua frente a mi jugueteando y con sus manos y piernas, me toqueteaba entero, yo tratando de detenerlo, porque no era el lugar más apropiado para que el tratara de seducirme y porque nos podían ver.
Me propuse dejar de verlo por unos días, pero dada la cercanía con que vivíamos el uno del otro, me fue imposible mantenerme alejado por mucho, aparte que el siempre me llamaba al celular o me iba a buscar a mi casa para que saliéramos un rato por allí a caminar, a ver películas a su casa, a escuchar música o lo que fuera con tal de pasar el rato juntos. Como sea, le dije claramente que lo que había pasado días atrás en su casa, jamás se volvería a repetir, que había sido un error, pero que nosotros éramos amigos y no podíamos ser más que eso, que no le convenía fijarse en mi, que yo lo iba a hacer sufrir, que no estaba preparado para mantener una relación, etc. le puse mil pretextos para que no se acercara de nuevo con sus intenciones y con su cuento seductor. Y no es que yo me muriera por estar con él, no, la verdad era que yo estaba en otra pará en la vida, nunca he sido de tener relaciones, nunca me permito sentir más allá de algo pasajero, por miedo a sufrir y hacer sufrir. Para mí no tenía sentido echar a perder una amistad tan bonita, por un error, o porque uno de los dos, en este caso el, estuviera sintiendo algo mas allá de la amistad. Sencillamente no me podía hacer cargo de eso, menos si nunca lo había buscado.
Pasó otro lapso de tiempo en que nuestra amistad seguía la misma dinámica, el de tratar de seducirme y yo de rechazar sus intentos, pero no podía tampoco cortar la relación de amistad con, porque lo quería mucho, a pesar de que él me quería de otra forma, y con el tiempo, empecé a preguntarme qué pasaría si yo le daba una oportunidad de estar conmigo y de darme una oportunidad a mi mismo de ser feliz y de experimentar lo que era una relación de pareja, y el amor. Todo esto muy mecánicamente, a nivel de la mente, pero no de sentimientos, porque yo no estaba enamorado de él, pero al mismo tiempo sentía algo de confusión por lo que había pasado.
Algunos días después, a mi me salió un carrete con unos ex compañeros de la básica y con los que no nos veíamos desde hacía muchos años, y como no había tenido contacto con ninguno de ellos, no quise ir sólo y pregunte si podía ir con un amigo, a lo que no pusieron objeción. La cosa es que llegué al carrete de casa y presenté a mi amigo Marcelo frente a los demás, los que ni lo tomaron en cuenta, después de todo era un desconocido en el carrete. Más que nada nos preocupamos de ponernos al día de que había pasado en nuestras vidas, porque nos habíamos dejado de ver cuando teníamos alrededor de los 11 o 12 años y nos estábamos reencontrando ya adultos, muchos con pareja e hijos, todos emocionados por volver a vernos y empezamos a recordar cosas del pasado, de cuando éramos chicos, compañeros de curso y esa onda, mientras la música, el baile, el copete, el cigarro amenizaban la junta; y mi amigo Marcelo arrinconado como bolsa de basura, aun tímido porque no conocía a nadie.
Entonces me acerqué a el pa preguntarle como estaba, como se sentía, y me dijo que no lo dejara solo, así que ahí me tuve que repartir el tiempo en echar la talla con mis ex compañeros de básica y mi amiguito po, las cervezas y el ron no dejaba de correr y ya siendo las 2:00 am algunos ya empezaban a sentir en sus cuerpos el efecto del alcohol. Mi amigo y yo no éramos la excepción y nos sentíamos ya arriba de la pelota. En un momento, el Marcelo me dice que si lo puedo acompañar al baño porque no sabía donde quedaba y lo llevo po. Afuera podía escuchar los cuchicheos de mis ex compañeros hablando sobre quien podría ser el amigo que me acompañaba, y alcancé a escuchar que decían “seguro son pareja”, yo me reía nomas.
En ese instante, en que mi amigo dejó de orinar, y empecé a hacer yo, me quedó viendo la tula y se calentó el culiao po. Esperó que terminara de orinar y cuando vio que ya estaba sacudiéndomelo, me agarró el pico y empezó a masturbarme. Yo, de inmediato le rogué que parara, pero mi pene en mi mano ya se estaba parando y a eso al Marcelo más lo entusiasmó, así que siguió con la paja, me desabrochó el pantalón, me bajo el bóxer, se arrodilló y vamos haciendo conferencia de prensa, ahí mismo en el baño de una casa ajena, yo entre excitado y preocupado de que no nos fueran a pillar o no nos demoráramos mucho en el baño, porque como éramos caleta, cualquiera podría necesitar el baño, mientras este otro weon estaba atorao chupándome la callampa. Debo reconocer que lo chupaba rico el cabro y me calenté yo también po, así que como me vio mas dispuesto, me sugirió que hiciéramos el 69 en el piso, y yo ya, si ya estábamos en esa, nos acomodamos en el piso helado y vamos chupando pico yo también, un pene piola, ni muy grande, ni muy grueso, creo que la justa medida pa hacer un oral sin atragantarse.
Habíamos empezado recién a hacer el 69 cuando siento que golpean la puerta preguntando si había alguien, y con eso yo volví a la realidad de lo que estaba haciendo, me pare justo a tiempo y alcanzamos a acomodarnos la ropa, antes de que alguien por fuera, metiera el brazo por la ventana del baño y corriera la cortina pa ver que wea estábamos haciendo, un minuto más y nos hubieran pillado. Recuerdo que salimos del baño, haciéndonos los locos, pero seguramente, aunque los demás chiquillos no vieron nada, debieron pensar que estábamos culiando.
La wea es que después de eso, seguimos carreteando hasta tarde, pero yo cada vez que me acordaba de lo que había pasado en el baño, y aunque estuvo rico, me daba rabia con el Marcelo, porque ya era segunda vez que me la hacía yo estando con copete.
Cuando llegó el momento de irnos, estábamos bastante curaos los dos, y a mí me dio todo el odio con él, mientras los demás se quedaron carreteando en la casa, yo fui a dejarlo a su casa, a punto de insultos, reclamos y empujones, hasta llegar a su pasaje, donde el weon se enojó también y me hizo una zancadilla, botándome al suelo. Ahí quedé yo aprisionado, con su cuerpo sobre el mío y este weon del Marcelo dándome de bofetadas, porque decía que él no se merecía todo lo que le había dicho. Yo estaba enceguecido por la rabia, y aunque era más pequeño que él, logré zafarme de sus golpes y antes de irme le doble el dedo pulgar hasta producirle un esguince y lo dejé en su pasaje, gritándome que volviera con él, pero no le hice caso y me devolví al carrete, haciendo como que nada había pasado.

2 comentarios:

  1. Eres un imbécil,no si,la chupaba rico y toda la culpa es de el pero acabaste con su pico en tu boca, Pa mi que todavía no asumes que eris gay,te encanta el pico y el marcelo,deja el miedo po culiao.

    ResponderBorrar
  2. Jajajaja... ya está establecido q le gusta el pico, si a publicado otros relatos antes. Acá está solamente contándonos sus inicios ... jajaja

    ResponderBorrar