martes, 3 de noviembre de 2015

Sin título

Les voy a contar una historia que me pasó ya hace varios años. De cómo comencé a incursionar en el mundo gay.

Me llamo Javier, actualmente tengo 23 años, soy blanco, pelo castaño, desde chico he sido delgado y algo marcado.
Todo empezó cuando tenía 14 años, un verano que viajamos con mis papás al campo. Era un pueblo chico donde casi todos se conocían, pero en los veranos llega mucha gente de otros lados a pasar sus vacaciones.
Los días andaban lentos por no decir aburridos hasta que conocí a Leito. Él era el hijo de los dueños de las cabañas donde nos quedábamos. Era un chico dos años mayor que yo (16) físicamente similar a mi, pero se veía más chico. Una tarde nos juntamos con Leito para ir a una playa a la que no muchos frecuentaban pero que según él era bastante piola.
Llegamos a la playa y efectivamente era piola, no había nadie.
Recuerdo que Leito me dijo que nos metamos al agua, pero ninguno andaba con traje de baño, así que nos metimos en bóxer a nadar. Cuando se sacó la ropa sentí el primer deseo extraño, algo que no había sentido, me llamaba la atención como se le veía el cuerpo con ese bóxer negro corto apretado, se le marcaba todo.
Los días pasaron normales, y las visitas a la playa se hicieron diarias.
Un día, mientras jugábamos en el agua a Leo se le ocurrió que nademos sin ropa. Yo era bastante tímido en ese tiempo, y él se veía bastante canchero, llegó, sacó su bóxer y lo tiró a la orilla de la playa y yo hice lo mismo. Se sentía bacán nadar sin nada.
Cuando salimos del agua yo me apresuré a buscar mi bóxer porque me daba un poco de vergüenza que me vea desnudo, a lo que Leo inmediatamente me interrumpió diciendo: “Dale, andemos así, total no hay nadie y somos hombres”. Yo accedí un poco avergonzado.
Nos tendimos a tomar sol y comenzó una interesante conversación.
Leo: “y has tenido mina” (me pregunta mirando al cielo). Yo le cuento mi poca experiencia, y que a lo más he llegado a besos. Al parecer Leo tenía mucha más experiencia que yo.
Me empieza a contar que él ha llegado hasta a tocarlas, pero nunca ha tenido sexo.
La conversación comenzó a tornarse cada vez más caliente, a lo que mi pene de en ese tiempo unos 16 cm reaccionó y tuve una erección que atiné a disimular con mis manos.
Quedamos un rato en silencio (los dos mirando el cielo) y siento como la mano de Leo comienza a moverse lentamente a un costado mio. Levanté la cabeza y me di cuenta de que se estaba haciendo una paja discretamente. En eso me mira y me dice: “Me quiero pajear wn, estoy caliente, y parece que tú igual”. Respondí con una risa nerviosa.
Me traté de sentar para mirarlo un poco y noté ese pene, como del tamaño del mio pero grueso, casi ningún pelito y ya brillaba de lo mojado que estaba.
Nos empezamos a pajear uno al lado del otro. Leo empezó a gemir y eso si que me calentó, estuvimos un rato así y me dice que está por acabar, y yo le digo que igual. Acabamos al mismo tiempo, saltó todo el semen sobre nosotros y varias gotas suyas sobre mi cuerpo. Nos reímos y nos metimos al agua.
La historia se repitió varios días. Nos pajeamos en el agua, en el campo, en la playa y hasta hacíamos competencias.
Pero todo cambió el día que me invitó a carretear con unos amigos suyos del pueblo, se dieron inicio a las vacaciones más sexuales de mi adolescencia.
Lo demás para otro relato. Saludos!

4 comentarios:

  1. Bien redactado, pero muy corto

    ResponderBorrar
  2. Muy rico y cortito!!! me lo imaginé todo... continúa por favor!!

    ResponderBorrar
  3. Se hacen los interesantes los qlos cortando los relatos....

    ResponderBorrar
  4. Bien adolescente el relato, caliente y breve... se dan cuenta de que tiene mucha similitud con el sexo en si? Llega el orgasmo y jamás hay mas de tres lineas después

    ResponderBorrar