miércoles, 22 de julio de 2015

Amigo sin ventajas 3


Estuve pensando mucho rato en cómo responder el mail y en cómo quitarme la estúpida sonrisa desde que leí el mensaje de Pedro. Finalmente, decidí escribir las siguientes líneas:


Hola Pedro. Gracias por acordarte de que acá en Chile hay gente que te extraña. Yo no tengo miedo a decirlo ni tampoco voy a inventar un juego de palabras para que lo descubras

(De alguna forma tenía que expresar mi molestia por esas 3 semanas que estuvo ignorándome).

Ahora bien, pasando a temas más importantes ¿Qué tal el trabajo? Y sobre todo ¿Por cuál shampoo reemplazaste el que usabas en Chile?

Un abrazo,

Rafa.


En esta dinámica de correos y mensajes estuvimos los meses siguientes. Nunca quise volver a tocar el tema de mi cursi declaración de amor y él tampoco lo volvió a poner en la palestra. Con el paso de los días en ningún momento mis sentimientos hacia él se modificaron, pero Pedro insistía en desviar o saltarse los fragmentos en que los mail se tornaban un poco más cariñosos.

Durante ese tiempo, en uno de los tantos carretes que organizaban los amigos, conocí a Camila; una hermosa morena que intentó varias veces que saliéramos solos. Si bien me rehusé, no miento en que este evento hizo enredar más mis pensamientos. Sí, entiendo que esos cuestionamientos los debería haber tenido a los 15 años, pero antes de Pedro nunca había sentido una atracción (sentimental) “real” hacia otro hombre.

Por supuesto que recurrí a la experta en situaciones amorosas para recibir sus consejos. María Cristina, como siempre, resultaba ser más pragmática a la hora de indicarte posibles caminos a seguir. Su veredicto fue el siguiente: “¿Por qué no tiras con un hombre? O mejor, ¿Por qué no te tiras a un flaitecito? Así después cuentas tu experiencia en ese blog que encontraste hace algunas semanas” (si supiera dónde estoy publicando sus consejos me pediría derechos de autora). “O por lo menos ve un poco de porno gay para que aprendas, rió”.

Descarté la primera y la segunda opción porque, estúpidamente, sentía que hubiese sido como cargarme a Pedro. Por supuesto que él nunca se enteraría, así como yo tampoco tenía idea de sus andanzas canadienses. Por lo tanto, me decidí a ver porno gay en uno de los tantos sitios disponibles.

Recuerdo que era un martes en la noche, después de la pega, y busqué “pareja gay chilena”, por lo que el buscador lanzó varias opciones que se veían llamativas. Intenté buscar el que se viera más real e hice click sobre él. Paso a describir lo que vi:

Se veía, en un comienzo, a un tipo flaco, lampiño y desnudo que esperaba solo en una habitación mientras acomodaba la cámara. Luego de eso se apresuró a volver sobre la cama mientras entraba un sujeto en pantalones de buzo y gorro: “Apúrate que estoy apura’o y caliente” (sí, así de redundante era la frase), le dice. En eso el que estaba desnudo le sube la polera y empieza a lamer su guata y baja hasta hacer chocar su lengua sobre el buzo azul. “Mira cómo se me para cuando haces esa weá”, le dice el de gorro. En eso sin más rodeos saca su pene, bastante grande por lo demás, y el que estaba desnudo comienza a chuparlo, pero no mucho, como si sólo lo preparara para lo que realmente buscaba. Entonces se escucha un: “mételo entero” y deja de chuparlo para ponerse en cuatro sobre la cama. El loco de gorro no espera mucho y acomoda su pene. Se nota que le costó que entrara y no dejaba de repetir: “me gusta que siempre estí apreta’o” y luego que consigue meterlo, tapa la boca del que estaba recibiendo y comienza con un movimiento fuerte haciendo gritar al jovencito desnudo. No estuvieron más de tres minutos y el tipo que lo metía da vuelta al lampiño y le dice: “como siempre, en tu carita” y el tipo se corre en la cara y el pecho del que pedía que todo fuera más y más fuerte. Luego se sube el buzo y se va. Para terminar la escena, el otro, se acerca a la cámara mostrando toda esa leche repartida por su cuerpo.

Por supuesto que terminé el vídeo y me masturbé pensando en una escena similar. No obstante, la única escena más cercana era el sueño que había tenido con Pedro, ya que los recuerdos reales eran con mujeres con las que había tenido buen sexo. Fue raro el cruce de imágenes que confundían la fantasía con lo que había vivido. En realidad era casi una orgía bisexual la que se me venía a la mente, lo cual no dejaba de ser entretenido.

Omití mi experiencia con el porno gay a mi amiga, pues con M. Cristina podría tener mucha confianza, pero tampoco quería que supiera que me hice tres pajas gracias a su sugerencia. En todo caso me daba risa esa nueva terminología descubierta, ya que uno no le dice a una mujer: “estai apretaita” o “como siempre, en tu carita”. Concluí, entonces, que el porno tiene bien cagá a mucha gente (ese era el comentario moralista del relato).


Y bueno, llegó el gran día. Pasó mi cumpleaños, pasó el 18 de septiembre, Halloween y las fiestas de fin de año. Llegó el verano y con él, también llegó Pedro. Después de 5 días en Chile (en el que yo no lo había visto ni habíamos hablado mucho), María Cristina organizó la bienvenida. Estaba nervioso; busqué mi mejor ropa, compré un vino y me dirigí hacia el departamento de mi amiga.
Ella había pedido que yo estuviera unas horas antes de lo que había acordado con la demás gente, para que le ayudara con la preparación de algunas cosas con las que planeaba recibir a los amigos y al recién llegado.

Después de dejar todo listo y faltando una hora para que empezara a llegar la gente, nos sentamos a conversar y a tomar vino. En eso, María Cristina pone una cara de horror y me dice: Pedro me acaba de escribir de que está esperando el ascensor. No pude evitar el ponerme rojo.

Entonces, M. Cristina, con mucha severidad me dijo: Weón, este es el momento para que arreglen todo.
T O D O. Yo voy a ir donde el mijito rico de mi vecino a preguntarle cualquier cosa. Además, aprovecho de verlo. Tienes 30 minutos. Salió del departamento y a los dos minutos golpearon.

-Pedro, dije, cuando lo vi. En esos momentos todas las palabras me abandonaron y sólo atiné a estrechar mi mano y darle un abrazo muy apretado.

-Rafa, respondió él y me devolvió el abrazo con la misma intensidad que yo se lo había ofrecido.

No sé cuánto rato estuvimos abrazados, pero no hubo ninguna palabra de por medio. Luego lo solté y lo invité a que se sentara, mientras explicaba que nuestra amiga andaba arreglando algunas cosas con el vecino.

-Apuesto que le echó el ojo a ese vecino, siempre es la misma técnica, dijo esbozando una sonrisa pícara.

-Una copa con vino? Continué.
-Bueno, gracias.

-Una vez con nuestras copas, hablamos brevemente de cosas triviales como el vuelo, el regreso, la familia, la experiencia en general.

-Sabía que tenía que iniciar pronto la conversación y tomando ánimo suficiente, dije:
Te eché harto de menos, weón. Pensé que no iba a pasar nunca el tiempo, pero contra todos mis pronósticos estos meses pasaron rapidísimo.
-Sí, yo igual los eché harto de menos (ese plural usado para expresar el mismo sentimiento fue terrible).

-Sí, pero tú tenías tu vida nueva. Yo tenía la misma vida, pero sin ti, comenté para llevar la conversación hasta donde quería. Además no quiero ser inoportuno, pero aprovechando que estamos solos, nunca entendí del todo la información de tus mensajes. ¿Eran tus juegos de palabras o tus indirectas una forma de respaldar lo que yo te dije antes que te fueras?

-Su cara de desconcertado fue evidente. Se puso rojo y atinó a decir: “Es más complicado de lo que crees. Rafa, yo no quise contestar de inmediato porque quería tratar de entender lo que pasaba y lo que me pasaba. Si te digo la verdad, por supuesto que tú estás sobre todas las amistades que he tenido, y el sentimiento que tengo hacia ti es sincero. Eras la persona a la que más extrañaba mientras estuve allá”.

-Esa no es una respuesta a mi pregunta. Creo que debes ser mucho más específico: ¿Tus sentimientos son en algún punto similar a lo que yo siento por ti?

-No lo sé, no lo sé, Rafa.
-No te preocupes, Pedro. Es tu regreso lo que vinimos a celebrar y no quiero arruinar tu noche. A mí me queda claro lo que somos: somos buenos amigos, quizás los mejores amigos, pero nada más: somos amigos sin ventajas.
-No sé si ese es el mejor término.
-Yo tampoco lo sé, pero sí es una buena forma de terminar la conversación. Dije con frialdad.

En eso sonó el timbre. María Cristina corrió y se abalanzó sobre Pedro y lo llenó de besos: ¡Mijito Rico! ¡Dime algo bonito en inglés o en francés! ¡Algo canadiense! Gritó llena de risa.

-Hola bonita, dijo él, menos mal que tocaste el timbre o quizás cómo nos hubieses encontrado con Rafa, por suerte no alcanzamos a quitarnos la ropa, dijo.

-No le encontré sentido a su broma, pero mi cara de disgusto pasó desapercibida. Pedro se cambió de lugar y se sentó en el futón donde yo estaba y se puso en posición horizontal apoyando su cabeza en mi muslo y sus piernas quedaron fuera del futón donde estábamos.

-Sin cruzar palabras puse mi mano por debajo de su mentón, comenzando a acariciar su barba. Luego hablé: ¿Estás cómodo, mierda?

-Sí, estoy más cómodo que nunca, Rafa.



(Continuará. El próximo relato es el final y pido disculpas por no haberlo hecho más breve o en menos partes, ya que con el trabajo y con lo que ha ocurrido, ha sido difícil dejar un tiempo para escribir mi experiencia. Un abrazo!)

10 comentarios:

  1. Nooooo! Me mueraaahhh!

    Muero por saber el descenlace de este relato!

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  2. Noooo!!! Pero como dejas el relato asi :( habra que esperar, no te pierdas xD saludos.

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  3. Tan rococó todo weona... xd

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  4. Amigo mejor comparte el video que viste...

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  5. Que passooo!!! Interesante tu relato, espero que mandes pronto la proxima parte :D

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  6. me interesa saber el link del video porno

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  7. postea el link del video porno ph wn !!!

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  8. Chiuuuu. Yo también estoy soltero, sin hijos. Con la diferencia que canto bien. Jajaja. Buen relato, me gusta la secuela :D #TodosQueremosUnPedro.

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