sábado, 12 de diciembre de 2015

Combo Maletero

Habré tomado la micro a eso de las 12 y media, el olor a sábado santiaguino se respiraba hondo y se colaba entre todas las rendijas de los viejos adoquines y pasajes de Matucana, andaba webiando allá cerca de la quinta normal tomando chela tras chela con un par de amigos mientras escuchábamos el tamborilleo interminable de los batuques que se juntan de vez en cuando a celebrar alguna que otra tonterita, ese día ni me acuerdo cual era la razón de tanta chela, habrá sido por algún alegato juvenil o por las puras ganas de webiar, en eso me perdí, en una de esas caminatas pa ir a mear en un arbolito escondido, se me perdieron mis amigos y viéndome sacado de mi jaula me sentí pájaro abandonado, estaba lejos de la casa pero alumbraba un billete de 10 lucas mi bolsillo, mal no la iba a pasar, y aunque sin plata la paso bien igual, acordarme del billete me dio más ganas de seguir tomando, mis amigos quien sabe a donde habían ido a parar, entonces pajarillo perdido emprendí el rumbo pa la Alameda a tomar la gloriosa, el caleuche humeante de las avenidas por donde nunca paso el hombre libre pero si tanto y tanto curao pendenciero, la 210, micro donde solo dios sabe porque nunca han matado a ningún cristiano.
Camine firme y derecho, cruce hasta el paradero que por esas horas todavía se llenaba de gente, de caras recién salidas de la pega, otros tantos que se negaban a dejar la fiesta pero que morían con la cabeza apoyada al vidrio de la micro, y los de siempre que recién emprendían la marcha a alguno de los muchos destinos donde se juntan los desdichados corazones curahuillas en esta ciudad, y ahí sentado yo con la cabeza mareada, solo, como rozando mi cama, me separaba una hora y media de viaje de mi dulce cama, pero algo adentro me gritaba en ritmo alegre que la vida es corta y que cuando uno menos lo espera le llegan las sorpresas, que como me iba a ir acostar tan temprano, si el carnaval gris de las sirenas recién comenzaba, si los amigos se hacen en todas partes. Pase el torniquete y me adentre en la micro que alumbraba las caras de los espectadores con ese tono blanco y verde que una que otra vez refleja las luces de los demás autos, y la micro venia vacía, claro porque el recorrido parte pocas cuadras antes del paradero donde estaba yo, pajarillo perdido que busca nido en esa micro, y aprovechando el espacio me acomode en los últimos asientos, allá donde suele sentarse el diablo, sin importarme el posible cogoteo a la mitad del trayecto me apoye con una rodilla al fierro más cercano y mi cabeza pegada al plástico caparazón interno del bus pinganilla se dispuso a dormir para acortar el vuelo. Habrán pasado uno 20 minutos cuando de un salto pegue las alas al fierro de adelante, una frenada brusca me pego al cuerpo un cuetazo y me di cuenta que ya había llegado a la Plaza Italia, claro, como no cachar que estaba ahí si como un puro pestañeo la micro se había llenado de punta a punta, de proa a babor, y bailaban adentro los fantasmas errantes de brujos, náufragos, putas, sirenas y uno que otro hincha del colo, en eso me senté derecho pa no incomodar a mis nuevos compañeros de viaje, mis ojitos divisaron a mi alrededor unos cuantos viejos durmiendo raja, una simpática chiquilla de jeans apretados y unos loquitos morenos de mi edad, iban conversando no sé qué cosa, que los pitos de la chica Jessica, que cuando se habían curado en la casa de una tal Camila, y se reían de acá pa allá, y yo miraba pa fuera pensando que las veredas nunca se iban a acabar.
Al rato de viaje típico, de uno que otro cigarro prendido y el alego en el acto de la señora vigilante de los primeros asientos ¡oye apaguen ese cigarro no ven que hay guaguas acá cabros culiaos!, y las risas entrecortadas, se subieron por la mismísima puerta del final dos malditos, de esos con los ojos perdidos en la inconmensurable desgracia de la noche del Santiago eterno, dos luciérnagas tristes con hambre de riña, de romperle la calma a quien se le pare al frente, a quien cruce la mirada y se clave entre los ojos imponentes de esos dos. Y mis ojos tuvieron la mala jugada de moverse en la dirección justa donde volaban las pupilar de uno de esos poco amigables pasajeros, se me acerco altiro, hermano me dijo, y su palabra falsa me clavo el cuero, porque se le dice hermano solo al que se le hace bien, pero este me había encontrado carita de perkin quizás, sabrá el que esta carita también caza guarenes, pero a él le habré parecido presa fácil, hermano, hermano, teni hora que me digai?, no, no tengo, no tengo celular, ¿Cómo que no teni celular perkin culiao?, en eso escamas de serpiente se deslizaron negras a mis bolsillos, mientras su compañero me agarraba por un brazo y del cuello casi por acto de magia, será que la adrenalina hace que el cerebro procese más lento, porque yo nunca vi en que momento me tiro las manos el otro carroñero, triste suerte la de ellos porque era verdad, yo no tenía celular hace como un año, o si no hubiese llamado a mis amigos que se me quedaron en la Quinta normal no cree usted, tampoco me sabia sus números de memoria o si no otro cuento estaría contando, pero como no hay quien le haga entender a hábil cogotero se me tiraron de una a rescatar lo que pudieran, ni ahí, no sería la primera vez que me intenten robar, y no soy paco frustrado, hay que abolir la idea de propiedad privada, pero ese es otro tema, le tenía más miedo al filo de un punzón o un combo maletero, pero ese combo les llego a ellos, uno de los loquitos que se reía con sus amigos antes ahora me defendía del asalto en curso. ¿Qué andan cogoteando en la 210 jiles culiaos? ¡Vayan a robar a otro lao domésticos culiaos!, y no sé si habrá sido con mucha fuerza el golpe pero se armó la masacre, entre todo el sector final de la micro sacaron cagando a los dos malditos que me intentaron cogotear, el chofer de una maniobra abrió las puertas y pa fuera los muchachos, me cague de la risa porque las 10 lucas seguían en el bolsillo, ni las sintieron los weones, los loquitos que me habían ayudado me daban su apoyo anímico, pero yo no estaba más que cagado de la risa por la escenita, total no sería la primera vez ni la última, a quien le gusta andar vagando le pasan las mil y una, y este cabrito tiene más que una mala talla que contar.
El grupo de amigos iban cerca mío, se bajaban igual en Puente, eran de distintos lados, uno de Elisa Correa, otro par del Sotero, y uno que otro de la Plaza, amigos del colegio, pero ya habían salido hace un par de años, venían de vuelta del Bella, y era temprano todavía, habían estado en la tarde tomándose unas chelas pero ya se iban pa la casa a descansar, unos trabajaban al otro día, no me acuerdo del nombre de todos pero me habían ayudado y nos fuimos conversando en lo que quedaba de camino, nos reímos harto del frustrado asalto, porque si usted viera a los weoncitos que me querían cogotear, pal chiste si no tenían ni brillo en los ojos, consejo pa quien ande choreando, comparito, si quiere salir a ganarse las moneas hágalo lucido, pero no vaya a andar arriba de la pelota salvándose po que le va a salir el tiro por la culata si no puede reaccionar, más vivito pa la otra. Entre paradero y paradero la micro se vacío, un par de amigos del grupito se bajaron, uno que otro beso en la mejilla y apretón de manos, me quede al final con dos locos del grupo, el Carlitos y el Nico, eran tela los chiquillos, el Nico había sido el que le pego primero a los culiaos, el que salto a defenderme, de buena onda nomas dijo, porque él no pasaba a los culiaos domésticos, entre pobres no nos robamos, soltaba de vez en cuando, esa wea no se hace, es falta de respeto, y su conciencia de clase me hizo mirarlo con aprecio, me cayó bien altiro.
El Carlitos y el Nico se bajaban en la Plaza igual que yo, incluso tomaban conmigo la misma micro pa la casa, no vivíamos tan cerca pero nos servía la misma, aunque el Carlos se bajaba antes que nosotros. Fin del recorrido, desembarcamos en el periférico puerto, caminamos pal otro paradero a paso rápido, un cigarro suelto, una que otra talla, en ni un momento mis dulces pupilas se atrevieron a mirar con deseo califa a ni uno de los dos, el Nico estaba más o menos, el otro con un vino demás, pero con la escena de la micro se me habían ido las ideas de seguir tomando y el hambre de carne masculina a esas horas. Rompió la espera una frase de oro, ”tengo puras ganas de seguir vacilando”, canto el Nico afinadito y claro, “me quede con el hocico caliente y estos weones no apañaron”, volvió a cantar pero con más armonía, con un tono autentico, el Carlitos trabajaba al otro día, y yo no era lo suficientemente conocido como pa invitarme una chela, llego la micro y nos subimos con el sabor de que quedaba el último tramo pa la casa después de un viaje tranquilo y un día de tomatera calmada, era hora de acostarse, de poner la alarma, de correrse una que otra paja, y al otro día volver a bailar la cumbia del ciudadano, el Carlitos se bajó, tenía la esperanza de que me lo iba a encontrar algún día en la calle y lo iba a saludar levantando la cabeza o quizás ni me iba a acordar de su cara y pasaría de largo con mascara de parece que erai tu pero prefiero hacerme el weon. Nos quedamos con el Nico en la micro, y parece que tenía atorada la invitación hace rato, “oye weon, tomémonos un copete? No me quiero entrar todavía y vo no teni nada que hacer mañana dijiste, pa pasar el mal rato de la micro po”, le dije que si silbando las letras, si eso había pensado de que llegue a la Alameda, quería puro seguir tomando, porque es lo que mejor se me da aunque al segundo litro de vino la lengua se me erice y me ponga a contar los secretos de Fátima, pero pa que vamos a estar con leseras, me gusta el vino por herencia genética y uno no puede negar sus raíces, entonces le dije que si de una, cual novia en el altar, aceptando la inocente invitación, como tantas otras he aceptado, total me quedaba relativamente cerca de la casa, y que le hace el agua al pescao, no me vaya a decir que nunca se entregó usted a la tentación, y si no lo ha hecho hágalo que o si no se va a morir santificado pero infeliz. Nos bajamos altiro porque la botillería estaba a la vuelta, compramos un vino y una cajetilla de cigarros, sin bebida porque no había más plata, yo tenía pero ni weon me iba a gastar todo si había funao hoy día mañana tenía que ser mejor, me converso de su familia, de su historia, había dejado de trabajar una semana antes porque le molestaba que lo mandaran, el Nico era un loco de aquí, moreno, de pelo corto, unos ojos grandes y labios carnosos abajo, se notaba que jugaba a la pelota de vez en cuando, le florecían canchas de tierra y multicanchas iluminadas en los labios, las piernas las tenía pintadas de patadas y tiros al arco, se notaba que era bueno pa los combos, me lo había demostrado arriba del bus fantasma que ya no era más que un recuerdo mudo, era sencillo de complacer, se reía a cada rato y me preguntaba distintas cuestiones, preguntas una tras otra, tenía ganas de conversar, era fácil leerle los ojos, sus manos contaban otras historias también, le seguí el ritmo como pude, y el vino ayudaba a que no me quedara atrás.
Estábamos sentados en los juegos de una plaza escondida, no había otra luz que la de los focos naranjos de la periferia, pero unos árboles nos escondían más, como protegiéndonos de algún peligro, de algún daño, abrazándonos, como si la calle misma nos cubriera para que nada nos fuera a pasar, como guardando un secreto, yo miraba a los lados y todo me decía que podía confiar en él, no habían ni autos, ni perros, ni un alma en pena, nosotros dos con el cigarro en los dientes y el vino amargo, de un tema a otro me dijo que había terminado hace dos meses, que en su casa tenía problemas, su mama se había enterado que era bueno pa jalar y le había pegado, pero él hace rato que a su mama no la veía como autoridad, la señora se había mandado varios cagazos, y se le había caído la corona, ya no mandaba más, a mí me quedaban cinco lucas, por la buena onda tenía que sacarme algo, como tan cagado si al otro día igual de alguna forma me iba a hacer plata pa carretear, como la nombró le dije que si quería fuéramos a comprar una bolsita, ni tonto ni perezoso se adelantó a decirme que conocía una mano de renombre, que se lo iba a agradecer, tanto corazón a sus palabras me gustaba de una rara manera, como si hubiese sido un gran amigo que hace mucho tiempo no veía y hoy día nos habíamos reencontrado, caminamos entonces por unas cuadras, por esas calles angostas, donde las pozas de agua se forman manantiales urbanos que nadie sabe de dónde salen, y los focos seguían palpitando, recordando a cada paso que ellos nos iban a cuidar, después de llegar a una casa enrejada y comprar lo pactado, nos devolvimos caminando a los juegos donde estábamos, porque ya habíamos hecho ahí una guarida inconsciente, en silencio habíamos contraído con esa plaza un trato de sangre, un pacto de silencio, y sentados otra vez donde mismo seguimos conversando, a ese hombre parece que nunca se le iban a acabar las palabras, y yo le seguía los labios palabra por palabra, el vino me había endulzado los rincones más profundos de mi alma, porque ahora un calorcito curioso y provocador me descascaraba la piel.
Al rato de conversa, sorbos de vino y fumadas hostigosas, se me abrió la tentación, el apetito indomable de ponerle un beso, sellarle la boca con mis labios lanzados, coronar la noche con pétalo rojo de flor de primavera, un beso, un beso atrevido, porque la noche nos gritaba a cada rato que necesitaba ver un beso nuestro, incitándonos, casi provocándonos, la noche nos retaba a pegar los labios, o yo pensaba eso mientras él me hablaba de cuanta tontera se le ocurría, que los choferes andaban cada vez más violentos, que ya nadie se saludaba en la calle no como en el sur, el conocía harto del sur y allá la gente se saludaba, acá la gente caminaba como caballo de carrera, mirando siempre al celular, preocupados de los crepúsculos plomos de los edificios capitalinos, que la gente ya no quería como antes, y yo me perdía tonto pajarillo entumecido en su carita delineada por el naranjo brillo de los focos Puente Altinos, como me iba a atrever a romper tan linda escena con un beso violador, con un beso inesperado, y si acaso me llegaba un combo maletero, de esos mismos que horas antes me habían salvado el pellejo, el corazón, la columna vertebral.
En un ratito yo revoloteaba peinándolo con la yema de los dedos sin que se diera cuenta, estaba tan entusiasmado conversando del bien, del mal, del año que pasaba, que no sentía mis dedos que iban colonizando de a poco su brazo, de un momento a otro, sin que ni yo me diera cuenta, mi mano se había posado mariposa indecorosa en su cuello moreno, brillante a esas horas de la noche, y no nos habíamos dado cuenta los dos lo curados que estábamos, lo duro que se nos ponían los músculos con la droga maldita que infecta la juventud y la convierte cenizas negras que se van a volar sin rumbo, sin lecho de muerte, ni dignidad merecida, y ahí estaba mi mano en su cuello, como palpando el terreno, al tun tun, como vibrando mi alma en la suya pa ver si tanta buena onda era algo mas o solo fantasías mías en la noche, en la noche triste, y tragando la falopa que quedaba guardada entre la nariz y la garganta que me hizo más amarga la escena, me atreví, le robe un beso, un beso minúsculo, como una pequeña pulguita de mar escondida en la arena, un beso del que ni el diablo se enteró jamás, porque entre la oscuridad latente, entre los árboles, los juegos de la plaza, el sonido de uno que otro balazo a lo lejos, el sonido zumbante de las luces en mal estado y el vino poderoso, ese beso no era más que un suspiro pasajero, un recuerdo que nunca nadie iba a escribir en prosa.
Habrá sido a eso de las 5 de la mañana, donde hasta los valientes se cansan de pelear, y nosotros seguíamos ahí con los labios pegados, y habrá durado un rato, yo no me di cuenta, esperaba el combo maletero que me iba a mandar de piquero a la gravilla de la plaza, el combo que me iba a soltar todas las fantasías de la cabeza y me iba a mandar a tierra cual pajarillo sin alas, pero el combo no llego nunca, y abrí los ojos, no me había dado cuenta que tenía los ojos cerrados, y ahí estaban los suyos, abiertos de par en par, con un coqueteo picaron, con un reflejo rojizo califa que me pedía más, me tomo la nuca y me apretó hacia él, era la señal inequívoca de que quería, ese chiquillo quería, y ahí estaba yo para dárselo, y la noche aplaudía a manos abiertas la escena, aplaudía el beso trasnochado, ilegal, fuera de toda expectativa, y mi cabeza lo único que me decía era como cresta te fuiste a encontrar con este pajarito, de que nido me lo mandaron, de que nube se cayó, será que de cuando lo vi en el poto sucio de la micro le había mariposeado los ojos sin darme cuenta, será que en ese mismo momento me había gustado su espalda ancha y sus dulces mejillas de liceo industrial, o será que el vino y la falopa me habían puesto caliente y me estaba comiendo la primera manzana que se había caído del árbol, y mientras me lo preguntaba el usaba sus manos sin reproche, no se limitaba el cabro, la cosa se había puesto buena, ya no cabían dudas, la noche nos había dado chipe libre, cancha tiro y lado.
Entre beso y manoseo se alejó, me dijo que nunca le había dado un beso a un loco, siempre hay una primera vez pa todo le decía yo y me reía, intentaba achacarme el mariconeo a mi nomas, a mí y a nadie más, porque yo era el maricon de la obra, él era un personaje secundario, a él no lo iban a linchar, a él no lo iban a lapidar, nadie le iba a gritar maricon en la calle, su familia nunca se avergonzaría de él, porque aquí el maricon era yo, yo había empezado el cuento, a mí me iban a llevar las plagas del infierno, a mí me iban a webiar en el colegio por sentarme de piernas cruzadas, porque el seguiría siempre siendo el mejor jugador del equipo, a él siempre lo iban a llamar las vecinas del pasaje, y aun que no tuviera polola se le iban a seguir pelando las locas en la disco, pero yo sabía que mi solitaria alma de fleto callejero se lo imaginaba en mi cama a eso de las 6 de la tarde un domingo revolcándose entre las sabanas, jugando con mi pelo cochino después de haber subido al cerro, abrazándome por la espalda cuando me aburriera de la ciudad, conversándome en la micro esas mañanas frías que congelan la piel, fumándonos un cigarro en la playa y riéndonos en un pasaje de la población, mi condenada alma solitaria de weco impaciente se había imaginado la trama entera de un romance imposible en 10 minutos de beso y manoseo en los juegos de la plaza, y no sería la primera vez, pero este pajarito tenia plumas diferentes, había algo en sus ojos cristalinos que me aseguraban que podía ser más que eso, que después de esa noche vendrían muchas, y volvió al ataque, me estampo los labios en el cuello, y yo intentaba no morirme de la taquicardia que en cualquier momento se volvía paro cardiaco, y el sudor de mi frente, y la noche triste, un chiflido, un silbido fuerte quebró el teatro de par en par, el público se dio vuelta a mirar, los focos nos alumbraron desde arriba, la música entono un compás tenso y una melodía acusadora, un chiflido había quebrado la noche, un alma en pena caminando había soltado un chiflido pa nosotros, como pegándonos el balazo entre las cejas para parar el acto ilegal del beso entre dos hombres en la noche santiaguina, su chiflido aparto mis manos de su cuello y su boca del mío, poniendo la mejor cara de weones intentamos que los árboles y los focos nos pusieran la fianza, como esperando que cumplieran su promesa de guardar el secreto y ahora salvarnos de la mano de la justicia callejera que nos venía a preguntar que wea estábamos haciendo, y se acercó rápido,¿ wena cabros no tienen una monea que me regalen?, no hermano no tenemos, ¿y que andan haciendo cabros, tan tarde, tan vacilando?, si tabamos bajando un vino pero ahora nos vamos pa la casa ya es tarde, sipo cabros ¿son de por aquí ustedes?, si hermano somos de aquí a la vuelta, ya cabros cuídense. La vimos, los dos esperábamos que esa alma nocturna nos viniera directo a webiar, si no a buscarnos rosca a decirnos que fuéramos a mariconear a otro lado, puro susto de nosotros, la obra podía seguir su curso, pero algo pasaba, sus ojos ya no eran iguales, me miraban avergonzado, y tragaba mocos, la falopa pensé, pera era ese sollozo infantil, ese lloriqueo sin lágrimas, se paró y se fue.
Se paró y se fue, y llorando por lo que cache, aunque todavía no puedo asegurar eso porque por más que me acuerdo juro que todo lo que diga sobre ese llanto seria mera especulación, solo escuche el sorbido de los mocos y el quejido en la respiración, se paró, y se paró y se fue, camino unos metros, Nico oye pa onde te vay?, Nico, oye po weon, oye culiao no me vay a dejar tirao po.
Se paró y se fue, se perdió entre los pasajes angostos de la población, se perdió en el humo de todos los cigarros que nos habíamos fumado, y ahí me quedaba yo sentado en compañía de la caja de vino vacía, la cajetilla vacía, la bolsa de falopa abierta en el suelo sin una gota de compañía, y el aliento caliente de un curao despechado, camine pa mi casa sin pena ni gloria, me habían pasado weas peores, pa que me iba a desojar, pa que iba a morir en una cruz sin clavos, estaba todo listo pa caminar las 10 cuadras que me quedaban, tararear un ritmo que me ayudara a olvidar el trayecto y que me hiciera pensar en que wea habrán echo mis amigos después de darse cuenta que me fui de la Quinta normal, y me cagaba de la risa, paso tras paso, y me saboreaba los labios, me pasaba la lengua pa sentir ese saborcito prófugo a beso culposo, ese saborcito amargo, y me sentía raro, como recién despertando, y me di cuenta que amanecía, habían un par de viejos en un paradero esperando la micro, pa la pega, estaba diciendo, y me faltaba la mitad del camino, doble a la calle que iba derecho a mi casa, el combo maletero, ahí estaba el combo maletero, lo venía esperando desde el poto hediondo de la micro troncal, desde el culo de la 210, desde los ojos sin brillo de los choros de la micro, desde la luz blanca verdosa de la micro, desde las 12 y media de la noche, y habrán sido las 6 de la mañana cuando llego por fin el combo maletero, al suelo el pajarillo perdido, al suelo con todas sus plumas, me raspe las piernas en la vereda y la cabeza me choco en las latas de una casa, el amanecer silbo silencio, y me di vuelta, ahí estaba con los ojos igual de perdidos que todos los actores que habíamos encontrado en la obra nocturna del Santiago sagrado, con las mejillas heladas por la mañana que nacía, y el puño cerrado directo a mi cara, y me agarraba el cuello, pero ya no para darme un beso secreto, no, ahora era pa pegarme directo en la cara, por haberlo sacado de sus casillas, por haberle confundido la mente entre vino y droga cochina, por haberlo desviado del trayecto pa su casa, por encandilarlo con mi canto de sirena maricona en el barco troncal que recorre Vicuña Mackenna, por coimearlo con una bolsa de falopa y mi risita de amigo de verdad, y no se midió, ya no había sabor a beso culposo, era sangre lo que me pintaba los labios, ahora te veis lindo maricon con los labios rojos, me defendía con patadas pero daban al aire, no sacaba nada, era bueno pa los combos, me había dado cuenta de eso hace rato, y se cansó, se paró y se fue, salió corriendo, y ahí quedaba yo a pocas cuadras de mi casa, puta que me había costado llegar y ahora estaba tan cerca sin poder pararme, me afirme de la primera reja que encontré y camine a paso de marino mercante por los pasajes, al vaivén de la ola, se había acabado la noche santiaguina, la cama era el mejor consuelo, y ahí estaba, muerto, pero lo bueno es que ya se me habían pasado las ganas de tomar.

31 comentarios:

  1. El mejor relato que he leído en muchísimo tiempo. Lo amé, me hizo recordar mis aventuras nocturnas, no de drogas, excepto el copete, pero en si es lo mismo, uno arriba de la pelota se calienta y le dan ganas de salir a cazar.
    Notable manera de contar, te aplaudo sinceramente. Eres lo que había estado esperando leer.

    Porque la ciudad de noche cambia por completo a como es de día y uno de carrete se encuentra con aventuras y experiencias que una boca ansiosa de besos y chupadas y un culo caliente con ganas de sentirse invadido agradecerían hasta que te salga la siguiente.

    El que busca encuentra dicen, aunque no siempre sea te encuentres lo que estás buscando.

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  2. Muy buen relato, me encantó el final totalmente inesperado.

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  3. Te felicito por tu relato. Está increíble. Es sin duda, de los mejores en la página si es que no es el mejor. Me has dejado sin palabras y con ganas de seguir leyéndote.
    Saludos

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  4. Insoportablemente siútico escrito. Un suplicio. No me dio para leerlo.

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    1. el relato no tiene nada de siútico, es realista. Quizás tu mente no está acostumbrada a este tipo de literatura underground y por eso te pareció un suplicio.
      Para la mayoría que sabe valorar un buen relato, sin caer en lo falso e incoherente, más allá de un par de faltas de ortografía (que se perdonan si el contenido de que se está leyendo es bueno), ha resultado bastante agradable de leer e imaginar.

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  5. Insoportablemente siútico escrito. Un suplicio. No me dio para leerlo.

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    1. Yo lo lei apenas, pero no por que no entendiera, pienso que un relato para ser caliente debe ser objetivo y con un lenguaje semiformal, no tanta weba! Saludos.

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    2. He aquí un weon cuadrado, si no encuentra algo como le enseñaron que tenia que ser, no le gusta y lo encuentra malo

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    3. Puro hueón aburrido y que nadie lo pesca para tener sexo, que busca pajearse con relatos que hablen de que tan grande es el pico, como se lo metieron. Hueón cuadrado y pajero

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  6. la raja el relato, me encanto como lo escribiste como hacías que las palabras se deslicen al momento de leerse y trasladarse a la noche

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  7. bien bueno, muy Lemebelesco eso si, pero bien bueno... y todo lo contrario de siútico wn, se respira realidad en la wea... felicitaciones!

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  8. Brillante relato, ágil, buena prosa, suspenso, se lee con rapidez, las descripciones exactas. Pareces un narrador consumado. Felicitaciones!. Debes escribir más y publicar. Creo que es lo que esperábamos para la literatura chilena. Solo debes esforzarte por editar, corregir, dejar descansar un tiempo el relato y luego volver a corregir.

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  9. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  10. Bueno tu relato, con un final increíble. Nunca pensé que te iba hacer esa wea, bien poco hombre, supongo que no te lo has encontrado. Bueno tengo muchas más preguntas que espero que se respondan con otro relato tuyo

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  11. que la te ro. Lemebel murió oye. la pobreza léxica es el título de este relato, y no se trata de escribir mucho y decir puras weás con analogías weonas.

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  12. yiahhh...le dan color,para que tanto,era súper fome se las dan de escritores y por favor no se engañen a ustedes mismos ..es un blog de relatos eróticos flaites, tal vez la redacción era buena pero el relato no calienta a nadie!!

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  13. Que relato más lleno de pretensiones, de verdad no causó nada se dio mil vueltas con metáforas y sinónimos que terminaron en un beso cagon. De mi parte no escribas más, se nota que tienes pasta pero no creo que este sea el lugar para explotarlo, eso si menos simbolismos metafórico que sobre adornan el relato es una exageración, síntesis animas a seguir limita un poco más eso,que de verdad las weas preteciosas no calientan a nadie

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  14. que notable la escritura, por un minuto olvide que estaba en un Blog, y mentí leyendo un libro del nuevo Lemebel. PEDAZO DE HISTORIA...

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  15. que lata la wea,como termino?

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  16. LATERO... pasao a lemebel pero sin chispa

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  17. ME ENCANTO!!!!!!!!!!!!! PUTA QUE RICO UNA WEA ASI!!!!!!! FELICIDADES

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  18. ME ENCANTO!!!!!!!!!!!!! PUTA QUE RICO UNA WEA ASI!!!!!!! FELICIDADES

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  19. TE PASASTE, debes anotar cada cosa que te suceda o se te ocurra y después hacer un compilado, tienes una pluma, una prosa tan entretenida, ágil, dinámica una manera de relatar muy envolvente, finalmente siendo la historia muy original me imposible no concentrarme en tu manera de relatarla...

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  20. Lo mejor que he leído. Dónde te puedo seguir leyendo?

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  21. También juraba de guata que era alguna página loca y perdida de Lemebel.
    Pienso yo que cada uno de nosotros ha tenido un minuto así de extravagante hiper realidad en ese momento único de calentura.

    CYLON

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  22. Por culpa de tus versos y prosas es la hora del loly y toy pegao leyéndote, me encantaste desde el primer párrafo, magnifica forma de relatar, vieron no toa la wea son picos y culos, aprendandan muchachos!
    Un abrazo.

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  23. Devastado. Triste. Lemebel. Caliente. Adrenalina. Injusto. Si no sigues publicando te vas a perder tú y toda tu palabra. Porfa, wn necesito leer mas de ti, necesito saber que en algún lugar de esta población culiá hay un maricón capaz de lograr esto con sus palabras. Porfa, no dejes de publicar, no me dejes sin leer.

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  24. Demasiado cursi, al principio me costó acostumbrarme pero luego me metí caleta en la historia. Muy buena, y la redacción es excelente. Felicidades por tan buen relato y ojala no te haya dejado la cara tan pa la cagá jaja. Un abrazo esperamos otro relato así 😉

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  25. Por favor, sigue escribiendo y dime donde te puedo leer. Me transportaste fuera de mi pieza, fuera de mi mundo, sólo con leer tu prosa, me enamoraste, me gustaría conocerte y hablar horas y horas, también soy de Puente Alto, si ves esto, responde por favor.

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