domingo, 13 de marzo de 2016

Alejandro – cuarta parte

Disculpen por la demora pero he estado ocupado. Aquí va la continuación y gracias por leer este relato.

No hubo encuentros desde nuestra salida al Valle sino sólo conversaciones por teléfono donde nos contábamos novedades acerca de las vidas de cada uno respecto a la familia y al trabajo (o falta de este en caso de él). Cierto día él me comenta de que por fin lo llamaron de su empleador para comentarle que estaba considerado para los trabajos venideros pero que aún no empezaban. Su tono de tranquilidad era convincente así que no había razones para no creerle.

Reparé en que este detalle laboral tenía a Alejandro más nervioso de lo que estaría si eso y otros asuntos marcharan bien, y no hablo de resueltos porque él aún se sentía en una suerte de nebulosa tal como me contó en una charla que tuvimos cerca de la medianoche. Tras terminar de hablar aquella noche me quedé viendo tele y a los segundos me vuelve a llamar y dice:

- ¿Te parece salir este viernes en la noche? –

- E-Eh sí. – respondí con voz entrecortada no por dudas sino porque estaba sorprendido pues me convencí que salir con él a ciertas horas resultaba casi un placer prohibido porque no se daba tiempo para estar conmigo. Cualquier otro ya lo hubiera largado por enrollado pero yo hacía lo mismo cuando estaba en Santiago y lo entendía muy bien.

- Mira sé que hay muchos lugares para salir aquí pero no conozco ninguno, pero podemos pasear en tu auto.

– Alejandro hizo gala de una seguridad que brota como río de desierto, es decir, de tanto en tanto no más.

- Está bien, pero si vamos a salir necesito que aprendas a manejar. – dije esto recordando lo que él me comentó en la salida al campo y también como forma de obtener algo a cambio y ver su estaba dispuesto a ir más allá. – Te enseño y después sacas la licencia.

- Vale. Ya es hora de aprender. – dijo Alejandro que me agradeció la oportunidad y yo sólo le dije que era para poder complementarnos mejor.

- ¿Qué lugar propones?

- Pasear por la costanera y tal vez caminar un rato. Aún hay gente. –

- Bueno. ¿A qué hora? – tales preguntas no me resultaban naturales porque estaba dándole todo en bandeja a él, pero deseaba ir por las piedras y ponerlo a prueba.

- A las diez de la noche. Nos encontramos en la plaza. – Alejandro luego me dice que justo sus padres tenían que pasar fuera esa noche pues los invitaron a otro lugar y no volverían hasta el día siguiente y no muy temprano.

Así quedó acordado y dejamos de hablar. Era miércoles y me determiné a no entrar en contacto con él hasta la cita para aumentar la expectativa, pero en realidad necesitaba pensar si Alejandro valía la pena.

Esperar a que sus padres dejen la casa para armar un panorama con otra persona me pareció extraño y pensé en las razones para tanto secretismo porque Alejandro hubiera inventado que lo invitaron amigos e incluso que tenía panorama con alguna señorita, pero nada de eso.

Llegaron el día y la hora señalados y aparqué el auto a un costado de la plaza. Usaba el espejo para arreglarme el cabello y veo que pinchan a mi celular.

Era su número y miró como viene desde las bancas donde estuvimos hablando la primera vez. Abrí la puerta y con rapidez felina entró en el auto.

- Hola. – saludó él dándome la mano y yo correspondiendo el saludo. Alejandro estaba muy arreglado pues olía a perfume, vestía una casaca verde oscura que estaba encima de una polera roja y llevaba jeans pitillos grises y las mismas zapatillas del paseo.

Salimos de ahí rumbo a la playa tras pasar por el centro y comentábamos como el clima estaba cambiando, que marzo estaba próximo y más detalles acerca de cosas cotidianas.

- Así que viste la oportunidad de escapar de tu casa. – dije casi riéndome para prevenir cualquier caída en el ánimo de la conversación.

- Sí. Lo bueno es no van a llegar temprano así que tenemos toda la noche. – Alejandro parecía no creerse sus propias palabras pues sonaban muy libres de cualquier atadura. Sonreí en mi interior de que él estaba haciendo las cosas que realmente sentía y no forzándose a encontrarse conmigo.

Paseamos por la costanera y estacioné el auto frente al casino y había un viento helado pero bastante gente caminando. Alejandro miraba las luces de los postes conforme íbamos cubriendo terreno con nuestros pies. Yo me arme de valor para preguntarle:
- ¿Tienes amigos? –

Alejandro me miró fijamente como juntando valor y me responde que no tenía una sola alma amiga. Haciendo gala de sus palabras frías como el hielo cuando la situación lo requiere dice:

- Si decía que alguien me invitó a salir iba a resultar muy extraño. – Alejandro adivinó mis pensamientos pero tal explicación no me convenció y yo repliqué:

- Es triste vivir así Alejandro. Asume tu edad. – no me arrepentí de sonar duro porque si queríamos conocernos había de hacerlo de verdad y añadí: “Cuando menos lo esperas el reloj está corriendo al revés y no adelante”.

Alejandro se ensombreció ante mis palabras y en parte quería ver que decía porque si bien yo también buscaba ir despacio, también quería que dicha cautela fuera fruto de una decisión madura y asumida internamente y no un ensayo y error.

- Puede que tengas razón. – Alejandro me observó asintiendo pero sentí resistencia en sus palabras pues él es muy llevado a sus ideas y terco. – Ninguna de las cosas que he hecho o no hecho han sido de vida o muerte. Aquí estoy entero.

Su frialdad me dejó helado y caminamos varios metros sin hablar hasta que le digo: “Es verdad, pero pareces un hombre muerto caminando sólo esperando quién sabe qué cosa”.

- Resulta agotador pensar en miles de cosas al día con buena parte de ellas sin una solución clara y otras tantas más sin que aún conozcan la luz de este mundo. – Alejandro me miró con una intensidad que me obligó a bajar la cabeza pues tanto el peso de su vista como de sus palabras me convirtieron inesperadamente en un Atlas cargando el mundo en mi espalda.

De forma astuta e inteligente Alejandro me entregó todo cuanto lo tenía perdido en este mundo y sentí todo ese peso con mi corazón poniéndose en el lugar de él. Luego, dicha sensación fue cediendo pues la brisa marina me permitió recobrar mi consciencia. Era la primera vez que sentía algo como eso y cuando volví a mirar a Alejandro, él me dice: “Cada cual hace con su vida lo que le plazca Tomás. No permito que otra persona venga a juzgarme de forma gratuita”.

Alejandro es una persona sensible en el sentido de decir palabras que se corresponden con las sensaciones que se viven en el momento, y no en el sentido de tener emociones a flor de piel pues en esto él ha demostrado ser desde una persona muy empática hasta el más frío de este planeta. No estoy exagerando y que lo vea de esa forma tan extrema revela que me tenía y me tiene loco. Tras decir lo último me embargó una sensación de pesadez y le propuse volver al auto pues las cosas no se estaban volviendo fáciles y es más, creo que Alejandro conscientemente estaba intentando alejarme de él y yo me propuse no permitir que ganara.

- ¿Quieres ir a otra parte? – pregunté cuando íbamos por la costanera sin rumbo alguno.

- A un sitio donde conversar tranquilos. – Alejandro parecía más tranquilo y se distraía observando el paisaje. Siempre lo hace.

- Te invito a mi casa a tomar algo y hablar. – dije yo sonriendo para distender el momento y Alejandro estuvo de acuerdo. Llegamos a mi casa luego de dar mil vueltas pues él me iba enseñando calles nuevas y también queríamos aprovechar el momento. Tras toda la ceremonia de abrir la reja y guardar el auto, entramos y nos sentamos en la mesa con una sola luz encendida.

- ¿Qué quieres tomar? – pregunté y al ver que no se decidía le traje una botella de ron, de pisco, de cerveza y una blanca que llamó su atención.

- ¿Es vermú? – preguntó Alejandro tomando la botella y leyendo la etiqueta. Le dije que sí y le conté que fue un regalo de mi padre antes de cagarla con mi super revelación.

- No la he abierto. ¿Te gusta? – le pregunté notando interés de su parte.

- Nunca he tomado pero podemos abrirla. – Alejandro me la pasó de vuelta y la abrí sirviendo la bebida en dos vasos pequeños. Yo me tomé al trago al seco mientras que él lo hizo poco a poco. – Está rica la bebida.

- Que bueno. – tomamos varios vasos mientras hablábamos de mi familia pues mi padre salió en esta sopa y reconocía que recordarlo y por extensión a toda mi familia resultaba duro.

- Quizás la distancia cambie en algo las cosas. – Alejandro lo dijo en tono resignado como notando que era eso precisamente lo que sentía yo en mi corazón.

Yo asentí sin decir nada después pues compartía esa opinión. Luego dije: “No tengo valor ni energía para hablar con ellos ahora. Tendría que aprender a hablar otra vez, me dejó sin fuerzas.

- Al menos tienes donde caerte muerto Tomás. –

Alejandro se sirvió mas vermú y me dio otro vaso a mi también y yo simplemente me dejé mimar por él.

Después de hacer un brindis por alguna razón desconocida suspiramos al mismo tiempo y le pregunté por lo que había dicho y él dice: “Pudiste empezar una nueva vida aquí, con un trabajo, una casa y cosas por las que desvelarte en las noches, pero sí yo decidiera salir del closet ahora…si me echan de la casa no tengo adonde ir…no tengo trabajo…no soy nadie”.

Contrario a lo que se pueda pensar al leer lo que dijo Alejandro, no lo hacía como una persona derrotada sino que describió de forma objetiva lo que pasaría si saliera del closet fuera de “timing”. Lo que dijo a continuación me llenó de ilusión: “Necesito armar mi propia vida Tomás, tener mis cosas, encontrar un sitio donde sentirme cómodo y después pensaría en dar otros pasos más importantes. Me siento como un germen que aún no sabe donde tiene que ir, creo que es el costo a pagar por no despegar a tiempo”.

Alejandro terminó de hablar sonriendo pues no sé si los tragos lo fueron soltando pero transmitía calidez y por primera vez le vi hablando sin tantas cavilaciones ni dudas. Vi que estaba lleno de propósitos en su vida.

- Aquí puedes sentirte cómodo Alejandro. En mi casa y conmigo”. – se lo dije sintiendo confianza y él asintió débilmente pero con ternura.

- Tu casa es linda Tomás. – Alejandro cerró los ojos y movió la cabeza hacia atrás en la silla.

- ¿Y yo soy lindo?

- Sí. Eres alto…tienes bonito cuerpo…bonita voz.

Alejandro me miró con curiosidad porque las últimas palabras las dijo como buscando ciertas partes de mi cuerpo con sus ojos pero no sabía exactamente dónde mirar porque estábamos sentados en torno a la mesa.

- Necesito extender mi cuerpo. Quiero acostarme…¿y tú?

- Yo también. ¿Dónde está tu habitación?

Todas las casas del barrio eran iguales pero él quería decirme que deseaba que lo llevaran, y le tomé la mano derecha y lo llevé hasta mi pieza.

- No enciendas la luz por favor. Me duelen los ojos. –

Alejandro bostezó y yo no aguanté más y lo besé. No sentí resistencia pero él quería ir despacio y nos fuimos comiendo hasta que nuestras lenguas se tocaron. Alejandro me abrazó por la espalda y yo entrecrucé mis brazos con los suyos.

Alejandro no quería soltarme porque intentaba meter su lengua hasta el rincón más profundo de mi cavidad bucal. Comencé a sentir cierto ahogo e interrumpí el beso tomando su cabeza con mis manos. Nos miramos y él me dijo: “Siéntelo”.

Puso una de mis manos en su pecho y sentía las palpitaciones de su corazón que eran cada vez más intensas.

- ¿Qué es esto Tomás? – preguntó Alejandro que me miraba esperando una respuesta.

- Veo que quieres disfrutar el momento. – dije yo sonriendo a pesar de la oscuridad de la pieza.

- No sé como. – Alejandro lo dijo con un dejo de rabia pues reconoció que en sus últimas experiencias no había sentido nada de nada. - ¿Es esto una fantasía?

- No lo es y sólo déjate llevar. Olvida las malas experiencias…yo también lo intento. – debí reconocerle que no había estado con hombres desde que llegué aquí y me sonrió pues se sintió algo más tranquilo. – Sal del closet conmigo Alejandro.

- Soy gay Tomás. – Alejandro me abrazó muy fuerte y comenzamos a besarnos de nuevo y notaba como poco a poco él iba tocando mi rostro para luego bajar al pecho como jugando con los botones de mi casa.

Me estaba dejando querer, pero a los segundos recorrí su torso sintiendo como se estremecía levemente. Estuvimos así un rato indeterminado hasta que nos sentamos en la cama y seguimos comiéndonos. Alejandro empezó a desabotonar la camisa revelando mi lampiño pecho. Sin quedarme atrás decidí sacarle su casaca y él se sacó la polera.

Nos miramos y él empezó a besar mis tetillas como chupándolas y se tentó a morderlas con suavidad.

Luego ataqué yo al lanzarme sobre su pecho haciendo lo mismo y luego jugamos con nuestros cuellos.

- ¿Estás bien? – decidí detenerme para ver si mi compañera estaba disfrutando lo noche que teníamos por delante. No tuve temor de aquietar las aguas pues ambos nos sentíamos cómodos conversando entre toqueteo y toqueteo.

- Sí. – Alejandro se acostó en la cama y me lancé encima de él y nos besamos. Noté como acariciaba su espalda y también me di cuenta como que se encogía. – Quiero que me tapes por completo.

No lo entendí a la primera pero vi como él se movía hacia abajo con la intención de sentirse abrazado por un oso.

- No me imagino lo flaco que era ese viejo para que quieras intimar con un oso.- Me reí porque soy delgado pero más corpulento que Alejandro.

- Rómpeme por favor. – Alejandro quería que lo abrazara muy fuerte y estar así un rato. Luego él quedó arriba mí y nos besamos mucho rato hasta que comenzó a quitarme los pantalones y vio como mi miembro estaba erecto y el bóxer húmedo.

- ¿Tení concha culiao? – Alejandro alteró su tono de voz bromeando con lo húmedo del bóxer y yo me reí con fuerte. Me tiré sobre él devorándolo a besos y no paré hasta quitarle sus pantalones, zapatillas y calcetines. De inmediato me quedé con los pies desnudos también y luego nos sacamos los pantalones quedando en bóxer únicamente.

Alejandro estaba muy caliente pues me sacó el bóxer y empezó a besar con delicadeza mi pene y luego chupaba muy rápido. Estaba desatado y sin quedarme atrás hice lo mismo con su miembro. Después comenzamos a pajearnos a mano cambiada cuidando de acabar.

- ¿Te gusta?
- Me encanta.
Estábamos abrazados y acostados sobre la cama y entrelazamos las piernas. Los besos eran interminables y nos tocábamos los culos con fuerza.

- ¿Te gustaría ser pasivo? – pregunté a Alejandro que asintió lentamente. – Lo haré con cuidado, vale.

- Quiero ser tuyo Tomás. – Alejandro parecía totalmente entregado porque se acostó boca abajo. Yo saqué una caja de preservativos del velador y un tubo de lubricante.

Lubriqué su ano con suavidad e introduje poco a poco mis dedos en el hoyo, mientras él gemía y preferí ir lento para que disfrutara. Me puse el condón en mi pene y le pedí que se levantara un poco. Alejandro puso en alto su culo y yo metí la punta y luego el resto del cuerpo escuchando sus gemidos de dolor y luego de placer.

No tengo idea de cuánto rato pasó hasta que mis bolas chocaron son el culo de Alejandro y luego empecé a meter y sacar a ritmo lento y aceleré poco a poco. Alejandro gemía y gemia.

Yo estaba disfrutando mucho ese momento y noté que Alejandro tenía el pico muy erecto y quise pajearlo para que se sintiera mejor. Él sudaba mucho y yo también.

- Me voy culiao. – Yo casi grito cuando solté la leche y de inmediato pajeaba a mi compañero con fuerza para que acabara luego y así fue. Alejandro se dejó caer en la cama ocultando su rostro en la almohada y yo me acosté a su lado buscando sus ojos. Lo abracé.

- ¿Quieres meterte debajo de las tapas? –
- Vale.
Nos tapamos y nos abrazamos. Alejandro abrazó mi pecho.
- Estuvo rico Tomás. –
- Me gustó caleta Alejandro.

Estuvimos en silencio un buen rato hasta que nos incorporamos un poco y nos besamos otro largo rato. Nos dio sueño.

- Me gustaría cabalgar encima de ti. –Alejandro admitió que esa era una de sus fantasías y yo sin ponerme complicado le dije que feliz.

- Seamos amigos con ventaja. – eso le dije con tono de pregunta pues me importaba mucho que el asunto no pasara de una noche.

- Feliz. Quiero seguir viéndote. – Alejandro estaba cansado y decidimos que mejor sería dormirnos. Quedamos abrazados en la cama.

8 comentarios:

  1. -Sal del closet conmigo Alejandro
    -soy gay, Tomás
    Luego empezó a sonar 'im coming out' de fondo, y salieron a la calle para hacer un baile fa-bu-lo-so
    Jajajaja sorry, esto es lo que me imaginé al leer esa parte... jajaja
    Buen relato

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  2. No me gustó, lo encontré frío, calculador y siútico. Le faltó ese sabor a flaite.

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    1. Sí. Es como ver porno hetero inglés: la mina muy blanca y fome y el weón guatoncito, blanco y medio pelado.
      Le falta esa picardía y calentura del chileno medio.

      Está bien relatado, pero le falta chispa. Talvez en la próxima entrega, el autor se ponga las pilas.
      No hay flaite de por medio eso sí y dudo que aparezca uno.

      Saludos,

      CYLON

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    2. Me apesta este maricon, cylon guaton culiao ctm, te las das de pasalacua? Relata alguna wea tu po, no todos los relatos tienen que ser a la pinta tuya como vo querí, así que feo culiao comentate en la raja, por que el autor de este relato no va a cambiar la historia por vo.

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    3. Pasalacuea.....jajajajaj pasala vos feo culiao

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  3. Es cierto que no hay flaites en esta historia, pero está muy honesta y poniendo emociones y sensaciones muy íntimas, agradezco este relato, está tierno y lo encuentro sincero.

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  4. me encanto el relato ojala sigas

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  5. Se nota la pena en la forma que cuentas la historia y las acotaciones que haces, aún así me alegro que ambos se hayan encontrado y haberse dado felicidad poco a poco :)

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