Cerro Cordillera (Parte 3)

Baje y subí el cerro como todas las semanas, pasaba por la boti, mirando de reojo a ver si lo veía parado en el mesón, lo divise un par de veces pero no me atrevía a entrar, me daba vergüenza mirarlo a la cara, aunque todos los días me pajeaba pensando en él, en la noche calmada cuando se metió a mi cama, cuando me apretó las costillas con sus manos grandes, cuando me agarro de la espalda y me empujo contra él, que vergüenza verlo de nuevo, sentía que podía estar arrepentido, que no se había aparecido a hablarme por asco, quizás esa noche había sido la peor noche de su vida, no quería rondar la botillería buscándolo, obligándolo a hablarme de nuevo, seguí mis días como siempre, el trabajo, las escaleras, el aire salado, los grafitis, mi pieza vieja cerro arriba. Un día salí como a las una de la tarde, camine un par de cuadras y lo vi que venía justo hacia mí, quedamos frente a frente, iba a su casa, conversamos un rato, me pregunto porque andaba tan desaparecido, le dije que había tenido cosas que hacer, la pega, puro chamullo, ojala no me notara la cara de perro arrepentido, de vergüenza nacional, me dijo que iba apurado, que lo fuera a ver un día a la botillería, sus palabras tenían un tono natural, como si le hubieran borrado de la memoria esa noche quieta, nos despedimos y me quede mirando la calle un rato, estaba contento porque confirme que no estaba enojado, ni me odiaba a muerte, ni me quería mandar a pegar, pero seguía teniendo vergüenza de volver a conversar con él, volver a tomarme una chela en la escalera. El sábado que siguió fue melón con vino, llegue a la pieza cansado después de la pega, me acosté rápido con puro sueño, traía sueño acumulado, hartas noches que no podía pegar los ojos por su culpa, porque tenía su cara pegada en el techo, en la cortina, me rondaba el olor a su perfume Avon en la almohada, el olor de sus calcetines blancos medios cochinos, su pelo que siempre parecía recién lavado, olor a yogurt y arándanos, Ballerina, quería dormir y dejar de pensar un ratito en él, tocaron la puerta, nunca nadie viene a mi pieza, supe altiro que era el, no sabía si abrir, ahí estaba, parado, con un cigarro en la boca, pasado a copete, los dos sabíamos a lo que venía, me metió la chiva de que estaba muy curao pa llegar a la casa, que su mina lo iba a webiar si llegaba así, había estado carreteando con unos amigos, lo hice pasar altiro, como no lo iba a dejar entrar si lo único que quería era que entrara, que entrara, que me agarrara de los hombros, me tapara la boca y me rasguñara la espalda, se sacó las zapatillas y se echó en el colchón, ¿oye Chelo, porque me andai evitando, estay arrepentido de lo que paso el otro día?, quede tieso cuando lo preguntó, le dije que me daba vergüenza, susto quizá, susto de que él estuviera arrepentido, me tranquilizó, no Chelo tranquilo, no estoy arrepentido para nada, he pensado harto estos días en la volá pero no toi ni ahí total es pa pasarlo bien no má, ahí le agarre el cuello y le empecé a dar besos, grandes, desesperados, me apretó, volví a intentar darle un beso en la boca, se dejó, no movió los labios, no movió la cara, solo me apretaba y me tocaba pero dejo los labios quietos, algún limite había hecho tira, me había saltado la prohibición del beso en la boca, pasito a pasito, no lo podía echar a perder, tenía aliento a copete, la pieza estaba con un aroma pesado, me saco la polera bruscamente, el Andi era un weon muy bruto, me tocaba fuerte, sin decirme nada me hacía sentir como si yo le perteneciera, como si toda la piel que me viste era suya, de nadie más y la quería toda, poder pellizcarla, me mordía el cuello, sin ni un aviso me lo metió, no me voy a mentir a mí mismo ni a nadie, ese weon se las sabia por libro, sabia como, donde y cuando, no habían segundos desperdiciados, quedamos abrazados por harto rato, ¿será verdad que el hombre busca afuera lo que no le dan en la casa?, me quede dormido y en la mañana cuando desperté ya no estaba, debajo de los pulmones como entremedio del estómago sentía un hoyo, y en la garganta un aire caliente, respiraba y el vacío se hacía más grande, me corrían las lágrimas, el día estaba nublado y el Andi se había ido, eso voy a ser, yo iba a ser el weon que se culea cuando esta curao, cuando le baja la calentura, cuando la cerveza le pide meterlo, ahí iba a estar yo, que mugre me sentí, que poco, el bichito más chiquitito del planeta y nada me iba a llenar el vacío que se agrandaba a cada respiro.
Los dos habíamos aceptado el trato, salíamos a tomar de vez en cuando, yo lo pasaba a ver a la botillería, él me iba a pechar completos al local, caminábamos cerro arriba, pasaba por mi pieza cuando estaba caliente, cuando su polola se ponía cuatica, yo era un escape, un bosque donde podía esconderse, perderse de vez en cuando, ese vacío en las costillas se me hacía más grande cada vez que se iba de mi pieza, cada vez que me dejaba tirado en el colchón mirando la ventana pensando en que ya lo quería, en que me pasaba cada escalón de puerto pensando en él, pero no podía exigir más, siempre supe cuál era mi lugar, no podía atreverme a pedir más, como iba a ser tan care raja pa exigirle que me amara, no hablábamos del tema, siempre conversábamos de los carretes, de sus amigos, de música, lo que fuera, pero nunca se acordaba de los besos en la boca, de sus dedos trenzados en mi espalda, de su lengua en mi cuello puente altino, nunca se acordaba y yo no me atrevía a recordárselo tampoco, pero como no hay tonto que aguante tanto una noche después de terminar de culiar lo mire fijo a los ojos, ¿oye Andi, que es todo esto pa ti, es puro webeo?, se quedó callado harto rato, ni parpadeaba, tenía los ojos clavados en los míos, no podía entender su expresión, se acomodó un poco y me abrazó, Chelito weon mi polola piensa que tengo otra mina, estaba claro que iba a pasar eso, tantas noches quedándose afuera, tantas arrancadas, era cuestión de minutos para que la loca pensara eso, el Andi me dijo que no estaba ni ahí, siempre que se quedaba afuera le decía que se había quedado en la casa de algún amigo, cosa que tan mentira no era, de pasadita me aclaro que lo nuestro era volá de amigos, pasarlo bien, me dijo que igual me había agarrado cariño en este tiempo, cariño de compadres eso sí, se me mezclo todo en la cabeza, las luces de afuera daban vueltas, pa que martirizarme más, siempre lo supe, siempre, pa que me iba a mentir, éramos amigos no más, todo lo que pasara en el colchón viejo era pura cuestión de amistad.
Siguieron viniendo más noches, mas sábados, mas chelas en la escalera y besos en el colchón, habrán pasado un par de meses bailando el mismo tema, yo estaba enamorado de ese weon, lo esperaba en las noches, esperaba su aliento a copete, me moría un poquito más cuando se iba, se me caían todas las hojas cuando pasaban muchos días sin verlo, intentaba hacerme el fuerte, poniendo caras de despreocupación, pero las patitas me pedían caminar hasta la boti y verle la cara, meterle conversa, que siempre se ponen a peliar afuera de mi local, que quiero comprarme zapatillas, que quiero ir pal sur a pasear, que dan puras weas en la tele, que el Wanderers, ya no sabía que cuestión inventar pa poder ir a sacarle una conversa, un cigarro, mirarle las pestañas, fijarme en sus lunares, pero era incontrolable, tantas noches me prometí no ir a verlo tanto, alejarme de a poquito, me estaba haciendo mal, amor no correspondido, pero traicione mis promesas una y otra vez, una noche calurosa llego a golpearme la puerta, eran como la 1 de la mañana de un día miércoles, era raro que viniera en la semana a verme, siempre pasaba los viernes o sábado después del carrete, estaba transpirando, llego y entro sin decir nada, me tiro al colchón muy fuerte, me saco la ropa, estaba poseído por alguna bestia del infierno porque hasta moretones debe haberme dejado, estaba embrutecido, ni una palabra se escuchó en esa pieza esa noche, yo solo estaba feliz de tenerlo un ratito más para mí, en la mañana me despertó, me pidió disculpas por llegar de repente en la noche, no sé porque pidió disculpas si eso lo hacía siempre, le titubeo la voz, se le entrecortaron las palabras, la polola lo había echado de la casa, habían peliado más fuerte que de costumbre, me dijo que estuvo a punto de pegarle, que la rabia lo había atontado pero que pudo controlarse porque él no era de andar pegándole a una mina, salió con lo puesto, la mina insistía en que la estaba cagando y lo empezó a tratar mal por plata y otros ataos, antes de que terminara de hablar ya sabía porque había venido donde mí, quédate, quédate po Andi, el tiempo que necesitís, yo no tengo ni un atao, me floreció la flor más linda en la guatita, me bailaba el corazón, se iba a quedar conmigo, lo iba a tener todas las noches para mí, con ese olorcito a perfume Avon, ese pelito lavado, las venas de su cuello, sus piernas duritas de tanto subir y bajar escaleras, tenía el cuerpo lleno de hormiguitas, chispitas, que contento estaba conchetumadre, que contento estaba, y se quedó, dos semanas, siguió trabajando en la boti pero no veía a la mina, o al menos no me conto nada sobre ella, no quise tampoco preguntar mucho, un día en la mañana fue a buscar su ropa y algunas cosas que tenía en la casa de la loca, no le pregunte más detalles tampoco, nos dedicábamos a comer pan con huevo revuelto, a fumar, tomar chela y culiar, así pasaron los días y las noches bonitas, y yo dándole besos por todos lados, Chelito ¿tú me queri?, Chelito, oye po Chelo, ¿tú me queri?, que le podía responder, te amo enfermo culiao, te amo, de tus dedos grandes hasta tu intento de barba penca, no, no le podía decir, iba a espantarlo, iba a salir volando por la ventana, se iba a tirar al mar, cerro abajo, iba a tomar un barco y se iba a perder pa nunca volver nunca nunca más, no podía decirle eso, si po Andi te quiero pero es raro, eris mi amigo pero puta no puedo evitar sentir algo bonito por ti pero no te preocupis porque sé que tu no eris como yo y no te vay a enamorar de mí, pero sin enamorarnos pero sin hablar de amor, me quise reír pa rematar la talla pero no salió la risa, este weon me cacho, como no iba a cachar si yo tenía cara de perrito callejero y me acostaba a su lado buscando amor todas las noches, me abrazo fuerte y me hizo cariño en la cabeza, Chelito es que me pasa una volá muy rara con vo, te aprecio caleta por todo lo buena onda que hay sido conmigo pero también pienso caleta en ti cuando estoy trabajando, antes igual me pasaba pero pensaba que era porque me casi pulento no má, pero ahora es diferente, como que me gusta caleta estar contigo, igual pa que te voy a negar que me da wea, me siento raro porque puta yo igual no quiero ser fleto po, sin ofenderte pero puta yo tengo una hija, mi mina y toa la weá, ¿cachai?, claro que cacho po Andi, entiendo tan bien, ¿Quién quiere ser fleto? ¿ Alguien lo elegiría como opción?, puta no sé si podría ser pero el hombre cuida tanto su hombría, tanto machito que se cuida de que ojala ni siquiera se le doblen las muñecas o que se le afine la voz al hablar, y en esa pieza se sentía el miedo, se respiraba ese temor del hombre de verse débil, de ser vulnerable, de que entrara su mina por la puerta con su hija en brazos y nos pegaran un balazo a cada uno por maricones, que entraran sus amigos buenos pal pleito a pegarnos patadas en la cara por colipatos, el miedo me comía los posters y pintaba la tele de 14 pulgadas, el Andi se puso a llorar, era un cabrito chico, con los mocos colgando, con la cara llena de tierra donde las lágrimas dibujaban el cauce de un rio de barro, nos quedamos callados, al otro día estaba muy quieto, no quise tocarle el tema, ¿Por qué weon, porque no le hable más en ese momento?, quizá podría haberlo hecho cambiar de idea, quizá podría haberlo consolado más, ese día era jueves, tenía que bajar el cerro Cordillera para llegar al plan y trabajar en ese localucho hediondo a fritanga, almorzamos y me dijo que bajáramos juntos pero más temprano, quería ir al muelle Barón antes a ver el mar de cerquita y después me iba a pasar a dejar a la pega, no tenía ni que convencerme, nos llevamos un porro y bajamos la escalera donde tomábamos, donde empezó todo, bajamos, caminamos harto rato, el Andi estaba callado, tranquilo, mar en calma, me hablaba de que le gustaba el aire con olor a sal, que prefería más cuando no hacía mucho calor, que le dolía un poco la espalda, y yo le miraba esa espalda derechita que tenía, sus hombros de marino, le miraba los brazos y solo pensaba en que quería que me amarrara y me culiara con su cuerpo bruto, nos sentamos en las piedras del muelle, nos fumamos el porro, que ganas de cruzar el mar, llegar a la isla de Pascua, a China, me decía, no había mucha gente cerca, le di un beso, se quedó tiesesito, una estatua humana, los labios tiesos, igual que el primer beso, se me hacía más tarde, me dejo afuera del local, me dijo que en la noche nos veíamos en la pieza, tenía que ir a la boti a trabajar, era jueves ese día, a las 1 salí de la pega, las escaleras del cerro se empinaron más esa noche, me senté en los peldaños afuera de mi pieza a fumar, a ver el mar, las lucecitas del puerto que se reían de mí, otras lloraban conmigo, otras caminaban indiferentes, los perros vagos me cantaban pa pasar la pena, no estaba su ropa, no estaba el, no estaba, yo tampoco estaba, yo andaba por el cielo revoloteando, la cabeza me pedía un tiro, ni en la boti saben pa donde se fue, el Andi nunca volvió a tocarme la puerta de la pieza, nadie nunca más volvió a tocar la puerta de mi pieza.