viernes, 25 de marzo de 2016

Alejandro – quinta parte

“Siempre tomo unos días de distancia después de un encuentro”. Alejandro me dijo eso cuando se despidió de mí tras pasar la noche juntos y estuve de acuerdo porque tal vez era el paso que necesitaba para aceptarse y el mío para volver a las andanzas que había dejado tiempo atrás porque sentía que estaba haciendo algo prohibido. De cierta forma encontré alivio en conocer a alguien deseoso de ir despacio en medio de piedras calientes por las llamas de la pasión. Note que él se dejó llevar sin caer en la sumisión, pues sólo quería disfrutar y ver si había algo especial más allá y de esta forma confirmar algo. El nunca haber tenido una relación afectiva con otro hombre le daba otro aroma a la “relación” entre él y yo.

Pasaron los días y siempre conversábamos por whatsapp y recordábamos aquella noche citando detalles y él me comentaba las cosas que sentía. En una de esas conversaciones, Alejandro me revela que lo llamaron de su trabajo pues comenzaba un nuevo proyecto y me alegré mucho pues sentía que eso era un detalle que lo ponía especialmente tenso pues se sentía falto de estabilidad y de un motivo por el cual levantarse todos los días, es decir, odiaba sentirse inútil. Le dije que debíamos celebrar su regreso al mundo del trabajo y me preguntó cómo y yo agregó que quería festejar con él mi vuelta a las artes amatorias. Sin dilación, Alejandro me propone que podríamos juntarnos tal día después de nuestros trabajos en mi casa a compartir un rato. Obviamente acepté y acordamos un punto de encuentro neutral.

Eran las seis y cuarto de un jueves de abril cuando nos encontramos en una calle piola del centro de la ciudad. Él venía caminando a paso rápido y se metió en mi auto. Nos miramos y nos dimos la mano.

- ¿Cómo estuvo tu día? – preguntó Alejandro cortésmente.

- Tranquilo. Pura rutina. – dije yo con voz cansada.

- ¿Piensas quedarte mucho tiempo acá? – Alejandro preguntó por mi estadía en la ciudad tras saber del rechazo sufrido por parte de mi entorno.

- No. Algún día volveré. – dije yo sonriendo de forma tímida cuando en realidad era una de las cosas que más deseaba, pero por el momento sólo quería estar tranquilo.

- He pensado muchas cosas. – Alejandro miraba de reojo a la gente que caminaba por la calle como escrutando si había alguien conocido.

- Creo que piensas desde que naciste. – dije yo logrando que se riera cuando decidí encender el auto y salir del centro rumbo a mi casa.

- Dije que volvería tarde a mi casa pues nos jodieron con una reunión en el trabajo. – dijo Alejandro con voz avergonzada. – Te soy honesto.

- Debo advertirte que muchas de esas mentiras se transforman en una pesada carga después Alejandro. Lo sé por experiencia propia y en mi caso terminé con la espalda destrozada y el alma herida. –

Alejandro miró amargamente el paisaje y asintió reconociendo que yo tenía razón.

- Quiero dejar de sentir que voy a un encuentro casual pero tengo problemas para separar las cosas. – dijo Alejandro que me miraba con los ojos abiertos al máximo. – Tal vez sólo quiero tu amistad en un principio.

- Entonces hagamos cosas de amigos…salir…conversar. –

- Está bien. Igual se puede conversar alrededor de una cama. – Alejandro se rió y yo le toqué el hombro apoyando lo que había dicho.

Llegamos a la casa y Alejandro me propone que veamos algo interesante en internet y yo le dije que buscara algo, y al rato me muestra documentales para elegir. Pusimos uno de misterios y pasamos harto rato comentándolo después. Esta clase de detalles nos han ayudado bastante a conocernos y sobre todo a aceptar lo que sentíamos.

- ¿Crees que soy aburrido? – preguntó Alejandro cuando nos fuimos a mi pieza a comernos un rato.

- No lo creo. Más allá de que te cuesta relajarte a veces, me estoy convenciendo que eres alguien con un carácter especial. – contesté lo que en verdad pensaba y luego le comenté que me sentía cómodo con que él fuera muy precavido con su relación conmigo.

- Mira Tomás, odio hacer perder el tiempo a la gente y no quiero que pase esto contigo. – Alejandro se detuvo aclarando su voz y siguió. – Ya me has dicho que has sufrido bastante con el tema de estar ocultando un sentimiento y luego hacerlo público, y fracasar en ello
.
- Estaba aburrido de mentir sobre las cosas que hacía. – recordé muchas discusiones con mi familia y me puse melancólico. – Cometí el error de alardear de ello.

- No estoy listo para salir del closet. – Alejandro me sonrió y me dio un beso pequeño pero tierno. –
Mírame Tomas…estoy aquí contigo y temblando por sólo darte un beso en la boca.

- La otra noche no sólo te quedaste en ello. – le recordé dándole un abrazo que él respondió dejándose caer en mi regazo como sintiendo sueño.

- Lo bueno de estar trabajando es que tengo excusas para llegar tarde a mi casa…y que tú tengas un sitio para los dos. – Alejandro hablaba lentamente pero con tranquilidad y yo me sentí conforme en mi interior porque se sentía cómodo.

- Entonces… ¿los pendejos no te van ni vienen? – Alejandro arqueó las cejas sin entender y yo comencé a acariciar su cabello. – Aún viven con sus papás o comparten piso con otros similares.

- Ah, entiendo Tomás. Ya me preguntaba sobre que tan pendejos eran los que estaban en tu cabeza. – Alejandro se rió y yo le aclaré que siempre hablaría de mayores de edad pero comprendí tu doble sentido.

- Un tipo menor ya me habría chupado la corneta y en cambio tú estás divagando como quien va a consulta con un loquero y no soy eso, sino tu amante. –

Alejandro se sentó en mis piernas y me abrazó y luego nos besamos harto rato sin advertir que el sol se escondía y ya toda la casa estaba a oscuras.

Afortunadamente las cortinas no estaban corridas así que no fue necesario interrumpir el atracón yendo a resguardar nuestra privacidad.

Nos acostamos en la cama y sentimos el agotamiento de un largo día y mi compañero me confesó que deseaba estar abrazado a otro hombre y dormir desnudos bajo los pliegues de las sabanas. Le pregunté sobre porque siempre hablaba de que fantaseaba con ciertas cosas y me contó que sus encuentros casuales no duraban demasiado aunque los tipos vivieran solos.

- Necesitas darte el tiempo no más si el asunto realmente te importa. Entiendo que no queramos algo serio ahora mismo y ver qué onda pasa en el tiempo, pero cuando estemos juntos necesito que estés al cien conmigo. Yo quiero pasarla bien, gozar y deseo lo mismo para ti. – admito que me puse un tanto serio cuando dije eso a Alejandro pero de verdad sentí la necesidad de poner los puntos sobre las íes.

- Vale Tomás, así será.

Antes de seguir incursionando tuve en mi mente la idea de decirle la razón de porque me gustaba y dude en ello. Dudé porque no quería dar demasiada información pues estaría hablando en exceso y no dejándole el espacio necesario para que él dijera lo que viniera en gana conmigo pero sentí el temor de que lo nuestro de enfriara de forma inevitable si no había una suerte de cohete que nos alejara de la órbita de algún planeta gélido que matara lo que sentíamos. Alejandro me gustó desde el día en que preguntó si yo era gay en aquella plaza sin saber si recibiría de vuelta un golpe o un balazo, porque realmente pensaba que había nulas posibilidades de salir indemne de preguntarle a un desconocido sobre su orientación sexual en plena calle. Sé que mencioné cuando presenté este relato que llevaba un año de relación con Alejandro y que él ha sido fundamental para mí, pero resulta increíble pensar cómo me llegado hasta aquí con él cuando en un comienzo sólo había más dudas que certezas. Además tampoco quería cargar con el peso completo de la relación y que de esa forma Alejandro se desentendiera fácilmente por si las cosas no funcionaban entre nosotros. Toda esta nebulosa que se formó en mi cabeza y que ahora dejo por escrito era la señal más clara de que me tenía loco y con el temor de perderlo por la razón que fuera. Tenía miedo de entregarme en exceso y terminar herido de muerte otra vez y decidí de forma inédita darle el control de la relación a Alejandro y hacer lo que él quisiera. Resulta algo cobarde pero ese fue el momento en que acepté que mi corazón seguía estando lastimado y que durante los meses antes de conocerlo a él no hice nada por repararlo sino sólo meterlo en un congelador y cuando decidí sacarlo me encontré con que aún sangraba. Volví a sentir esa paz que él irradiaba cuando se llenaba de dudas y le dije:

- Alejandro, aún tengo miedo de perderlo todo. –

- Yo sé que perdería todo. – Alejandro se acostó mirando el techo como quien observa el cielo estrellado en algún sitio que permita ver la Vía Láctea lejos de toda civilización.

- No sé si todavía he salido del fondo del acantilado. – me sentí triste y dejé que ese sentimiento me embargara porque hacía mucho tiempo que no dejaba fluir lágrimas por mis ojos pues me puse una venda sobre mis ojos y una coraza sobre mi pecho para no sufrir.

-El Coyote lo ha hecho cientos de veces y aún persigue al pájaro veloz. – Alejandro me miró sintiendo la pena que fluir por mis ojos y me abrazó largo rato.

Tras escuchar sus palabras me reí pero de inmediato comencé a llorar recordando cuando miraba ese dibujo animado con mis padres y mis hermanos. Alejandro lejos de sentirse incómodo con mi llanto me abrazaba con más fuerza y dijo: “Tengo que corazón duro como piedra y por ello es que no puedo sentir nada, es como el desierto florido que vuelve cada vez que llueve cada mil años, pero sé que con tus lágrimas podrá volverse menos duro. Llora no más Tomás que tus lágrimas no serán en vano.

Las palabras de Alejandro calaron hondo en mi pecho y al rato dejé de llorar y nos abrazamos sentados en la cama y pensé: “Tal vez era esto lo que necesita él para convencerse de que puede existir un sentimiento así de fuerte entre dos hombres como entre dos mujeres.

- ¿Te sientes mejor? – preguntó Alejandro que me trajo un vaso de agua.

- Sí. Creo que dormiré muy bien esta noche.

- Que bueno. Debo irme Tomás.

- No hay problemas…puedes irte esclavo.

Nos reímos y acompañé a mi amigo hasta la reja y tras comprobar que nadie caminaba por la calle, él me dio un beso fuerte y corto. Nos despedimos y prometimos volver a hablar al día siguiente.

- No te desaparezcas Alejandro. – dije yo dejando ver una ínfima parte de mis temores.

- No lo haré.

6 comentarios:

  1. Cuánto romanticismo.
    Se nota que la cosa va mucho mejor que un simple touch & go.

    Está bastante novelesco.

    Se agradece la lírica y el estilo.

    CYLON

    ResponderBorrar
  2. Que linda historia, puro amorshh. Seguiré esperando la continuación de ésta lindo relato. Mucha suerte y bendiciones.

    ResponderBorrar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderBorrar
  4. Ojalá termine pronto, se está volviendo aburrida y repetitiva, en cada nueva parte mantienen un diálogo relacionado a la salida de closet y de lo dificil que es, y uno se pone sentimental y llora, y blah blah. Solo la leo porque quiero saber como termina, ya no hay emoción al esperar una nueva parte. No se si a alguien mas le ha pasado

    ResponderBorrar
  5. Con el debido respeto,y si la historia que se relata es real, me preocupa bastante el nivel de madurez de ambos personajes; las dudas respecto a la sexualidad de uno se despejan (siendo honesto con uno mismo) a los 16-17, no cercano a los 30. El hecho de que dos adultos en edad laboral todavía sientan miedo/repulsión/remordimiento por la relación sentimental que llevan en extremo secreto no sólo representa una enorme falta de aceptación con uno mismo (de nuevo, algo que la mayoría de las personas supera no mas allá de la adolescencia), sino que además el perder lo que uno puede o pudo haber sido; el "que va a decir mi familia/entorno" es la excusa perfecta para aquellas personas que prefieren perpetuarse en esa postura, y que disfrutan de su rol de víctima.

    ResponderBorrar
  6. Podrian agregar el link de las partes anteriores porfa??? Gracias

    ResponderBorrar