domingo, 13 de marzo de 2016

Un día en un baño

Primero quiero advertir, que esta es una historia, fome, aburrida y sin gran sexo. Quedan Advertidos, asi que después no alegen.

Un día jueves decidí pasar todo el día en un baño. Falté a clases y fui a los baños del San Borja, en Estación Central, esos baños que están en el patio de comidas en el segundo piso.

Los que han ido pa’ allá, saben como es, los urinarios que están en el muro de la ventana estaban en mantención. “Perfecto” pensé yo, pues había mas posibilidad que alguien se pusiera al lado mio.

Así las personas iban y venían, y yo, en los urinales simulando que orinaba. Hasta que llegó un loco, era medio masetiao’ y usaba un buso de la U, se sacó la pichula pa’ fuera y era una volá negra y gruesa. La vi y se me paró altiro. El terminó de orinar y comenzó a pajearse, ahí fue cuando los dos empezamos a cambiar miradas cómplices. El me lo mostraba y yo a el, entonces, llegó el, este joven de de veinte y tantos, con facciones delicadas y un atuendo naranjo que combinaba, parecía zanahoria. Se puso al otro lado del flaite guatón, y sacó su pene; delgado y blanco, con una cabecita rosada. El flaite me miraba a mi, luego miraba al otro, así estuvimos un buen rato, hasta que decidí hacer mi jugada, pero, señor zanahoria me ganó, se subió el cierre y se dirigió a los cubículos, le hizo un gesto al flaite para que lo siguiera. Los dos se metieron al último cubículo, y yo quedé ahí, con cara de plop. Estaba lavándome las manos pensando en lo miserable que era, de cómo hasta un desconocido me ignoraba y como iba a morir solo en un refugio para gente sin hogar y apareció este hombre, de piel caramelo, con el cabello amarrado en una cola de caballo que le llegaba hasta los omoplatos. Me miraba a través de sus lentes redondos de Harry Potter, y yo a el a través del espejo. 2 segundos de mirada y supe lo que el buscaba.

Me puse al lado de el, y vi que ya lo tenia parado, nos volvimos a mirar y el se fue inmediatamente a los cubículos. Yo busqué papel y entré después de el. El peruano -así le puse en mi mente- ya tenía los pantalones hasta la rodilla. Toda su humanidad estaba “despierta”, y era hermosa, del mismo color caramelo, con una cabeza roja, su pene debió haber medido unos 20 cms. Yo sin dudarlo comencé a lamer ese pedazo de carne, estaba depilado y tenía un leve olor a transpiración. Yo le lamía el glande y el peruano gemía para sí mismo, como estábamos en un baño no podía hacer ruido. Metí por fin su pene en mi boca y succioné, succioné y succioné. El peruano puso sus manos en mi nuca y comenzó a embestir, yo seguía chupándolo, disfrutando y saboreando cada entrar de su miembro en mi boca, mis manos estaban sobre su poto, me encantaba sentir como sus nalgas se endurecían con cada arremetida. Derrepente nos tocan la puerta.

- tienen que salir – dijo la voz al otro lado. Era el guardia

Yo miré a mi compañero, que de un segundo a otro ya estaba flácido, yo tenía miedo, nunca me habían pillado en algún baño, el peruano también me miraba con cara de desconcierto. Abrí la puerta y salí raspando, como si tuviera un cuete en el poto. Salí tan rápido que el guardia no me dijo nada, osea me dijo algo, pero arranqué tan deprisa que no lo escuché

Decidí ir al mall alameda, en donde también hay webeo. El auxiliar peruano –de real peruano- que me tiene ganas, me saludó. Yo le respondí con un gesto de la cabeza. Miré sus rasgos andinos, su piel morena, su cabello como erizo, y por un momento se me cruzó la idea de comérmelo.

Ya en los urinales no me costó encontrar a alguien mas, un hombre de traje me miraba desde el otro lado.se acercó a mi, era de unos 28 años, vestido de oficinista, llevaba un bolso amarillo super maraco.

- ¿Vamos a los baños?- me dijo.
-¿Qué le pasó a tu voz? – pregunte, su voz sonaba como si hubiera tragado helio.

Como mi fetiche por los hombres en traje es mayor que mi deuda universitaria, ignoré su voz y lo seguí.

Una vez en el cubículo nos empezamos a besar apasionadamente. El metía su lengua en mi boca, mientras yo rozaba mi pelvis con la suya. Con unas manos expertas se fue a mi pantalón, lo abrió y me lo bajó con bóxer y todo hasta la rodilla. Se quedó mirando mi pene erecto, de un tamaño promedio de 18 cms. que votaba precum, y me dijo

-Lo siento, no me gustan peluos’ – y se fue.

Yo quedé marcando ocupado, mirando al infinito. Tenía una gran jungla allí abajo, nunca me he depilado ahí y nunca nadie se me había hecho problema por ello. Estaba sentado en el wáter mirando la nada, cuando una mano salió por debajo del cubículo.

Yo ni tonto, me arrodille como pude y le pasé mi pene. El desconocido me comenzó a masturbar agresivamente. Yo cerré mis ojos para disfrutar mejor, mi pelvis se movía involuntariamente al ritmo de las manos del desconocido.

Cuando el no me pajeaba, me tiraba las bolas y con sus dedos buscaba mi ano. El con su mano libre también se masturbaba, hasta que terminó y soltó un jaleo.

El seguía dándome duro con su mano, hasta que yo terminé. Los chorros de semen salían y salían. El muro del cubículo quedó todo moqueado, el desconocido también se manchó con mi leche. Yo suspire de alivio

Me limpie y salí, unos segundos después salió el desconocido.

-Puta la wea- Exclamé

Era mi hermano.

9 comentarios:

  1. wuajajaja
    Y era mi hermano, qué risa!

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  2. Jajjajajaj que risa oye cuáles son esos baños que hablan los que están al lado he happyland?

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  3. jajajajaja, me cagué de la risa, bueno el relato

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  4. La weá loca!

    El hermano..... y el otro wea que habla como con los pulmones llenos de helio. Bajón total escuchar una voz de pito o nasal.

    Bueno el relato y me cagué de la risa.

    CYLON

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  5. Jajajajajajajajasjs la embarro Jajaj no paro de reír

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  6. Csm Jajaja Mejor relato que he leído

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  7. jasoajsos que risaaaaa weon tu hermano xD me encanto el relato

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