Liceo nuevo 3 - El viaje

“La tardecita enciende la noche
y tengo
un dejo de tu carita
soleada mirándome el alma.”

Yo no sé si las historias de amor existen (aún hoy a mis veintitantos años) pero yo sé que aquella mañanita, descubiertos, me enamoré de él.
Su madre quedó impactada, al ver a su hijo mayor, patrón de la casa, guía de sus hermanos, tendido con un chiquillo marica como yo. Aún escucho los ¡DANIEL QUÉ SIGNIFICA ESTA WEÁ! Y el ¡SALE DE ACÁ MARICÓN! Sus manos no alcanzaron a tocar las mías pero me llevaba en mi cuerpo todo su viril corazón y los besos apasionados que nos dimos al amanecer. No hubo momento en que no me sintiera perdido al estar con él. Prendí el celular y las llamadas de mi madre eran muchas. Al llegar a la casa estaba Tomás con sus padres. Tomás, manipulando (como siempre) fue el héroe de la historia. Yo no tenía ganas de nada y sólo subí a mi habitación a conectarme al MSN y ver si Daniel estaba conectado. Era sábado y tendría que esperar dos días para saber de él. Domingo sin novedad. Lunes ausente en la lista. Lunes siguiente también. ¿Qué pasó? Por qué ya no iba a clases…

“Don’t let me down” de los Beatles me acompañó toda esa semana. Lo peor, era verano y quizá ya no sabría de él pues mis padres acordaron con las monjas mi reingreso a mi antiguo colegio. Blabla, ya habían pasado las semanas y era mi primer día de vacaciones, una tardecita de diciembre donde el sol ya empieza a picar la corteza de los álamos me dispuse a su reencuentro. Caminé por aquellas poblaciones dónde mamá y todos me decían no lo hicieran, llevaba conmigo una cámara de rollo y logré capturar un par de imágenes. Divisé a lo lejos aquella casita escondida detrás de un pino enorme, de años, caminé temeroso pues no sabía con quien me iba a encontrar o cómo sería mi recibimiento, las ansias de verme tendido nuevamente entre su pecho conocedor de mis heridas me hizo buscarle… 

Ahí estaba, íntegro, fornido, picando tres palos de leña para que no pasen frío sus hermanos pequeños. ¡Principito, qué hace por acá! Y me lancé a sus brazos. ¡perdóname, perdóname, siempre hago todo mal! Sé que tenía que venir antes, pero no sabía cómo llegar a ti, o sea si sabía, pero estaba/estoy lleno de miedos y ellos me corroen. No se preocupe, principito –me dijo al oído– yo he estado bien, solo que mi mai me mandó a la chucha con que vaya a clases y me mandó a trabajar dónde mis tíos, pa allá como pal campo. Shaaa, mire, me hubiera llamao por último, toy too cochino y usté, tan bonito, con esa camisita vintash se ve bonito.. su olorcito, déjeme olerlo más así me entrega un poquito de aroma a felicidá y me olvido de too lo que está pasando. ¿Qué pasó, Daniel? ¿Tu mamá se enojó mucho dónde nos vio juntos? Sí, o sea no, o sea esa fue la gota que rebalsó el vaso.. principito, usté no me conoce, yo quería decirle algo.. pero, querí tomar el tecito, estoy con la Marlin y el Basti, mis hermanitos, los vamo a dejar dónde mi tía y bajamo a la yapla a caminar, le tinca? Sí, obvio, vamos… 

Principito, yo soy un caos, yo no soy ná weno… no había digerido bien la once esperando lo que me tenía que contar Daniel, Sus hermanitos se parecían a él… su madre no estaba y mientras caminábamos a la playa un suspiro me hizo volverme a la realidad. ¿Cómo así? Yo, igual soy un caos, Daniel… No, principito, usté no sabe de caos, yo… soy malo. He tenio que aprender de mala manera a ser yo en está sociedá, ya no puedo salir de acá. Daniel, no ha pasado ni un mes y yo siento que me corroes entero, me gustas, y yo sé qué igual te gusto. Sí, si eso está claro.. aunque yo no sé hasta dónde pueda mentirle po, entiéndame… acá no es fácil la weá. ¿mentirme? ¿mentirme? 

No quise escuchar nada que opaque aquel final de año, me quería sentir enamorado y estando con él lo estaba logrando. Le di un beso acalorado lleno de suspiros que el aspiró y dejó atesorados en su palpitar. Tomó sus manos y las enlazó a mi cintura, se acercó más, logró contener el aliento y bajarlo hasta mi cuello… cristalizó mi mirada -le pude ver el alma sin que sepa- ¡Ay, principito! Me tengo que irme de acá… ¿ahora? –respondí– No, cómo se le ocurre, yo quisiera quearme pa sempre acá con uté po. Me tengo que ir de esta ciudá, antes que me pillen. Daniel, no quiero apresurarte a decirme “la verdad” pero creo que te entiendo, aparte, eres impulsivo y me imagino que no sé. ¿Te imaginai hubiera matao a alguien y estés ahora con un homicida? Una persona que a matado a alguien no podría mirarme de esa forma… me imagino que fuiste lanza en alguna webá y te pillaron o no sé, funaste alguna empresa, no sé po. Ahaha, querí saber? No, prefiero que no, si te tienes que ir –repuso- lo antes posible. Exacto, no quiero perderme nada de ti. Vámonos alguna parte, te invito a la casa del campo para este finde. ¿en serio principito? Me haría re bien po. Sí, sólo que no sé manejar y nos tendríamos q ir a deo o en bus. A deo no má. Sí, a deo. ¿ya no tení internet? Naaa, mi vieja lo cortó porque me dijo que me podía pajiarme contigo por cam po ajajaja. Shiuuuuuuuu, me quiere caleta. 

No sé qué me pasa contigo, Angelito, me tení como loquito, aparte de quererte me tení súper caliente, me llevai al morbo, al amor.. y, cómo sería ese morbo, le dije al oído y un gemido salió de mi boca en dirección a su oído. Oh, no hagai eso o te voy a tenerte que llevar pa allá atracito. me lancé a correr. Ambos corrimos. El ocaso nos estaba cubriendo. Todo el cielo era naranja, su piel morena se volvió más intensa, sus músculos jugaban con el vaivén el aire, yo me sentía extasiado de verle sonreír… Daniel estaba siendo feliz conmigo, lo sabíamos ambos. Corrí y corrí y me dejé guiar hasta aquellos pastizales dónde me había indicado hace unos minutos… me escondí aguardando su espera… no llegaba, me asusté unos segundos hasta que siento como de mi espalda se sube una bestia enorme besándome desde la nuca hasta el cuello, reconocí su aliento, sus besos y sus manos subiéndome la camisa para tocarme entero. Quedé cómo si estuviera pastando. Poco a poco siento como Daniel erecta su miembro al compás de mis jadeos, me doy vuelta para tenerlo encima mío. Comenzó a subirme la camisa para lamerme mis tetillas adolescentes, las mordisqueó tanto que aquel dolor me producía placer, bajó por mi entre pierna su mano hasta sentir su mano en mi miembro también erecto. A ver, principito, no he conocido esto y siento como velozmente se lanza a mordisquear sobre mi bóxer mi pene, aquella sensación me era nueva, sentía cosquillas removerme entero hasta que siento como con su boca baja mi prepucio hasta llevarme al clímax de la situación, me envuelve mi cuello y un dedo sube a mi boca. Lo succioné, lo succioné tanto como pude. Masturbó mi miembro hasta dejarme ido y en un impulso propio subió hasta mis labios para calmar el nervio de no verme reflejado en sus ojos miel.

- ¿Me deseas?
- Cómo la luna al sol.
- ¿me sientes?
- Cómo las margaritas al ruiseñor.
- ¿me quieres?
- Como la palabra amor.

Alguien parecía estarnos viendo cuando me subí encima de Daniel, mis ojos apuntaron aquel bollerista y Daniel supo espantarlo con piedras y gritos de hombre. No quería que nadie vea cómo me hacía suyo y cómo yo lo hacía mío. ¿Te asustaste? No, es decir, nunca antes me había pasado esto. Me quiero ir. No se asuste mi principito, conmigo ná le va a pasar. 

No podía dejar de pensar en él. Mi padre me regaló un teclado y me coloqué a tocar melodías de Yann Tiersen. Siempre he cultivado mis gustos por el piano y me sentía ido al compás de la sinfonía.
Habíamos acordado que el fin de semana nos juntaríamos a las once de la mañana en la plaza a orillas de un quisco por si alguien nos conocía o no sé, éramos súper perseguidos, en realidad mi temor era que nos viera Tomás y el Daniel, su mamá.

Los días pasaron y todas las noches me dormía con un mensaje de un número desconocido. Daniel también me pensaba. Yo recordaba esa estrelltita titubeante que me había regalado la noche en que nos fuimos a su casa “si algún día me quieres recordar yo seré esa estrella, la ves? Sí, la veo. Bueno, esa estrella es una constelación de amor, hay una historia dónde dicen que dos amantes se juntaban a media noche entre medio de un bosque.. la historia es triste pero me gusta eso, saber que hubieron dos personas que también las apreciaban como yo. Por eso te la doy.” Mamá no sabía que me iría al campo, es una casita abandonada que dejó mi tía Gertrudis. Cuando murió nunca nadie la ocupó, la llave la tengo yo. Parece que madre se olvidó de ella y bueno, le dije que iría a la casa de la Jose. Que me quedaría ahí y blabla. 

El viernes por la noche me llega un cuarto mensaje “Principito, mañana a las once donde acordamos, le adoro, borre este mensaje (me gusta jugar a las escondidas) ¿me quiere? No me responda, el celu no es mío. Dígamelo mañana con un besito de buenos días. Dani” 

Estremecí mi celular como pendeja enamorada en mi corazón y antes de quedarme dormido me llega un quinto mensaje: “Oiga, me tendrá algún nombrecito a mi? O me dirá Daniel, siempre? Le dejo con la intriga, princhipito. Un beso (o mil) si quiere. El Dani.” ¡Qué me estaba pasando! De inmediato comencé a quedarme dormido con la pregunta.. parece que la yo tenía. ¿Sería ese?

Eché al bolso un par de poleras, bóxer, hartos, porque sabía que los necesitaría. Una botella de vino, manis y cosas así. Mamá no estaba había ido a dejar a la Matilde a Ballet. Una nota en el refri, el número de la jose (inventado) siempre he llevado mi vida al límite, una gota de suspenso al imaginarme que madre la llamaría y podría quedar la cagá me excitaba más.

A lo lejos veo como sube sus manitos a la boca para con su aliento cubrir un poco de calor su nariz… me lo observé mucho, no se daba cuenta que estaba ahí, mirándole, dibujando con mis ojos el te quiero que le diría. ¡Principito! Y sentía que ya había vuelto a la vida. Hola, Daniel… y como dos pingüinitos nos dimos calor mutuamente entre la niebla que empezaba a dispersarse acá en el sur… ¿pa dónde nos vamos? A la casa de mi Tía. AAAH, pa qué lao queda? Mira, es como entrando por el volcán, hay una playa como a 20 minutos, siempre quise ir acompañado con alguien… OOH, fileteee perritoooo… ¿QUÉ?.Jajaja, no se coloque así mi principito, lo estaba testeando. Daniel venía con una mochila gigante, no sé qué tanto traía. Nos fuimos a la carretera bordeando las montañas para tomar la vía sur que nos llevaría a casa de mi tía. En el camino me decía que era difícil que lleven a dos weones a deo. Yo le decía que no, que era complicado pero que había que tener optimismo no más. Por eso me gustai po –me decía– Oye, principito, qué trajo usté? Hmm, traje como ropa, un vino, maní, se me olvidó decirte que en la casa había de todo. OOH, yo traje hasta saco jaja. Bueno, nos cubrimos igual po, si es helado allá. Sí, es helaito pa allá. Oiga, haga deo mientras voy a echar la corta. Y siempre he tenido suerte cn hacer dedo, todas las veces que he mochileado siempre me han parado, magnetismo yo creo. ¡DAAANIEEEL! La señora nos va a llevarrrr. Buena, principitooo, espéreme voy al tiro. Azucena nos llevó hasta la entrada del pueblito pues ella iba a otra parte. Había salido a conducir para olvidar, viuda había quedado hace muy poco y la alojaba un dolor que no pude entender (pues nunca lo he vivido) pero si empatisar con su corazón roto. Se ven lindos juntitos, tienen que cuidarse –nos decía– Sí, señora Azucena, conociera nuestra historia, quedaría plop jaja (Daniel habló más con ella, yo soy un poco retraído, medio tosco, no noto bien cuando me preguntan cosas o cuando me quieren hablar de algo, siempre he preferido la intimidad en un viaje) nos despedimos de la señora y nos fuimos por un sendero plano, nos cubrían cipreses árboles y la magia de un día sureño. 

Daniel parecía contento, le acunaba una mirada dulce. Amaba el sur, la naturaleza, los pastizales, el sonido de los árboles y los pájaros. Llegamos a la casa, estaba como muerta, se notaba que solo el fantasma de mi tía había alojado durante años ahí, sin embargo al desmontar las sábanas todo seguía intacto, el mismo olor a galletas que solía prepararme y el aroma de las lavandas de su jardín se impregnaron en la casa cuando abrí la ventana. Está re linda la casita po principito, me quedaría pa siempre con usté acá. Caminó a mi lado y me dio un beso tibio y enternecido. Preparamos lechugas y atún de almuerzo, nos fuimos a las hamacas, nos subimos y quedamos juntos como cuando nacen las amapolas… ¿Anuarí? Te quiero. ¿Qué dijo principito? Anuarí, desde hoy serás mi Anuarí. ¿Su qué? Le besé la mejilla y seguí: es cierto que a ti te gustan las estrellas, verdad? Sí, mucho, pero eso qué tiene que ver? Anuarí, significa estrella insondable, eso quiere decir que es profunda, que nunca nadie a llegado al fondo de ella, que hay que conocerla, es luminosa, es un proverbio que ocupó una poeta chilena, Teresa Wilms Montt, para acunar en sus brazos a su amante. Tú, serás mi Anuarí. Mi estrella luminosa y viva. Shaa, que habla bonito mi principito, me gusta, seré su Anuarí. Y siento como se le quiebra la última sílaba que estaba saliendo de sus labios y noto como cae una lágrima de sus ojitos miel. Mi niño, que le pasa? Es que nunca me habían dicho tantas cosas lindas, principito, si esto too parece un sueño.. no quiero despertarme po.. pero si no te despertarás es la realidad… abrázame fuerte principito, no me soltí porfa, no me soltí…. Continuará.

Primera parte: http://relatosflaitecitos.blogspot.com/2015/02/liceo-nuevo-aporte.html
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