domingo, 1 de marzo de 2015

El moreno

Esta weá pasó hace como mil años, pero aún me excito cuando me acuerdo y de lo arriesgado que fue. Sucede que en el año 1998 trabajaba en una pega X, por el sector de Gran Avenida, paradero 18. Era un weveo tomar micro y y para volver a casa tenía que obligadamente bajarme en Franklin para tomar otra micro más. Una vez salí algo más temprano del trabajo y mi jefa me pide con algo de desesperación que por favor pase a dejar unos documentos a un local que quedaba por Franklin. La weá es que yo tenía otros planes y con eso me recagó la onda, pero igual le dije que bueno (dada la cara de urgida que tenía).

Para acortar camino, me metí por unas calles estrechas por el Barrio Matadero en donde habían unos estacionamientos (ahora hay unos inmensos galpones). En una de esas vueltas, salí a un peladero y a una especie de rancha. Ahí estaba un compadre moreno, metro setenta, bien maceteado, crespo y vestido con un pantalón de buzo azul oscuro, polera musculosa, y eso que estaba bastante fresco el aire. El weón me mira y me pide fuego. Le dije que no tenía y me fui. A los tres días la jefa de nuevo me manda a dejar otras weás para ese lado y de nuevo me encuentro con el loco. Ahí empecé a cachar que el weón, si bien muy humilde y algo chorongo, tenía carita encachada y super buena cuerada. Volvió a pedir fuego y le pasé el encendedor. Cuando prendía el cigarro, el weón me miró fijo y picarón. Me agradeció y me fui.

Esta situación se repitió con el correr de las semanas y casi siempre me topaba con el moreno del cigarro, con quien pasamos desde el simple saludo a alguna conversación, hasta que un día hacía más frio que la cresta, y había mucho viento. Iba caminando por esa calle chica, pero el moreno no estaba, por eso empecé a caminar mucho más lento, prendí un cigarro y justo aparece él, asomándose por la puerta. Me sonríe y me mete conversa con lo del frio. Yo estaba entumido y me ofrece una taza de café. Me hace pasar a su casucha, que consistía en una cocina de dos platos, una mesa armable, un piso y una cama de una plaza. Detrás había un baño chiquito con unos lavatorios apilados.

Cuando se volteó a encender la cocina, aproveché de mirarle la raja: con el buzo se le marcaban los dos cachetes y los muslos super gruesos. Por delante su paquete rico, sus cocos y su pichula apuntando a la izquierda. Los brazos trabajados y con cicatrices de largos cortes. Se sacó el polerón y el weón nada de guata, pecho medianamente pelúo. Cuando hablaba, le patinaba la "sh" y el coa le brotaba como sudor de la frente. El weón me miraba mucho, pero no con afán de cagarme, sino que como pidiendo compañía.

Me contó muchas weás de su vida y yo le engrupí con algunas mentiras blancas, como que no era de Santiago y weás de ese tipo. Y en un arranque de sinceridad, el moreno me contó que había estado preso por varios años (ahí me dio algo de susto y se me aconcharon los meados)... Seguimos hablando y el loco a cada rato trataba de sacar algo de un cajón a su espalda, con lo que su tremendo poto se marcaba más. Yo se lo miraba mucho y al final, como 45 minutos después, el negro se agachó para abrocharse una zapatilla. Ahí se le bajó el buzo y pude apreciar que sus nalgas eran velludas y bastante ricas.

Como era tallero, contaba weás y nos reíamos mucho los dos y cada cierto rato se acomodaba el paquetón que se hacía más protuberante. Entre tanta risa y weveo, este loco me sale con el pastel que si tenía condones. Le dije que tenía tres y le dije que se los regalaba, porque yo no tenía con quién pisar. Me mira y me dice que cómo no cachaba la weá, que hace rato que me estaba tentando y que quería weveo. Ahí le dije que si bien soy gay yo soy activo. El moreno me dice que cuál es el problema, que le gustaba mucho que se lo metieran y que cuando estuvo preso se lo chiflaron varias veces, pero que los weones lo rehuían por su raja velluda. Se bajó el buzo y me mostró un poto de hombre musculoso, peludo, duro como piedra y con unos cachetes exquisitos. Le sobé las nalgas y le dí unos besos y mordiscos. El weón olorosito a jabón y a detergente daba gusto. Sus gemidos de macho de voz profunda eran cada vez más frecuentes cuando mi lengua entraba en esa raja peluda cada vez más abierta cuando el moreno se agachaba. Yo con el ñato tieso como un chuzo me bajé los pantalones y seguí besando el poto. El negro tenía el chico bonito, cerradito y lo apretaba y soltaba a cada caricia mía.

El moreno susurraba "métemelo, métemelo, métemelo" y me lo pedía por favor, porque estaba super caliente y deseoso. La weá fue que me puse el condón y el weón se lubricó el ano con crema. Mi penca se deslizaba por esas nalgas ricas que este papito iba apretando. Al final, empecé a metérselo. El culo apretadito, rico, calentito y suave. Yo se lo metía de a poco hasta que mis cocos le tocaron los cachetes. El macho era un experto moviendo su raja y su esfínter apretaba más rico que la cresta. Yo le daba besos en el cuello y las orejas, hasta que este weón me voltea la cara y me pide que lo bese en la boca. Tenía una boca rica, con ese olor a dentífrico y cigarro que era para volverse loco. Sabía besar y su lengua era un placer sentirla, sin apuros, jugar con la mía.

"Más rápido" decía, que no me detuviera por nada y que le siguiera metiendo el chuto en el hoyo, que sentía rico, que estaba durito y caliente. Yo tiré la mano para delante y me encontré con un pico normal, pero grueso y cabezón, de bolas peludas y grandotas. Eso sí que lo mío era su culo. Nunca en mi vida me había comido a un weón así como él, tan varonil, tan de pueblo y tan peludo. Su poto duro me apretaba tan rico y a cada rato sus músculos marcaban sus nalgas.
Comenzó a masturbarse fuerte, dando cada gemido calentón y me agarró del poto. Me dijo que iba a acabar, que no aguantaba más y le salió un chorro de semen que saltó casi al techo. Con sus contracciones anales orgásmicas, este papito me hizo eyacular. "¿Estái acabando rico en mi raja, weón?" me preguntó sonriendo.Quedamos chatos los dos. De los vellos de las nalgas goteaba algo de mi moco. No se molestó en limpiarse los cachetes. "Es para recordarte", me dijo.

Esta weá sucedió varias veces hasta que algunos meses más tarde, el Marcelo, que así se llamaba el moreno, me lo topé en una esquina. Pero no venía solo. De la mano estaba con una mina chica y chula. Ella estaba embarazada.
No me atreví a acercarme y me corrí de ahí.
Nunca más lo volví a ver. Ahora hay un galpón inmenso en donde estaba su casita.
Putas que es rico comerse a un weón chano o flaite.

6 comentarios:

  1. Tío que significa chano? Wjajsjs

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    1. Es algo así como flaite, pero no tan amariconao, como los de ahora.
      Chano es como más de pobla, torreja, una cosa así.


      Otro día cuanto las otras aventuras con el moreno Marcelo. :)

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    2. con esas frases se le callo el carnet tio :P kjakajjaka

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    3. Tío lo estaba weando y no cachó xd

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    4. Llegué a hacer estudios en las capas geológicas con el carnet, jejejejejejej.
      Un poco más y llegaba a la era paleozoica.

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  2. Yo soy del barrio de gran avenida xd

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