domingo, 19 de abril de 2015

El flaite del gas (Por Esteban)

No me gustaba la idea, pero tenía que ir. Tuve que ir a la casa de mi mamá a visitarla y ayudarla con algunas cosas de la casa, que vive por Recoleta. Fui un día sábado y luego de almuerzo me encargó pedir un balón de gas. Yo estaba sentado viendo tele cuando me avisa que tiene que ir a ver una vecina a unas cuadras más allá. Que no se te olvide el gas. Ahí te dejo la plata, me dijo mientras salía. Pajero entero llamé al gas y seguí viento tele. Estaba solo en la casa y a veces las manos tienen vida propia. Me tocaba el pico y sentía lo caliente que lo tenía. Me lo tocaba por encima del pantalón. Usaba unos pantalones cortos, esos como para salir a correr y me saqué el pico por uno de los costados de la pierna y más lo apretaba, más me calentaba. Me lo corría despacito disfrutando mi pico y en eso me veo interrumpido. Puta la wea.


Habían pasado veinte minutos desde que llamé al gas y estaban llamando afuera. Miré por la ventana y para mi placer estaba ahí parado un hombre esperando que le abriera la reja. El del gas. Hombre es poco para describir a esa pieza de macho que adjetivos como grande o maceteado eran poco para describirlo. Conchetumare. No quise salir altiro, tenía el pico parado y con estos shores se notaba caleta el chorizo que tenía latiendo escondido. No iba a dejar que me viera así. Ay no que plancha.


El flaite que estaba esperando era un hombre grande, alto, metro 75. Corpulento, una espalda grande y maciza, una guatita chelera adorable y ni cagando tenía calugas. Yo creo que de unos 23-25 años- Usaba una polera sin mangas (no era esas musculosas) y tenía unos brazos más que marcados, gruesos y groseros. Brazos morenos y dorados que hasta se podían describir cada músculo. Usaba un pantalón corto de mezclilla y no se le marcaba tanto el paquete. Sus piernas seguían el estilo corpulento de su cuerpo. Piernas doradas, grandes, macizas y peludas. De cara se notaba rudo, malo y simple. Moreno, de ojos penetrantes y labios gruesos. Barba de uno-dos días. Pero corto, casi milico y solo un aro en una oreja, esos aritos tipo diamante. Atrás de él estaba el camión con su conductor esperando.


En eso que lo analizo, se me bajó un poco la altura del pico (no sé cómo) y salí a abrirle la reja. No hubo nada de extraño en la primera interacción que tuvimos. No había sacado el balón por lo que me dije que me acompañara a la cocina a buscarlo. Se lo paso, lo agarra y lo echa al hombro. Como andaba con polera sin mangas noté una axila peludita y me ruboricé al verla. Me miró extrañado mientras lo observaba llevar el balón sobre su hombro. Iba tras de él y mi vista se adornaba con una espalda ancha y brazos grandes. Me acerqué al conductor, le pagué y entré a la casa. El mino Flaitecito del gas entró tras de mí hasta la cocina y me lo dejó ahí.


Se notaba extenuado, se pasó la mano por la frente para secarse el sudor. Hermanito me convida un vaso de agua. Sí demás. Tengo bebida si quieres. No solo agüita. Toma. Se la bebió al seco y me agradeció. Es raro porque esperaba que se fuera, pero seguía en la cocina mirando todos los rincones. Qué quiere este weón. Yo estaba quieto apoyado en la encimera y él miraba por todos lados hasta que sus ojos se detuvieron en los míos. Yo asiento con la cara un poco intimidado con este mastodonte mirándome y bajo la mirada porque no se la puedo sostener. Vuelvo a mirarlo y sigue mirándome. Qué, le dijo sonrojado y riéndome, entre nervioso y coqueto. Nada me dice sonriendo con una mueca, sin quitarme la vista de mis ojos. Estás solo me pregunta. Su mirada igual reflejaba un poco de lascivia y mi culo lo pedía. Mi boca lo deseaba. Y mis manos lo anhelaban. Sí, bueno mi mamá salió y ya va a volver, por qué?. No por nada comparito.


Se da la vuelta para irse y lo sigo, pero se detiene, se vuelve hacia mí y me pregunta si tengo algo para comer. Tal cual. Yo extrañado y viendo un poco a donde iba esto, le digo que sí. Pecaría de weon si lo dejo ir. Me dice bacan hermanito, aguarda un poco. Veo que sale corriendo al camión, habla con el conductor, luego entra a mi casa, cierra la reja tras de él y vuelve conmigo a la cocina. Le dije que iba en un rato más que se diera una vuelta, es buena onda el Raulito. Bueno, le dije. Abrí el refri, hee mira tengo queso, chacho… Puedo hacer un pancito, le comenté. Ya ningún problema, gracias.


Sentía, la podía sentir por toda la cocina. Esa vibra sexual que traía este hombre machito era explosiva. Se quedó apoyado en un lugar de la cocina mientras yo le hacía un sándwich. Como estaba tras mío no sabía lo que hacía ni miraba. En eso me dice, tengo unos shores iguales a ese, pero son blancos. (Los míos eran negros). Ha bacan, le dije como algo sin importancia. En eso que saco las láminas de queso, siento que camina y de un momento a otro lo siento atrás mío. Cómo va ese sanguich? Me susurra al oído con una voz ronca y calentona. Conchetumare. Me paralizo, suelto lo que tenía en mis manos y éstas las apoyo en la encimera. Se acerca un poco más a mí y siento su calor exhalar en mi nuca. En eso tenemos contacto y siento su calor corporal en toda mi espalda y culo. Como era un poco más alto que yo siento su paquete flaite en mi culo. Qué haces? le pregunto mirándolo de reojo y sabiendo la respuesta. Nada, esperando el sanguich cosita. Sus manos se posan en mi cadera y se presiona contra mí. Hoo, lo oigo gemir. Que rico culo tení weon, me dice. Grande como me gustan. Me quiero dar vuelta y tenerlo cara a cara, pero al hacer el movimiento, me detiene y seguimos igual. Él atrás mío moviéndose lentamente haciendo que su hombría flaite creciera. La siento, siento el calor que emana este hombre y se transmite a mi cuerpo.


Yo en silencio dejaba que este pedazo de macho hiciera lo que quisiera. No le dije nada más y con sus manos gruesas me bajaba lentamente los chores. Imposible que le dijera que no, o que no deseara lo que venía. Me los baja hasta las rodillas y me toca todo el culo con sus grandes manos, me lo acaricia, y siento como su mano derecha se baja el cierre de su pantalón y saca un pedazo de pichula grande y negra. Un chorizo que llenaría mi mano si lo agarrara. Sigue con el pantalón abrochado, sólo se sacó el pico por el cierre. Con su derecha, se tocaba, se pajeaba y con la izquierda me tocaba el culo. Seguíamos ambos de pie, y el atrás mío. La puntita de su pico se lubricaba y la sentía mojadita cuando la rozaba contra unos de mis cachetes. Cuando la golpeaba gentilmente contra mi culo. Qué rico. En un momento siento como uno de sus dedos me toca el hoyito. Lo sabe hacer porque estaba mojado con saliva. Me lo toca y yo suelto un hooo. Hace el ademán de introducir el dedo y lo logra. Hace un sonido con su garganta que indica que le gusta. Luego su pico ya parado, un poco grotesco de grueso, pero no tan largo lo empieza a rozar por la raja de mi culo. Para arriba y abajo sube y baja. Lentamente, caliente como él solo. Juega así un ratito hasta que siento que me lo va a meter. Moja sus dedos son saliva y se la pone en la punta de la pichula. Se agacha un poco y siento la puntita en mi hoyito. De apoco me relajo y lo dejo entrar. El flaite del gas lo hace lentito, despacito. Como con cariño. Yo siento aún un dolor porque es un poco gruesa esta pichula flaite. Una vez que se introdujo entero, el macho retrocede y empieza un vaivén para saciar su calentura. De poco empieza y yo lo miro de reojo. No aparta la mirada de mi cara. Me observa con una cara sin expresión. Fija, penetrante. Sigue moviéndose y cada vez más rápido. Pero en eso de detiene. Me susurra, pongámonos en el piso. Sin soltar la unión que tenemos pico-hoyo. Me pongo de rodillas en el piso, en posición perrito. El flaite sigue con su movimiento penetrante de rodillas. Empieza a tener embestidas más fuertes y yo aguanto. El placer que empiezo a sentir gracias a este macho es cada vez mayor.


Sus embates son más poderosos, en la cocina solo se oyen mis gemidos de placer y el sonido de mis cachetes al chocar con su pelvis. Lo hace a una velocidad que ya no puedo apoyarme con mis manos para mantener el perrito. El flaite ahora mira hacia arriba, hacia el cielo y sus culiadas son fuertes, duras, casi sin control. Yo lo único que siento es que me voy a ir cortado y como si me partieran las caderas. Un dolor casi entumecido. Yo le dijo más fuerte, más fuerte. Sus manos no sueltan mi cintura y me las agarra con fuerza. Sigue culiándome casi sin compasión, casi violándome. El dolor que siento no es tan grande como el placer que me hace sentir. Yo solo hago lo que me sale del cuerpo que es gritar y gemir, lo hace con tanta fuerza que en algunos momentos me daban ganas de llorar y sentía que en cualquier momento mi pico explosionaba en semen. Siento que el flaite macho está a punto de venirse. Lo mete súper rápido y de un momento a otro baja las revoluciones del mete-saca y son culiadas cortas, como espasmos. Grita hoo, fuerte con voz ronca, seguido de un suspiro de alivio.  Lo que siento es esa irritación de mi hoyo lleno de su juguito macho. De leche flaite inundándome las entrañas. Veo al flaite del gas y lo veo sudando, jadeando, con una sonrisita en su cara y con su pico aún dentro mío.


Jadeando me pega una palmada de cariño en mi culo. Se libera lentamente de mí y se para, yo caigo en el piso de la cocina. Rendido. Busca una toalla nova y se limpia el pico del placer. Me dice tení buena raja weon. Yo lo miro, y río. Logro pararme agotadísimo y me subo los chores. Estuvo buena compare me dice. Sí muy buena le respondo. Vivís acá? Me pregunta levantando la ceja mientras se sigue limpiando la tula. No, vine a visitar a mi mamá. Haa, y cuando vení a visitarla de nuevo? Me dice riendo. Me río con él y me comenta que tiene que irse y bota la toalla nova a la basura. Lo acompaño hasta la reja del antejardín. Toma, me dice y me pasa un imán de esos con el número del gas. Ya gracias, le digo. Lo miro bien y bajo el número del gas había un número celular escrito con lápiz pasta. Lo miro, se acerca a mi cara, a mi oído y me dice, el celular es para atención personalizada. Luego de eso me besa en la mejilla y se va caminando por el pasaje hacia no sé dónde.

ER

Mis otros relatos:

Un par de chelas
Los pitos de la plaza
El flaite del gas

15 comentarios:

  1. Conchetumare que relato mas weno¡¡¡¡ A llamar al gas nomas po..en una desas

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  2. un bien relato pero de tu fantasia erotica XD


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  3. Riquísimo.
    Esos minos tienen los tremendos cuerpos, en especial los weones treintones.

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  4. Conchetumare esa Nova debe haber salido llena de caca weonaaaa, qué asco!!!

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  5. He tenido fantasías muy similares por la cresta, siempre en los grupos de flaites trabajadores hay un jovencito rico. Pienso que todos los relatos deberían ir acompañados de al menos una foto del flaite en cuestión, de espalda, o de frente sin necesariamente mostrar sus caras, pero para que tengamos una imagen con que calentarnos mejor :)

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  6. Se me paro full! Jajaja! Buen relato!

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  7. csm con suerte uno llama al gas y viene el perro de lipigas po

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  8. Weno weno, me caliente al máximo ctm

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  9. comparte el numero pa los de recoleta po

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  10. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  11. Por mi casa pasan unos guatones con cara de buitriado de perro a dejar el gas.... puta los weones feos, por la chucha!!!!

    Antes, mucho antes, pasaba el Luis, un moreno alto, labios carnosos (casi como los descritos por el Coco Legrand cuando se maraquifica e intenta hablar como cola). El weón era RICO, tremendo poto, y con una penca enorme... menos mal que no me lo metió, porque me partía en 8. Las chupadas que le dí fueron exquisitas.
    Tengo que subir esas historias.

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  12. Se me paro Full, muy buena historia! :D

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  13. En colina hay unos ricos. Lo Malo q nunca estoy solo

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  14. Podria dar el número oe siiiii

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