Tragamocos de un flaite

Tengo 27 años y si bien fui bien promiscuo más pendejo,ya que comencé mi vida sexual a los 14 años, la historia que les voy a contar es cómo conocí a mi actual pareja. Me llamo Diego y vivo en Santiago.
Hace unos 13 años tuve mis primeras experiencias con hombres gracias al surgimiento de los mall. Después del colegio como sagrada rutina me pasaba por los baños del mall plaza vespucio a mirar vergas y pajearme. 


Conocí todo tipo de hombres pero nunca me penetraron ni sucedió nada más que unas pajas, hasta que me desarme completamente cuando un día entró un flaite que con los años logró robarse mi corazón. Era un tipo hermoso de cara, un rostro muy terso, de mandíbula marcada, linda nariz y mirada intimidante. Tes blanca, atlético y unos 10 centímetros más alto que yo. Vestía un buzo negro de esos que tienen reflectantes en los costados, una polera Adidas y un gorro masivamente conocido como yoki. Se me aceleró el corazón y dejé de respirar cuando me di cuenta que por el espejo el flaite me estaba mirando y había notado mi erección en los urinarios. Es hetero pensé. Quité rápidamente mi mirada de la suya y me metí a una de las cabinas. Se ubicó en la cabina de al lado y por un pequeño agujero mire hacia su retrete y pude ver como orinaba su verga flacida. Fue todo un espectáculo, había visto orinar a compañeros de curso y amigos pero esta vez era especial. Una verga gorda blanca uniforme con prepucio pero a la vez el tipo podía tirarlo completamente hacia atrás, y mostrarme su cabeza rosada y bellos rubios que cubrían todo su pubis. Traté de acomodarme un poco y pude ver sus oblicuos marcados y tuve sin tocarme ni irme cortado un orgasmo exquisito, tanto que me fui en volá y se me salió un quejido femenino que desvaneció el tremendo pico para reemplazarlo por un molesto papel que tapando aquello que me quitó la vista. 

En mi desesperación me quedé en silencio y espere a que el flaite saliera. Pero mi calentura fue mayor que mi miedo y salí detrás de él. Lo seguí por todo el mall, sólo con la finalidad de seguir mirándolo. Era todo un macho. Si ustedes estuviesen allí, por lo muy activo que fuesen, estarían conmigo de acuerdo que el flaite emanaba un olor a macho culiador que te hace dilatar el ano aunque no quieras ni pretendas hacerlo. Estaba tan embriagado que nuevamente el flaite se adelantó a mis pensamientos y no me di cuenta hasta que en el giro de una esquina sentí que me agarran fuerte del brazo y me tiran al suelo bruscamente. 

Bueno yo a los 14 años era un niño de un metro sesenta, gracias a la genética de mis padres era bien desarrollado para mi edad y tengo un culo muy grande que parece de mina. Debo confesar que a esa edad tenía una voz de niño bien fina, aún era lampiño y para qué decir una cosa por otra, era bien afeminado. Y por lo mismo sentí un terror que me inmovilizó por completo y me perdí por unos segundos hasta que una cachetada en el rostro me despabiló.
-Chúpalo. Me dijo con una voz potente y el típico timbre de los flaites. No reaccioné hasta que se tiró un escupo en la verga aún flácida y me volvió a hablar con su tono dominante.
-Chúpalo maricón, si me viste la verga y me estás siguiendo hace rato. Chúpamelo o te saco la mierda al tiro. -Pero es que yo..
Cómo explicarle al flaite que no lo había chupado nunca me estaba haciendo tiritar por completo, hasta que con fuerza me abrió la boca y me introdujo su verga media morcillona. La sensación fue inolvidable. Me sentía puta, y pronto agarré el ritmo y sentí como cada segundo el pedazo de carne crecía hasta mi garganta y comenzaba a darme arcadas. Sin meditarlo mucho pronto supe que había nacido para mamarle el pico a ese flaite y disfrutaba allí agachado del sabor entre dulce y salado que tenía su verga. 

Ahora ya más consciente supe que estábamos en una de las escaleras que conectan de emergencia los pisos 1 y 2, por dónde venden zapatillas..sentí hormiguitas y que iba a desmayar del placer hasta que el flaite comienza con sus jadeos y comienza a balbucear burradas. 

Cómetela maricon, me decía, tragatela entera culiao, me susurraba al oído mientras me tiraba del cabello y me follaba literalmente la garganta. Temprano me enteré que el olor del pico es una maravilla, supe que el tipo fumaba marihuana porque, aunque me digan que soy un cerdo, el olor tenía ese inconfundible aroma, mezclado de sudor de jugador de pichangas y restos del orín que hace poco me había hipnotizado. Mame verga tanto rato que me dolían las rodillas y sentí que las comisuras de los labios comenzaban a irritarse, y trague tanta saliva que en esas horas (sí es cierto fueron por los menos unas dos horas chupando verga) me volví todo un garganta profunda. No soy un mino modelo, pero a esa edad tenía facciones de mina y siempre he tenido labios gruesos por lo que el flaite me decía que el metermela en la boca parecía una zorra de mina cualquiera, y eso hacia que cada vez me volviese más maraca tragando verga. Y qué verga, ya parada era todo un monstruo en su tamaño, muy superior a cualquiera que había visto, desde el tronco a la cabeza una forma muy excitante, perfecta, sin desviaciones, sólo la obvia inclinación hacia arriba de lo parada que estaba. Era toda una oda a la vida esa verga. Hasta el día de hoy, 13 años más tarde, puedo decir que sigue siendo potente y cautivadora. Pero todo lo que comienza tiene que terminar, y bueno los finales son siempre felices, así que pronto descubrí lo que era tragar moco. El flaite que yo pensé que me iba a matar a golpes comenzó a embestirme con su verga hasta que comenzó a gemir cada vez más fuerte y me dice que se iba a ir. Cuando hice ademán de escupir el moco me da una bofetada y me dice que por maricón debía tragarmelo.

-Ya tragatelo culiao, ese es tu premio. Tragatelo te estoy diciendo o querí que ahora sí te agarre a patadas maricón y mierda? Tragatelo por la putita y maraca que te has comportado.
Y entre el miedo y la calentura saque la lengua, se lo mostré y con una cara de puta comepijas me lo trague con orgullo. Era inevitable, tanto moco que soltó que ni se dio cuenta que ya me había tirado la mitad de su moco dentro de la garganta y me había comido la mitad al menos del semen, así que comerse el resto era un verdadero placer. 

Se subió el buzo, me dijo que su nombre era Esteban, tenía 23 años y que si le contaba algo a alguien me metería un palo por el culo para puro matarme ensartado. Misteriosamente eso no me dio nada de temor sino que una profunda excitación. El flaite me tenía agarrado de la polera amenazandome y justo sube un guardia del mall. El flaite me suelta y me deja allí totalmente caliente y se esfuma hacia el segundo piso. El guardia pensando que me había querido asaltar me llevó amablemente hasta el colectivo, me lo pagó y me dijo que me cuidara.
Seguí yendo al mall con la esperanza de volver a verlo, y por varias semanas, incluso meses, no lo conseguí. El tiempo pasó y ya les contaré cómo volvimos a vernos. Saludos a todos.