miércoles, 16 de septiembre de 2015

El ex-carabinero

Hace años, siendo yo un cabro de unos 20 años, mi tía predilecta me dio un consejo: "Nunca perder la cabeza por un poto", y putas que tiene razón.
Esta historia tiene un sabor agridulce, talvez algo amargo por como terminó.
Ahora desde mi perspectiva de hombre de más de 40 años, la veo como una volada, una estupidez, pero aún así, fue muy caliente.

A principios del año 2001, me cambiaron del local de mi trabajo y me enviaron a una farmacia en Maipú. En ese local, ubicado dentro de un mall, teníamos guardias de seguridad, por los famosos "mecheros". Ninguno me llamó realmente la atención, porque o eran viejos, otro era un tipo que parecía jugador de rugby y super tonto. Había uno super loco y bueno para el copete como para la chuchada. Tras una salida de madre y grave metida de patas, la jefa de local solicita a otro guardia. Todo esto sucedió para un Dieciocho de septiembre. Ese día fatal me tocaba turno de tarde, entrando a las trece horas. Como iba algo atrasado, no me fijé en el guardia y apenas le saludé.

Cuando me ubiqué en el mesón, él se acercó a mí y pude mirarlo bien: más alto que yo (como 1,80), delgado pero con buena musculatura, medio flaite en el hablar, cabello corto muy negro, y con una sonrisa blanquísima en su cara morena y de mandíbula cuadrada. Hablamos algo, pero no lo pesqué mucho ya que me pareció algo patudo.

La cajera fue a almorzar y Germán (como se llama este personaje), fue a la cocina a tomar su colación. Mi otra colega me dice que vaya también. Caliento mi comida y comienzo a almorzar. Mi compañera se tragó su comida y salió. Germán se tomaba un vaso de agua y le pregunté si ya había comido.
- No. Es que no traje almuerzo.
- Pero anda a comprar...- le dije.
Me mira como con vergüenza y me sale con que no tenía plata. Yo no tenía mucha hambre y le dije que le ofrecía mi almuerzo. No se hizo de rogar y se zampó todo en minutos. Luego de eso, con cara de pena, me dice que no había comido nada en varios días y que me lo agradecía mucho. Nos ponemos de pie y me da un abrazo apretado y un besito en la mejilla.
- Oye, ¿qué onda? - pregunto yo. - si no es para tanto.
No me suelta y me sujeta la cara y me da un beso en la boca. Me dice que ya me había cachado y que era su forma de agradecer. Terminamos con un atraque y corridas de mano que casi nos pilla la sapa de la cajera.

Germán estuvo en el local por unos días no más, pero siempre se hacía la víctima y le encantaba calentar el agua. Cuando nadie veía, se tomaba su abultado paquete así como casualmente o si no se volteaba, manos en los bolsillos, y hacía llaves de cachetes, apretando sus nalgas. Yo quedaba caliente al máximo y una vez, cuando pasaba tras él, le agarré el poto. Se dejó y me dijo algo así como que un día eso podía ser mío.

Desapareció por un tiempo, aunque a veces me llamaba por teléfono (con cobro revertido, por supuesto). Y una vez hicimos sexo telefónico. Una vez me invitó a su pieza en donde arrendaba y cuando las cosas estaban poniéndose calientes, llegó el dueño y nos echó cagando, jajajajjajajajajaja. Luego de varias reuniones fallidas y mala comunicación, no lo volví a ver.

Tiempo después, yo salí de vacaciones y me quedé solo en la casa. Eran las ocho de la mañana y suena el teléfono. Era él, que quería pasar a verme. No sé cómo mierda supo en donde vivía yo (como era paco, tiene sus métodos, de seguro). No terminaba de cepillarme los dientes cuando tocan el timbre: era él. El muy zorrúo me había llamado de la caseta de la esquina.

Lo hice pasar y me cuenta que viene saliendo de un turno de noche y que quería dormir un rato EN MI CASA. "Culiao patúo", pensé yo, mientras me lavaba la cara. Al salir del baño, Germán estaba completamente desnudo sentado en un sofá, con su pene grandote totalmente erecto, pidiéndome que se lo chupara. Entre el tirerío de ropa y los "bailes" eróticos que este weón hacía yo estaba a punto de echarlo, pero la calentura del momento me lo impidió. Se tomó el pico y se echó el prepucio atrás. Le brillaba el glande y una gota de líquido seminal apareció en ese fruto morado y grande. Me abrazó y me besó, forzando su lengua en mi boca. Me bajó el pijama y comenzó a sobar mis nalgas velludas, exclamando que hacía tiempo que no se comía a un weón peludo. Yo hice lo mismo con sus durísimos glúteos lampiños contraídos. No permitió que le metiera la mano y tocar su ano. Nos fuimos al segundo piso, él por delante, y calientemente se abría la raja para mostrar ese hoyito oscuro.

Le chupé todo el pene palpitante, saboreando sus jugos, me comí sus bolas colgantes y jugué con sus vellos púbicos recortados. Sus piernas velludas delgadas desentonaban en algo con el trabajado cuerpo, en especial con sus nalgas firmes y levantadas. Ese hombre delgado era un machote de buen poto y de un buen pene.

Él no me hizo sexo oral, pero me masturbó muy rico, mientras yo tenía su pichulón en la boca. Me hizo acabar y comenzó a correrse una paja feroz, hasta que su semen le mojó su pecho, el cuello y mi cara.
Luego de eso, se dio media vuelta y se durmió inmediatamente.

Acá es donde comienzan los problemas. El weón era un patudo a cagar. Hambriento, bolsero y sinvergüenza. Y para peor, tenía las patas enfermas de hediondas, tanto que Chernobyl podría pasar por un perfume Paloma Picasso en comparación. Se tragó una olla llena de porotos granados. Se comió un kilo de pan y despachó dos melones tuna de un paraguazo. La cagó.
La historia se repitió al segundo día, con la variante de que Germán recién se había duchado y se acostó boca abajo. Su exquisito trasero masculino era una tentación, en especial cuando apretaba los glúteos. Como sabía que eso era lo que quería yo, me dejó acariciárselos y abrirle el culo. Metí mi lengua y jugué un buen rato, haciendo círculos. Él gemía de vez en cuando, pero contraía su raja cuando mi lengua trataba de entrar en su hoyito totalmente lampiño. Me dijo que eso no le gustaba, porque él era activo y quería culearme.
- Puta weón, me tiene caliente tu poto...
- Cuando yo era poli, me comía a un motorista peludo, así como tú. Le gustaba que le pegara y que se lo metiera fuerte. Era rico de raja ese weón.
- ¿Y nunca te lo metió él? - pregunté - ¿Ni un punteo?
- Ehhh, no... - y titubeó.
- Es que, mira, cuando te abrí las nalgas, tu anito tiene una cicatriz, así como un tajo - le dije - ¿pasó algo?
Ahí me confesó que el otro paco, tras una buena cacha, lo curó y lo violó. Decía que el motorista lo desgarró y que nunca más volvió a dar el culo.
- Entonces antes del paco ya te lo habían metido.
- Sí, pero no me gusta mucho.
- Y si yo te lo pido, ¿me dejabas?
Me monté encima de él y comencé a besarlo, a acariciar su espalda, morderle las orejas, a abrazarlo, a pellizcarle las tetillas y a ser tierno. "Échame vaselina, primero", susurró. Mis dedos entraron en su ensalivado hoyito y cada cierto rato daba un respingo.

Bajé a sus caderas y besé sus testículos grandes, su perineo y a morderle suavemente los cachetes.
- No me muerdas fuerte en las "nargas", ¿ya?
- No te voy a dejar marcas, papito. Tranquilito. Voy a sacar condones - dije.
- Con gorro me duele más que la chucha. Así no más.
- ¿Seguro?
- Seguro, mijito. Métame su piquito.

Comencé a meterlo. Estaba super apretado y Germán cerraba los ojos y apretaba los dientes.
- Sigue no más. Me duele, pero después voy a empezar a sentir rico...
Mi pene, aunque menor que el de Germán, hizo su trabajo en penetrarlo. Este weón estaba con el poto abierto por sus manos grandes, pero el chico estaba muy apretado y a veces lo apretaba aún más.
- Ay... ay... me duele mucho. Más despacito, porfaaaa.
Y yo paraba el ritmo.
- ¡Me estás desgarrando...!
Ahí me asusté, pero él no permitió que se lo sacara. Mis manos sobaban esos glúteos militares que este paquito apretaba, movía y me hacía gozar mucho. Su hoyito era un ordeñador de pichulas, suave, apretadito, caliente. Sabía lo que hacía. Me miraba hacia atrás, preguntando si me gustaba.
- Qué rico así... me gusta! Métemelo todo, todo, tooodooo. Tu pico es del tamaño justo para mi poto.
Me cansaba y él empezaba a culearse solo. Se notaba que el hombre ya había obtenido mucho placer siendo pasivo y que de verdad lo estaba disfrutando mucho conmigo.

- Voy a acabar, Germáááán, voy a acabaaaar. No aguanto más - gemí de calentura.
- Acaba afuera, ¿ya? Tíramelo en las "nargas".
Dio unos apretones maravillosos y le tiré el primer chorro de moco adentro; otro apretón y el pico quedó entre los glúteos, llenando ese profundo surco. El resto, quedó en sus "nargas".
- ¿Te lo meto yo?
- ¡Ni cagando! Tienes la media penca, weón.
- Entonces chúpamela...
Me metió el pico a la boca y comenzó a culeármela, hasta que acabó. Me moqueó la cara y el cuello.
Me dejó sentado en el suelo y mientras iba al baño, ví como mi semen le corría por las piernas. Se puso a orinar y se tiró un tremendo peo!!! (ultra romántico el weón).

Después de eso, se puso weón, no me pescaba cuando lo hablaba y miraba a cada rato la hora. Bruscamente me dijo que tenía que irse, mientras se peinaba tras la ducha. Abrió su maletín y se puso más weón todavía. Me dio miedo cuando el weón saca tremenda pistola y comprueba que estaba cargada. Mi cara de espanto la borra con su hermosa sonrisa y un piquito.
Se va y yo me quedo pensando. Voy a sacar el mini-disc y NO ESTABA.... el culiao me había cagado y aparte de eso, me sacó una plata que tenía escondida.

No sé si continuar por los tremendos sinsabores que me hizo pasar este ex-paco. Hace años que no lo veo, pero sé que se casó, tiene otro hijo y se metió a evangélico. Por la última conversación telefónica que tuve con él, me dijo que había cambiado para bien y que "rogaba por mí en la iglesia, para que volviera al rebaño".

Tengo otros encames con este pelota, pero no fueron con mete-saca, eso sí.

Saludos a todos.

10 comentarios:

  1. Y en esos tiempos existían los flaite? XD

    ResponderBorrar
  2. Saludos... piola el relato, pero es mejor que no lo continues.

    bye bye

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. No. Pasaron weás muy desagradables.
      Una vez me mordió la boca y me dejó el hocico hinchado como culo de mandril.
      Claro que yo lo agarré de las bolas y lo obligué a soltarme, jejeje.

      Borrar
  3. Me gustó el relato, muy anecdótico y entretenido, sigue escribiendo que por cierto lo haces bien

    ResponderBorrar
  4. no teni una historia con el loko klene ajajaj?

    ResponderBorrar
  5. El próximo que voy a subir se titulará "El Chureja", quien es mi amigo con ventajas ahora, y uno de los weones más locos y calientes que conozco.

    ResponderBorrar
  6. Erotico erotico no fue.... pero puta que me cague de la risa.... me gusto... te pasó cada wea con el de las "nargas" grandes jajajajja.....

    ResponderBorrar