lunes, 22 de febrero de 2016

Alejandro – parte 2

Hola, ya estoy aquí otra vez y les agradezco que hayan leído la primera parte.

Él se sentó en la banca al lado mío y nos miramos fijamente unos segundos hasta que me di cuenta que él observaba alrededor. Supe de inmediato que quería asegurarse de que nadie estuviera mirando, escuchando, hablando e incluso de que éramos los únicos seres humanos sobre la tierra, y tal vez quería asegurarse de que ni siquiera estábamos en este planeta sino en otro mundo donde ciertas cosas pudieran incluso gritarse sin recibir una pedrada a cambio.

Yo también hice lo mismo cuando me juntaba con un tipo en un lugar público antes de irnos a follar en el sitio acordado y me espantaba la idea de que justo me encontrara un conocido y preguntara por mi acompañante. La misma sensación lo embargaba a él y yo usando mis recuerdos le pongo una mano sobre su hombro y veo como se estremece entero sin importarle si otra persona se percatara de tal reacción corporal. Me miró y con mucho nerviosismo que eclipsó su inicial entusiasmo me dijo: “Yo vivo por aquí cerca”.

- Bacán. – le dije y él miró el suelo con expresión tímida. – No hay nadie pendiente de lo que estamos haciendo. Cada cual va a sus propios asuntos. – intenté bajar la tensión para que sintiera que su procesión interna era correspondida por mí. – Sólo sé tú.

- Sólo me fijé en ti. No pude evitarlo. – dijo él que parecía no dar crédito a sus propias palabras y por su cara vi que no sabía cómo salir del callejón del cual él mismo se metió.
- Mira, a mí me enseñaron que las personas deben presentarse. Me llamo Tomás. – le dije eso para sacarlo de esa confusión mental que lo tenía deseando enterrar la cabeza en la arena como avestruz.

- Soy Alejandro, mucho gusto. – mostró una amplia sonrisa ya despojada de nerviosismo pero sus ojos estaban húmedos.

- Igualmente. También me fijé en ti Alejandro y me pregunté si vivías por aquí cerca. – Ahora era yo quien estaba fuera de lugar porque le hablaba como dando por sentado que yo era gay y el también, pero podía estar metiéndome en las patas de los caballos. Sin abandonar mi entusiasmo por conocerlo decidí corresponder su desesperada y tierna estupidez al preguntarme si era homosexual. – Soy gay. ¿Y tú?

- También. – Alejandro parecía más suelto e incluso lanzó un suspiro que lo hizo estremecerse por completo una vez más. – Me encanta mirar hombres.

- A mi también. – me sentía cómodo pero no dejaba de preguntarme en las razones por las cuales Alejandro me hizo esa pregunta. Me di cuenta que arriesgó todo en ello y pensé que estaba haciendo lo que yo también hice pero con mi familia…salir del closet a tontas y locas sólo deseando paz. Recordar mi propio proceso que pasó delante de mis ojos unos segundos me entristeció pero más me afectó que una persona cualquiera le preguntara a un pelagato si era gay a riesgo de recibir una respuesta completamente hostil. Me dio pena que Alejandro se confesara con un desconocido con una ciega esperanza de que esa persona sintiera lo mismo que él. Finalmente interpreté que Alejandro lo hizo por desesperación cuando ha fallado casi todo.

- Disculpa si te estoy incomodando. – Alejandro acertó en el hecho de que su presentación inicial me perturbó pero luego de divagar en tiempo relativista, me sentía cómodo con él y ya con lo más importante despejado me vi en libertad de hablar con él, y sobretodo que calmara lo que su corazón estaba luchando por contener o por revelar.

- No te preocupes está todo bien ahora. Yo pasé por lo mismo que tú…creer que hasta los perros quieren saber si eres gay. – al decir eso Alejandro se rió y su semblante cambio completamente. – No debes sentirte perseguido, eso hace más ruido que cualquier otra cosa.

- Lo intento. – Dijo Alejandro que me miraba atentamente – Por la forma en que me miraste noté que había algo más.

- ¿Por qué? – pregunté con ganas.
- Había interés de tu parte. –

Alejandro hizo que recordara cuando yo iba caminando y miraba a otros tipos y a veces por cómo te miraban parecía que compartían ese mismo sentimiento, pero nunca había intentado hablar con uno de ellos en la calle. Sin embargo, este joven lo hizo.

- ¿Qué edad tienes? – pregunté yo al fijarme en sus finas facciones y en su cuerpo bien mantenido.
- Tengo veintisiete años. –
- Bacán, tengo un año menos que tú.

Tal vez la ansiedad de Alejandro se debía a esa sensación de querer ver si la otra persona demuestra interés, y el tema de ser gay ya no era tema para él, pero no me convencía pues se lanzó a tontas y las locas en la calle conmigo. Eso me perturbaba y no sabía que decirle para encontrar una respuesta.

- ¿Trabajas? – me preguntó él que movía rítmicamente los pies.
- Sí y tú?
- Estaba trabajando hace unas semanas pero el contrato terminó y estoy esperando que me llamen para la siguiente labor. Así es donde trabajo.

Alejandro parecía cómodo al explicarme eso y yo no daré más detalles al respecto pues obviamente supe después donde trabajaba.
- Ten confianza no más. – le dije y ambos miramos como el cielo se iba llenando de nubes.
- Esas no son nubes de verdad. – dijo él y tras mirarme se dio cuenta de que no le entendí ni mierda. – Es sólo niebla que viene de la playa y es completamente inofensiva. No va a llover porque entren ellas ni por las nubes de verdad que están más arriba.
Me alegré que se soltara y que hablara de otra cosa y me llamó la atención sus palabras a la hora de hablar pues lejos de aparentar se expresaba son sencillez y concisión.

- Estas nubes serían todo un lujo en Santiago por estas fechas. – dije yo y al advertir que me miraba curioso rematé: “Yo soy de Santiago y me vine hace seis meses aquí al encontrar un trabajo y arriendo una casa por acá”.

- Yo vivo acá hace mucho pero naci en otra ciudad y aunque viva cien años aquí mi gentilicio será del otro lugar. – Debo mencionar que a veces vuelvo algo crípticas las expresiones de Alejandro pues revela mucho de él, pero él habla más o menos parecido y lo hace con gracia y transmite confianza. Es de esas personas que se ven tímidas pero con conocidos son “más simpáticos”.

Nos quedamos conversando de otras cosas como que Alejandro vive con sus papás, tiene otros hermanos que viven fuera, que estudió tal cosa en la universidad, que le costó encontrar empleo en un comienzo, que le gusta andar en bici y tras toda esa carta de presentación que yo le correspondí al contarle detalles míos me dice:
- Podemos salir a dar una vuelta cualquier día. Me encanta caminar y aquí hay lugares bien piolas para conversar. –
- Ningún problema. – se le dije mostrando entusiasmo pero me sentí en la obligación de volver al tema que dio origen a todo esto. - ¿Ya has estado con otros hombres?
- Sí, pero sólo han sido encuentros casuales. –

Alejandro se puso serio y bajó un poco la voz y siguió hablando – Buscaba avisos en Internet y quedaba con ellos cuando era posible, y me aseguraba de que tuvieran lugar y fueran pasivos. Tenía que justificar que iba a salir y siempre he sido activo…

Alejandro parecía mi propio reflejo de hace unos años y luego vino el tema de mi “exitosa” revelación a la humanidad y le pregunté: “¿Lo sabe tu familia?
- No, aún estoy en el closet y apolillándome. – dijo Alejandro con seriedad pero sonriendo al final. –Contactaba weones para puro…meterla y luego si te he visto no me acuerdo. Pero comencé a sentirme mal y ya no disfrutaba.

Me di cuenta de que él estaba abriéndose conmigo y al mirar alrededor supe que no era el mejor lugar pues igual se necesita un nivel de privacidad para conversar ciertas cosas. No quería perder el contacto con él, pues era atractivo y serio.

- ¿Te parece si nos juntamos cualquiera de estos días a conversar en otro lugar? – le propuse como forma de continuar el contacto. – Dame tu teléfono…¿tienes Whatsapp?
Alejandro me dio su celular y por extensión el Whatsapp y le dije que tenía que regresar a mi casa.
- ¿Vives sólo? – preguntó él sonriendo.
- Sí. Podemos armar cualquier panorama en mi casa.
- Me parece. Ahora quiero conocer a la persona primero y después ver si hay algo más.
- Claro.

Nos despedimos y lo perdí de vista, pero sus palabras me quedaron resonando en la cabeza y quedó de manifiesto que Alejandro salió del closet consigo mismo hace poco tiempo y ni hablar de hacerlo con sus seres más queridos y también era alguien con ganas de disfrutar compañía y cama. Eso lo hacía ver más atractivo todavía.

Espero que les haya gustado esta nueva entrega y ha resultado muy extraño volver a recordarlo todo pues siento que ha pasado mucho tiempo desde que conocí a Alejandro y aún intento explicar cómo logramos estar juntos. En el próximo relato hay más acerca de salidas de nosotros dos.
Saludos.

5 comentarios:

  1. Ya te pusiste latero... sorry, pero soy un wn bruto que solamente quiere correrse la paja leyendo. Tú no cumples con eso.

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  2. Muy buenos tus relatos amigo y genial la forma que los escribe Saludos desde santiago

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  3. A veces me pregunto dónde hay tipos como tú y Alejandro. Me siento reflejado en sus formas de ser, pero nunca conozco a alguien así, y la soledad de compartir y sentirse querido por mas de un rato en la cama se hace necesario, pero nadie aparece... el "si te he visto no me acuerdo" me tiene podrido...
    Gracias por compartir un relato así, pues me identificas mucho (excepto en que no conozco a un Alejandro aún XD)

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    1. https://m.facebook.com/camilo.robertoo

      Quiero conocerte hablame

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  4. Ya se que esto paso hace bastante tiempo.. pero en mi caso me considero un pasivo de closet xD... osea tu relato me gustõ... XD... ojala no sean tan alejadas las fechas de subida para no perder el hilo xD...

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