Compartiendo al pololo

Soy ingeniero y tengo 30 años. Hace casi un año vivo con mi pololo, un joven universitario de 23 años. A pesar de la diferencia generacional y cultural, hemos podido formar una relación hermosa en la que nos amamos mucho y nos complementamos perfectamente.
Hago mención a las diferencias culturales, puesto que Francisco, mi pololo, es flaite. Nunca pensé en fijarme en alguien así, pero la vida da muchas vueltas.
Francisco es, o debo decir era, el típico gay que usaba y abusaba de Grinder, aplicación que jamás me llamo la atención, vengo de una familia evangélica muy conservadora y heredé valores familiares, por lo que no me atrae eso de relaciones de una noche, sin embargo al conocernos, él se la jugo e hizo un cambio en su vida para conquistarme, lo que logró. Francisco tiene un cuerpo exquisito (como la mayoría de los flaites), además de un físico delgado y marcado, con un metro ochenta de altura, no es nada despreciable su pene de 19 por cinco.
Una semana encontré que andaba muy interesado en hacer un trio, lo que tomé como una humorada, puesto que no me interesa para nada. También estaba muy atento del culo de otros tipos y haciendo alusiones de lo rico que sería estar con tal o cual gueon. Medio en broma y medio enserio le preguntaba si de verdad quería culear con otro y él se reía y me decía “no amor, si solo son bromas”.
Una noche instaló nuevamente Grinder, con la idea de mostrarme la aplicación que nunca quise probar. Estábamos acostados y le autorice que pusiera una foto de su cuerpo y cuando le empezaron a hablar, que para mi sorpresa fueron MUCHOS tipos, lo deje que enviara una foto de su pene (acostumbramos fotografiarnos y filmarnos desnudos y teniendo sexo). Podía notar como lo calentaba ser el centro de atención.
Finalmente un tipo que estaba de vacaciones por la ciudad le envió una foto de su culo, había que reconocer que era un culo hecho a mano, duro, grande, ni muy peludo ni muy lampiño. Se notaba que Francisco lo deseaba.
Lo mire y le pregunte “te lo quieres culear??” ; jajajaja no amor, como se le ocurre, me contesto.
Debo confesar que me calentaba la idea de que se culeara a otro.
Amor – le dije – tenga confianza, no me voy a enojar.
La verdad – me contesto- si, me encantaría.
Pude ver en su rostro la vergüenza por haberme confesado algo así.
Mira, francisco, si es lo que quieres, hazlo. Mañana trabajo todo el día y no vender a almorzar, haz una cita con él, pero con ciertas condiciones.
No podía creerlo, luego de mucho conversarlo accedió. Una de las condiciones era que me contara con lujos de detalles lo que hicieran, y así fue.
A la una de la tarde en punto llegó el sujeto a la casa, media uno ochenta y se notaba que hacía mucho ejercicio. Pasó y conversaron un rato, hasta que, Juan, el invitado, le tomo la pierna y subió hasta llegar a los genitales de Francisco.
Francisco estaba algo nervioso, pero le tomo la cara y empezaron a besarse con mucha pasión, el calor del verano no era nada con el que se sentía en el departamento.
Se pusieron de pie y empezaron a desnudarse, Juan tenía un pene gordo, no era muy grande, pero se veía muy caliente. Francisco se quitó el bóxer, la última prenda que le quedaba dejo al descubierto su enorme pene con unos testículos que colgaban dejando una visión gigantesca de ellos. El olor a sudor flaite, el cuerpo marcado de Francisco, hizo que Juan no aguantara y sin esperar permiso se arrodillara y se tragara los 19 cms sin problema alguno. Mi pololo no cabía en su excitación, no podía creer lo que estaba haciendo.
Juan chupaba como si fuera el último pico sobre la tierra, su lengua acariciada la cabeza y de vez en cuando succionaba las bolas lo que hacía que Francisco se retorciera de placer. Su garganta apretaba tan fuerte el pene que sentía que se soltaría y le llegaría al estómago.
Francisco lo puso de pie y le dio un enorme beso con lengua, lo puso en cuatro sobre el sofá y comenzó a comerle el culo. Ambos estaban muy calientes. Luego de 5 minutos se puso un condón y sin piedad lo introdujo en el ano de Juan. Juan mordió el cojín del sofá, pero aun así se escuchaba su gemido, entre dolor y placer. Francisco sintió como el esfínter apretaba su pene duro, no podía creer lo apretado que estaba.
Empezó a embestirlo con fuerza, mientras mordía su cuello y espalda. Juan dejo de morder el cojín y sus gritos debieron haberse escuchado en gran parte del edificio. Era tanto la calentura que no aguanto y acabo como nunca sobre el sofá.
Francisco no podía creerlo, estaba a mil, su pelvis golpeaba el culo de Juan y cuando este acabo sintió como su culo le apretaba el pene. Pero el no había acabado, por lo que continuo dándole duro, sin piedad, luego de 10 minutos, Juan volvió a irse cortado y con ese acto Francisco no aguanto y acabo dentro del condón.
Ambos se tiraron en el sofá y descansaron un rato. Juan le dijo que había sido el mejor polvo de su vida y que era el mejor pico que había tenido.
Esto se tiene que repetir antes de que terminen mis vacaciones – Dijo Juan.
Ni lo sueñes, tengo pololo y esto fue lo que fue y nunca más volverá a pasar- fue la respuesta de Francisco.
A la noche llegue, Francisco estaba preparando la cena.
Nunca he amado tanto a un hombre como te amo a ti, me dijo.
Nos besamos y tuvimos un sexo impresionante.
Cumplió con todas las condiciones, elimino todo vestigio de la existencia de Juan y me conto con detalles lo que había pasado, así qué si vuelve a pasar, les contaré.

Atte.

Carma.