lunes, 29 de febrero de 2016

Alejandro – parte 3

La forma en que conocí a Alejandro me seguía pareciendo fuera de lugar y razones para pensarlo tenía como que me estuviera buscando de forma consciente tras corresponder mi interés voyerista y darse cuenta que yo también era gay. Sin embargo, lo que más me atrajo fue su piquero en la piscina preguntándomelo de manera directa y asumiendo los riesgos que conlleva algo como eso. Me sentía extraño pero independiente de lo especial de la conversación que tuvimos, no tuve reparos en seguir con mi vida y ello implicaba cumplir con mi trabajo, revisar perspectivas a futuro e intentar arreglar ciertos asuntos que me tenían mal.

La separación con mi familia que afectaba mucho pero no dejé que se notara un milímetro en la nueva ciudad, y cuando comencé a estabilizarme me prometí descansar en poco del “mundo gay”. Comencé a tomar una creciente distancia con ello y me vi en un callejón sin salida pues a donde había hombres y mujeres. Había decidido no fijarme en ninguno para relaciones casuales ni pololeos y en el segundo caso no tenía problemas en hacerme el loco ante cualquier belleza que transitara por ahí. Un día cualquiera antes de dormirme y varios después de conocer a Alejandro, me encontré pensando en él y encontré la excusa de no permitirme sentir o desear algo. Tal excusa resultó ser la parada en ambos nos encontrábamos: yo siendo gay asumido y proscrito, y la otra con Alejandro comenzando a aceptarse y tomando riesgos.

Pero él era mayor que yo en un año lo que muestra que somos de la misma generación y hemos tenido acceso a cosas similares y hemos vivido etapas convencionales como tener estudios y experiencia laboral, pero no lo veía como un igual. Nuestras conversaciones por whatsapp habían sido muy limitadas o aburridas porque sólo preguntábamos como nos había ido en el día, y algo que noté fue que Alejandro siempre decía que estaba bien o como siempre y no había matices dentro de su persona. No me propuso algún panorama ni yo tampoco tomé la iniciativa porque no quería involucrarme demasiado para no ganarme un problema o perturbar la vida de otra persona.

Un día viernes estaba viendo una película en el living de la casa a eso de la diez de la noche y recibo un mensaje de Alejandro preguntándome lo típico y yo respondo mecánicamente lo mismo. Sin embargo él contesta: “He estado vegetando todo el día” y encontré algo de gracia en sus palabras y recordando a mi padre que siempre nos corregía acerca del uso adecuado de las palabras le escribí a Alejandro: “Cuidado con lo que dices…no querrás convertirte en un vegetal de verdad”. Alejandro demoró unos minutos en responder pero al final escribió: “He estado holgazaneando todo el día y creo ser un holgazán de verdad”. Tal vez presa del mismo convencionalismo de mis padres que no veían que un ser humano no hiciera tales cosas a las edades respectivas – alguien casi treintón debería estar trabajando y blablablá – pensé que efectivamente Alejandro era un holgazán al no tener un empleo estable, pero luego aterricé más y efectivamente era una persona que se estaba dejando estar. Me sentí fatal por pensar porque por más que uno pueda elucubrar sobre la realidad de otras personas gracias a que apenas las conoces, hay realidades a las que no tenemos acceso y tal vez Alejandro tenía sus razones.

“¿Qué vas a hacer este fin de semana?” me escribe Alejandro mientras yo cambiaba de canal sin mucho entusiasmo. No había pensando en ninguna actividad salvo descansar e ir al supermercado.

“No tengo nada planeado” respondí y Alejandro me contesta de inmediato: “¿Conoces el Valle?” (Huelga decir que con esa palabra ya revelo algo de donde estoy viviendo)

“Hasta cierta ciudad no más y fui por razones de trabajo y durante el día”. Yo contesté con la verdad y tampoco me había dado el tiempo para vitrinear paisajes desde que llegué aquí.

“El sábado tengo planeado ir a Pisco para pasear un rato y ver el entorno”. Alejandro menciona luego que había querido ir durante el verano pero que ahora hay menos gente y está menos caluroso. Especifico que conocí a Alejandro cuando el verano estaba muriendo y ya comenzaban a verse más pingüinos que gente con ropa caribeña.

Pensé que Alejandro estaba invitándome de forma implícita y me colgué de eso para responderle que me gustaría ir con él.

“Podemos ir juntos. Mira yo tengo auto y también aprovecho de conocer el Valle”. Alejandro me responde con que podemos dividirnos los gastos como la bencina y la comida pero no que era necesario darse un festín. “Bacán, ¿a qué hora?

“Desde las diez de la mañana”, responde Alejandro que siempre ha sido muy estructurado cuando de rutinas se trata y yo le dije que no había problemas, que me levanto a una hora decente los fines de semana y que era ideal para aprovechar bien el día.

“Podemos ir directo hasta Pisco y carretear al regreso”. Él propuso visitar los lugares intermedios al regreso para dejar la visita al pueblo lo más temprano posible cosa de evitar el calor. Resultó ser una persona bastante práctica y dio hartas ideas de hacer ameno el viaje.

“No hay problema, tú serás el guía. Vente a mi casa a esa hora”. Le di la dirección y me confirmó la hora de partida del viaje.

Nos despedimos porque era tarde y el viaje era mañana y me acosté pensando en cómo iba a ser el día siguiente donde compartiría con él buena parte de la jornada. Alejandro me tenía a mil pensamientos por minutos pues no lograba encajar las piezas….parecía ser una persona indecisa, rígida, reprimida y luego era alguien propositivo, arriesgado y amistoso. Podía ser voluble como un adolescente y ello me empezó a gustar.

Me desperté a las siete y media y decidí salir a cargar el auto con bencina temprano cosa de partir e irnos a la aventura de forma directa, y debo confesar que Alejandro se sentiría especialmente atraído si ya el tema del combustible estaba resuelto antes de empezar el viaje.

Al regresar de la estación de servicio decido irme por otra calle y veo como alguien está desplazándose al lado mío en bicicleta y me voy cuenta que se trata de Alejandro que iba bastante rápido y no pude sacar los ojos de su figura que se veía especialmente esbelta montando la bici de montaña. No se percató que compartíamos la calle y él dobló por otro lado y nos separamos. Al llegar a casa me di cuenta de que la frase “desde la diez” cobraba sentido y era que iba a andar en bicicleta muy temprano. Ya lo había visto antes en la bici pero en las tardes cuando llegaba del trabajo pero ahora que lo conocía un poco me sentía diferente.

Llegaron las diez de la mañana y aparece él en la reja. Yo estaba mirando por la ventana esperándolo con un dejo de ansiedad. Vestía una polera amarilla y la misma bermuda de la otra vez. En vez de hawaianas tenía unas zapatillas de caña alta estilo Converse y ni hablar de sus piernas muy lindas. Él toca el timbre y salgo a recibirlo.

“Hola, buenos días”. Alejandro saludó y tras abrirle la puerta de la reja nos damos la mano y lo invito a pasar. Me di cuenta que él con una sola mirada furtiva me examinó todo el lugar y yo le cuento que el auto estaba con la bencina lista. “Vale, sólo dime cuánto te costó y arreglamos”.

“Como digas”. Se lo dije de una forma sumisa que la hubiera criticado medio mundo pero quería complacerlo. Me ayudó a sacar el auto, en realidad sólo abrió la reja pues me confesó que no sabía manejar y lo hizo al borde de la vergüenza pero sin demostrarlo pero me di cuenta y tras todo el trámite nos fuimos.

Alejandro me indicó cual era la vía más rápida para empalmar con la ruta principal hacia el interior, pero me dijo que a veces le gustaba más irse por ciertos lugares para contemplar mejor las cosas. Yo sólo atiné a seguirlo y conversamos acerca de nuestros trabajos anteriores y le comenté que me vine para cambiar de aire y que era bueno tener experiencia en otros sitios para después optar a otros puestos y blablablá….Alejandro admitió que se había quedado trabajando en la misma ciudad por comodidad pero que era un “must” emigrar en algún momento a Santiago.

Cuando estábamos casi saliendo del radio urbano y empezaban las parcelas de agrado que tenían viviendas casi tan lindas y grandes como las de cualquier barrio alto le pregunto:
- ¿Has venido con otro antes?

Alejandro miró el retrovisor con una sonrisa característica de que sabía lo que estaba preguntándole y él dice:
- Hasta el motel que se encuentra al frente del aeropuerto…me llevó hasta allá una tarde de domingo cuando coordinamos. Era un viejo.

- ¿Qué tan viejo? – pregunté yo con mucha curiosidad pues estábamos comenzando a hincar el diente.

- Sesenta años…de plata…ese fue mi último encuentro. – Alejandro me miró seriamente y me explicó que estuvieron encerrados en una de las cabañas del lugar como dos horas en donde hubo mucho juego previo.

- ¿Qué tal? –

- Era piola el weon pero en la cama era una yegua…divorciado hace diez años por razones que no pregunté y con hijos grandes. Me determiné a no sentir nada y después no podía acabar en su culo…lo tenía duro y después se me ablandaba. No tenía cabeza en ese lugar…sólo quería irme. – Alejandro me dijo que nunca volvió a encontrarse con ninguno de sus amantes furtivos.

- Es normal estar nervioso e incluso estar bloqueado si fallan las expectativas. – Tras decir esto Alejandro reconoció que no me entendió las últimas palabras. – Un tipo mayor puede verse atractivo en una foto pero ya desnudo…

- Me dijo que estaba pasado de kilos y después veo que era un quijote y yo no tenía de donde agarrar nada. – Me largué a reír y Alejandro también que me señaló los lugares por donde íbamos en ese momento.

- ¿También dividiste los gastos del motel con él?
- No, todo lo pago el viejo.

Alejandro me apuntó hacia el frente indicándome que íbamos en el sitio donde mejor se veía la cordillera antes de entrar al valle, pues con los cerros encima después ya no es posible contemplarla.

- Le dije a mis padres que iba a comprarme zapatillas.– Alejandro reanudó la charla sobre hombres con un dejo de tristeza. – Pedí que me dejara en el centro y de todas formas fui a mirar zapatillas a una tienda…Obviamente no podía decir que iba a tirar con un hombre y tenía que inventar algo. No vale la pena decir la verdad si tienes todas las de perder y tampoco era un tema de vida o muerte, pero a veces me siento así…En ocasiones no quiero fijarme en hombres ni buscar encuentros, pero si no quiero agarrarme minas…¿Qué wea me queda Tomás?

- Respira hondo Alejandro y dejar fluir no más. La vida no es eterna pero no es justo arriesgarlo todo si sabes que no funcionará. Hay riesgos que valen la pena y otros no. – Yo tuve problemas en entender mis propias palabras y como no quería confundirlo dije: “En mi caso es algo que no tiene fin porque fui mal recibido y pensé que sería comprendido y lo peor es que salí del closet aprovechando una discusión. No vas a morirte por estar con hombres e intentar tener una relación, sólo tómate el tiempo para disfrutarlo y luego decirlo a todos…los que te importen”.

Alejandro estaba derramando algunas lágrimas y miraba de forma amarga el paisaje que tanto me había hablado el día anterior.
- Me siento estafado…- dije yo logrando que Alejandro me mirara con rostro de hombre muerto caminando.

- Dijiste que ibas a ser mi guía turístico y ya han pasado no sé cuantos lugares y no me has dicho como se llaman y sin embargo me hablaste de un viejo. – Alejandro se río con lo que dije y noté que sintió la “brusca” transición entre un tema y otro sin anestesia. – Disfruta el momento…disfruta este viaje Alejandro.

Al final, se secó las lágrimas y suspiró casi exorcizando un demonio…tal vez lo había hecho.

Debo reconocer que el lugar donde habíamos llegado era bastante bonito con esos cerros que casi caían encima de uno y los campos de uvas colgando de las pendientes. Alejandro se quedaba harto rato mirando el entorno como aprovechando el viaje lo máximo posible, y tal vez pensando que cresta decir o hacer al tenerme de compañero de viaje.

Almorzamos en un restaurant típico del pueblo y luego tomamos rumbo de regreso con la intención de permanecer unos minutos en cada asentamiento humano que aparecía conforme nos acercábamos a la costa. Muchos lugares para comprar comida de casa y lindas casas y callejones se abrían conforme visitábamos cada lugar. Alejandro conocía bien esos lugares porque en su trabajo anterior debió visitar algunos y esperaba que lo llamaran del mismo lugar porque comenzarían otra vez las “faenas”.

Al caer la tarde llegamos a la ciudad y el calor había bajado considerablemente. Antes de llegar a mi casa nos dimos una vuelta por la costanera de la ciudad que estaba atiborrada de gente y de autos. Alejandro me comentaba lo tranquila que era temprano por la mañana cuando venía en bicicleta.

- Tengo bici. – le dije cuando llegamos al final de la avenida y tomamos hacia el centro de la ciudad.
- Podemos salir a andar un día. – Alejandro sonrió cuando mencioné que tenía bicicleta y yo dije que no tenía problema. – Aprendí a andar hace un par de años…no hay fotos mías en bicicleta cuando era niño.

- Alejandro…¿cuándo te diste cuenta que eras gay? ¿También hace poco? – pregunté con curiosidad porque no era la primera cosa que él reconocía que “aprendía” hace “poco tiempo”.

- Me ha gustado mirar hombres desde mucho tiempo atrás.” – respondió con firmeza, pero yo no estaba satisfecho con la respuesta porque en mi caso ya sólo mirar no es suficiente.

- ¿Cuándo fue la primera vez que quisiste meterte con uno? – pregunté sin rodeos porque ya eran demasiados. Alejandro se mordió un labio y dijo: “Vi un porno gay hace unos años y tuve ganas de montarme a un weon”. Me miró con intensidad y añadió: “Tenía la penca a tope y disfruté con eso”. Sus ojos brillaban y noté que estaba sobresaltado y yo quedé mirándolo super embobado porque cuando hablaba de forma cachonda resulta irresistible como perra buscando atención.

- ¿Cuándo decidiste buscarte a uno para follártelo? – pregunté con ganas de ir más lejos en la conversación y sin medir palabras, pero Alejandro me observó muy seriamente y dijo: “¿Qué importa eso? Esas cosas ya ocurrieron y sólo me interesa conocer a alguien”.

Entendí que su negativa a responder era por esperar un tiempo a tirar conmigo para conocerme antes y ver si resultaba un buen partido. En realidad esto que acabo de escribir era lo que yo pensaba porque ERA YO el que tenía en mente conocer a Alejandro y luego tener sexo con él. Lo encontraba atractivo y con una personalidad difícil de descifrar. Sin mayor preámbulo le dije: “Te encuentro atractivo y me gustaría seguir viéndote”.

- Quiero seguir conociéndote Tomás porque me siento cómodo con tu presencia pero…

Se calló y cuando estábamos por llegar a mi casa remato: “pero debo justificar tu existencia en mi vida y ante los demás”. Sus palabras fueron frías como el hielo y me afectaron porque otra vez se mostraba aquel Alejandro cohibido en sentido contrario al ardiente que surge cuando revela sus necesidades carnales.

- No te estoy obligando a nada Alejandro y tampoco quiero complicarte la vida. – repliqué de forma sincera porque de verdad sentí que aquello resultaba una tortura para él.

- Sólo necesito tiempo para saber donde estoy parado, porque nunca pensé que llegaría a sentirme perdido por esto. No tengo derecho a lastimar a otros por esto.– Alejandro comenzó a mirar hacia todos lados cuando las calles se hacían conocidas para él y sentí ese delirio de persecución que él sufría y recordé lo mucho que lo padecí a pesar de lo enorme que era Santiago. Inesperadamente sentí como un bálsamo que Alejandro se asegurara de conservar en secreto su “relación” conmigo porque yo también deseaba incursionar otra vez pero a ritmo lento para no sufrir y para pasar piola.

- No hay problema Alejandro porque yo tampoco quiero nadie lo sepa todavía. Me vine de Santiago porque mi familia me rechazó y mucha gente también, y aún estoy lastimado y aunque no lo creas es algo que quema mucho. Veo la oportunidad de conocer a otro hombre pero no quiero morir quemado y puedo ver que tú también deseas cuidarte. – era la primera vez que encontraba un punto de encuentro entre él y yo. Alejandro pareció tomar aire y dijo:

- Está bien, me encantaría hacer sobremesa contigo un día. – Alejandro sonrió sintiendo muchos nervios pero me miraba con ternura.

- Dime tú cuando quieras que nos veamos. – me sentí más tranquilo al darle cierto control a él porque Alejandro iba a llevar el ritmo de nuestra relación de ahora en más. Me daba seguridad su propia precaución y tenía ganas de ver que tan lejos podríamos llegar y en que se convertiría lo nuestro. No tenía idea de cómo pensaba él su relación conmigo en ese momento y eso era lo que más me gustaba.

Llegamos a mi casa y le propuse pasar para descansar y comer algo pues ya estaba atardeciendo, pero él decidió irse a su casa sin antes reafirmar que quería conservar el contacto conmigo pero manteniendo cierta distancia. Yo estuve de acuerdo pero antes de abrir la puerta para ir a la calle me preguntó:

- ¿No te incomoda estar con alguien que tiene una doble vida? –

- Mira Alejandro, la razón por la que nos conocimos es precisamente lo que determina lo que tenemos entre manos. – le dije con seriedad sin estar seguro del destino de la conversación.

- Por ahora prefiero verte con un motivo claro…es decir…

Alejandro se sintió en un callejón sin salida porque no le brotaban las palabras de la boca y yo lo abracé sin fuerza contenida. No hubo resistencia de su parte pero tardó en poner sus brazos en mi espalda como pensando en que no lo estaba abrazando un oso o puma. Segundos después apoyó su cabeza en uno de mis hombros y suspiró. Luego nos separamos y quise tomarle las manos pero pensé que estaba yendo demasiado lejos.

- Gracias por entenderme. – dijo él con una sonrisa tímida pero sincera.
- Espero que hayas disfrutado la jornada de hoy. Podemos tomarnos unos días de distancia para pensar en las cosas que nos dijimos hoy. Quizás cuando revises la mochila que andas cargando en tu espalda, la encuentres algo menos pesada. – al decir esto asumí que estaba con una persona que luchaba contra cosas que yo desconocía en mayores detalles.

Finalmente él se fue a su casa sin decir nada acerca de un nuevo encuentro pues seguramente estaría comenzando a encajar las piezas para el próximo y yo preguntándome con que cosa me sorprendería él.

Gracias por leer esto y espero que sigan las distintas continuaciones.

3 comentarios:

  1. sigueee!! me encanta tu historia. Ojala que subas pronto la otra parte

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    1. Soy pasivo de coquimbo y antofa rubio y tierno me gustaBesar abrazar salir y pasarlo bien ,ir a las discos los autos y los perritos ,busco activos Que me hagan gozar toa la noche y que la tengan bien grande porfa contactame a mi Facebook

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      La pasaremos muy bien

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  2. Que linda historia.
    Quiero saber más y espero con ancas el siguiente relato

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